La novela desde la posguerra
Al terminar la Guerra Civil, se instauró en España un régimen dictatorial en manos del general Franco que duró hasta la muerte de este. Durante ese tiempo sucedieron diferentes momentos:
- Tras la contienda, el nuevo sistema político ejerció una fuerte represión sobre los republicanos. España no intervino en la Segunda Guerra Mundial y tuvo consecuencias por ello, como el aislamiento internacional.
- Años más tarde, durante la década de 1950, España empezó a abrirse al exterior gracias a la reanudación de las relaciones diplomáticas con los países occidentales, el acuerdo de cooperación con EEUU y la entrada en la ONU.
- Los años sesenta fueron años de expansión y de desarrollo económico. A la vez que el país se moderniza, se da una tímida liberalización del régimen.
- Finalmente, a finales de los setenta, las circunstancias cambiaron radicalmente debido a la transición política que dio paso a la instauración de la democracia en España.
El franquismo tuvo consecuencias políticas, sociales, económicas e ideológicas que condicionaron la actividad cultural.
La posguerra fue especialmente dura en todos los sentidos. En la creación literaria hubo tres factores determinantes: la ruptura total con las tendencias literarias anteriores a la guerra, el exilio de escritores e intelectuales que se vieron obligados a irse por sus ideas y la existencia de una rígida censura. Más tarde, en los años cincuenta y en los sesenta, hubo importantes transformaciones que favorecieron al desarrollo económico y a la modernización de España, y hace surgir actitudes críticas contra la dictadura. Desde los años setenta y de forma paralela a la consolidación de la democracia, la sociedad española experimenta muchos cambios que han tenido repercusión en la cultura.
La literatura durante esta época va cambiando. Durante los cuarenta, la creación literaria está marcada por el desarraigo y muestra un tono existencialista. En la de los cincuenta aparece el realismo social. Durante los sesenta y setenta, se tiende a la búsqueda de nuevas formas de expresión y a la experimentación con la lengua, con los géneros y con las nuevas formas narrativas. Desde los últimos años del siglo XX y hasta la actualidad, la narrativa ha alcanzado un auge extraordinario y resulta difícil hablar de tendencias definidas.
La novela del exilio
Los temas frecuentes en la novela del exilio son el recuerdo de España, las causas y las consecuencias de la Guerra Civil, las referencias a los lugares y ambientes de los países en los que viven. Entre los escritores del exilio, se encuentran algunos de los más importantes de la posguerra como: Ramón J. Sender, Rosa Chacel, Max Aub y Francisco Ayala.
La novela existencial
Las notas dominantes en la novela existencial son la angustia y el desarraigo. En los años cuarenta destacan dos novelas, protagonizadas por personajes que nada tienen que ver con héroes, que revelan una nueva forma de enfrentarse a la realidad: La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, protagonizada por un campesino condenado a muerte por una serie de asesinatos donde se refleja un mundo de violencia y miseria; y Nada de Carmen Laforet, una joven que llega a Barcelona para iniciar sus estudios universitarios experimenta la soledad, la insatisfacción y la amargura de la existencia.
El realismo social
Las primeras señales de renovación de la novela llegan en los años cincuenta, donde hay una cierta flexibilidad de la censura y se descubre a los novelistas extranjeros, quienes coinciden con la aparición de nuevos escritores que conciben la novela como una denuncia de una situación social injusta. El realismo social está representado por la generación del medio siglo integrada por Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Jesús Fernández Santos, Rafael Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, Juan Goytisolo, Juan García Hortelano y José Manuel Caballero Bonald. En esta tendencia se imponen el realismo y el afán de objetividad. Los temas más frecuentes son: la vida dura del campo, el mundo del trabajo, la burguesía y la juventud ociosa y la evocación de la guerra. El protagonista colectivo desplaza al héroe individual. Destacan La colmena de Camilo José Cela y El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio.
La novela experimental
En los años setenta los novelistas sienten la necesidad de buscar nuevas fórmulas o enfoques más complejos y de prestar una mayor atención a la lengua literaria. En la narrativa experimental contribuyeron dos factores de carácter literario: la influencia de los grandes novelistas extranjeros como Marcel Proust…; y el descubrimiento de la novela hispanoamericana con, por ejemplo, Rayuela de Julio Cortázar.
La década empieza con Tiempo de silencio de Luis Martín Santos. A la renovación del género narrativo se unen Miguel Delibes, Camilo José Cela y Gonzalo Torrente Ballester. Más tarde se suman autores de la década anterior como Juan Goytisolo, y nuevos novelistas como Juan Benet y Juan Marsé. La etapa de la novela experimental se cierra con La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza.
Entre las técnicas narrativas que se incorporan a la novela en los años sesenta destacan: la importancia que se concede al monólogo interior, que es un recurso que permite conocer los pensamientos íntimos del personaje; los cambios en el punto de vista de la narración; el narrador se permite en ocasiones intervenciones irónicas; y la división en capítulos se sustituye a veces por secuencias separadas por espacios en blanco, y hasta se escriben novelas sin división de ninguna clase.
La novela desde la transición hasta la actualidad
Con la muerte de Franco, comienza la transición a la democracia, regresan los autores del exilio y los novelistas se muestran más preocupados por el oficio de narrar que por los acontecimientos políticos y sociales.
En este tiempo el argumento vuelve a tener un papel importante y se recupera el placer de contar, como podemos ver en las novelas de Luis Mateo Díez, Julio Llamazares, José María Merino o Manuel Vázquez Montalbán. También destaca la importante aportación al género narrativo de numerosas mujeres, como Esther Tusquets, Soledad Puértolas o Cristina Fernández Cubas.
A partir de la década de 1990, autores que habían empezado a publicar en la década anterior han visto cómo su obra es estudiada y reconocida, como es el caso de Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Almudena Grandes, Luis Landero o Arturo Pérez-Reverte. Los novelistas jóvenes como Ray Loriga dan cuenta en sus obras de los problemas de la generación de la democracia: las drogas, el alcohol o las sectas. Otros autores prefieren profundizar en el mundo de la memoria, como Gustavo Martín Garzo. Y finalmente, otros novelistas han publicado la mayor parte de sus obras a partir de los años noventa, como Bernardo Atxaga, Antonio Gala…