La Novela Española: De la Guerra Civil a la Posmodernidad
La Literatura Durante la Guerra Civil y el Exilio
En plena Guerra Civil, algunos autores escriben al servicio de la Segunda República y, posteriormente, en el exilio. Ramón J. Sender, en Réquiem por un campesino español, reflexiona sobre el ser humano en el marco de la guerra. Francisco de Ayala, gran intelectual con rigor de pensamiento, escribe El cazador en el alba, La cabeza del cordero y Muertes de perro. Por último, Rosa Chacel recupera la memoria histórica publicando Memorias de Leticia Valle.
La Narrativa de Posguerra: Años 40
Tras la guerra, el panorama narrativo es lastimoso. El género nace de la inexperiencia y el autodidactismo. Los narradores de los años 40, que fueron testigos del conflicto armado, hacen de la guerra y sus consecuencias el centro de su producción. Destaca Nada, de Carmen Laforet, que representa una vuelta a la novela existencial en un sórdido presente de guerra y hambre, aunque en un tono conservador.
Los Maestros de la Narrativa de Posguerra
Los maestros de la narrativa de posguerra parten del realismo tradicional y evolucionan hacia nuevas formas personales, según sus trayectorias. Camilo José Cela se consagra con La familia de Pascual Duarte, revelación como drama rural sobre las consecuencias de la guerra. En La colmena, más de 300 personajes muestran la vida del Madrid de posguerra, donde la miseria material y moral reina en vidas carentes de sentido. Entre ellos, destaca Martín Marco. Con San Camilo 1936, incorpora nuevas técnicas narrativas, y en Mazurca para dos muertos retoma la Guerra Civil. Miguel Delibes ofrece una producción narrativa constante y regular. La sombra del ciprés es alargada plasma la vida cerrada de las ciudades castellanas. El camino es un bello cuadro de la infancia desde el paso de la juventud a la madurez. En Cinco horas con Mario, extenso monólogo interior crítico con la clase media, Carmen desgrana de forma pormenorizada ante el cadáver de su marido una vida matrimonial deteriorada. Con Los santos inocentes, vuelve el paisaje y la vida rural con un sentido lírico, y El hereje gira en torno al destino del hombre en formato de novela histórica. Gonzalo Torrente Ballester, intelectualista sobre el proceso narrativo, escribe Los gozos y las sombras en un entorno norteño, y experimenta con nuevos recursos en La saga/fuga de J. B., fauna mítica donde confluye lo céltico y lo gallego.
La Novela Social de Mediados de Siglo
La novela social de mediados de siglo muestra la realidad social en su diversidad e implica un alto grado de compromiso. De esta forma, se asocia al realismo «aproblemático», reflejo social sin partido por parte del autor, donde la novela es como un espejo, pero también al realismo «crítico», que analiza las contradicciones sociales para comprender los conflictos.
La Generación del 50
Hay una conciencia de grupo y una reflexión conceptual y estilística en la generación del 50, integrada por autores como Rafael Sánchez Ferlosio, Juan Marsé, Ana María Matute o Ignacio Aldecoa, que tienen un respaldo editorial para denunciar la situación política y social: desigualdad, injusticia, falta de libertad. Presentan rasgos comunes: un lenguaje vivo, directo y desnudo, con estilo sencillo, estructura lineal y un tratamiento particular de los personajes, haciendo desaparecer al protagonista, que es sustituido por un grupo de personajes fragmentados.
El Experimentalismo de los Años 60
El modelo real y social se agota en los 60 por su poca repercusión editorial y la crisis que afecta a los nombres. Llega el desarrollo favorecido por los tecnócratas, el Opus Dei y una leve apertura del régimen. Se imitan estructuras y técnicas narrativas de los grandes maestros: James Joyce, Marcel Proust, William Faulkner y Franz Kafka. Se preocupan por la estructura narrativa, experimentan con el lenguaje, los personajes son seres difusos, y el espacio y el tiempo se comprimen, evitando lo lineal. Luis Martín Santos será recordado por Tiempo de silencio, iniciador de la visión subjetiva y de una nueva visión de la realidad. Parodia el molde de vida social con una visión irónica y cruel de la España desarrollista. Juan Goytisolo indaga en la crisis de los intelectuales comprometidos en Señas de identidad. Carmen Martín Gaite escribe Fragmentos de interior, con un fragmentarismo aplicado al estudio social, y El cuarto de atrás, estudio de su personalidad con elementos reales e imaginarios. Luis Goytisolo publica su trilogía Antagonía, con sabor a Proust.
La Antinovela
En pleno experimentalismo, otros narradores reniegan del realismo, destruyen las convenciones y, tomando como maestros a Kafka y Joyce, revolucionan la narrativa hasta hablar de una antinovela. Juan Benet destaca por su universo mítico de geografía propia llamado Región, donde se desarrollan Volverás a Región y Herrumbrosas lanzas.
La Posmodernidad de los Años 80
La democracia consagra nuevas formas culturales y literarias que tienen como producto de consumo circuitos y estrategias comerciales. Se unen los modelos tradicionales a la revolución formalista. Así, en los 80 aparece la posmodernidad. Juan Marsé, en Si te dicen que caí, analiza la sociedad catalana, primando argumento y estructura, y el placer de narrar en El embrujo de Shanghái. Eduardo Mendoza escribe La verdad sobre el caso Savolta, novela policíaca con nuevas técnicas narrativas, y El misterio de la cripta embrujada.