Evolución de la Novela Española: Del 98 a la Vanguardia

Innovaciones Novelescas

Entre las innovaciones más importantes que afectan a la narrativa:

  • La novela es un vehículo de ideas extraliterarias (existenciales, religiosas, políticas, filosóficas) y estéticas, importando menos el argumento de la propia historia.
  • Aparece el lirismo: en primer lugar, por el punto de vista adoptado, desde el interior mismo de los personajes y después, por el valor expresivo de las descripciones. Ejemplo de ello son Las Sonatas de Valle-Inclán, publicadas en libro en 1902 (Sonata de otoño), 1903 (Sonata de estío), 1904 (Sonata de primavera) y 1905 (Sonata de invierno). Estas narraciones, fragmentos de unas memorias ficticias del marqués de Bradomín, constituyen el ejemplo más destacado de prosa modernista en la literatura española. Ya se ve en el título: es una mezcla de artes, su prosa tiene la voluntad de acercarse a la música.
  • Se introducen recursos como la fragmentación, la elipsis, la vaguedad, los saltos temporales en la historia, junto con la evocación y las alusiones, que contribuyen a la indeterminación de los hechos narrados.
  • Importancia del diálogo, por medio del cual, el narrador se borra y permite que los personajes hablen por sí mismos. Resulta palpable la influencia de las ideas del filósofo Schopenhauer, para el cual, solo es posible superar el dolor y el sufrimiento mediante la renuncia a la voluntad de vivir y a todos los sentimientos y pasiones del ser humano.

Características de la Novela de la Generación del 98

En 1902 se publican en España cuatro obras significativas: «La voluntad» de Azorín, «Amor y pedagogía» de Unamuno y «Camino de perfección» de Baroja y “Sonata de otoño” de Valle-Inclán. Con ellas se inicia un camino innovador, que culminará en los años y décadas siguientes.

  1. Crítica de los males de España: se escribe contra el caciquismo, las glorias pasadas y males nacionales: el hambre y la ignorancia.
  2. Pesimismo ante la situación histórica (la pérdida de las últimas colonias es tomado como el desmoronamiento de los valores sociales y espirituales.
  3. Influencia de la filosofía (frente al dogmatismo aparecen los planteamientos existencialistas de Kierkegaard y Schopenhauer en los que predominan la falta de sentido de la vida, la duda existencial y el escepticismo);
  4. El dolor de España (nace de un profundo patriotismo, centralista y casticista, representado en Castilla);
  5. El subjetivismo (la realidad queda teñida por la sensibilidad personal);
  6. Renovación estética o estilo (huyendo de las formas retóricas burguesas del XIX como el retórico mismo y el prosaísmo, busca la sobriedad, usando palabras tradicionales y castizas; los géneros que cultivan son la novela -Unamuno, Baroja, Azorín-, el ensayo (Azorín); y en menor medida el teatro (Valle-Inclán) y la poesía (Antonio Machado y Unamuno).

Dos notas son fundamentales en esta nueva orientación de la novela:

  1. El subjetivismo o antirrealismo. No se persigue, como en la estética realista, la reproducción exacta de la realidad, sino la expresión de la realidad interior.
  2. Concepción totalizadora. La novela es un género multiforme, en el que tienen cabida también la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo… (Azorín habla de ‘novela permeable’).


Unamuno (1864/1936)

La novela unamuniana escapa de los postulados tradicionales del género: no hay descripción ambiental, no hay autonomía en los personajes, el desarrollo es mínimo; para estas novelas tan heterodoxas, Unamuno acuñó el término «nivolas». Unamuno se sirvió de la novela, igual que hará con el resto de los géneros literarios que cultivó a lo largo de su vida, para dejar testimonio de su intimidad agónica, para la expresión y reflexión de las mismas ideas obsesivas sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector…

Novelas más importantes

En 1914 publica Unamuno la que, sin duda, es su mejor novela: «Niebla». Lo que más sorprende al lector de esta obra es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción. Algunos críticos interpretan la obra desde el problema de la libertad del personaje frente a su creador; si consideramos a Augusto Pérez trasunto de Unamuno, esto le serviría al autor para exponer su rebelión contra Dios.

Unamuno también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel. Este motivo fratricida sirve de base a su novela «Abel Sánchez» (1917)

Tras «La tía Tula» (1921), Unamuno publica «San Manuel Bueno, mártir» (1930). En esta obra aparecen todos los motivos que, recurrente e insistentemente, habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño… Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.

Valle Inclán (1866/1936)

Dos estilos definen la obra de Valle: modernismo y esperpento. Los años iniciales están marcados por la tendencia modernista y representados por las cuatro «Sonatas», subtituladas “Memorias del Marqués de Bradomín”: Sonata de otoño (1902), Sonata de Estío (1905), Sonata de Primavera (1904) y Sonata de invierno (1905); supuestas memorias del Marqués de Bradomín, una especie de donjuán, «feo, católico y sentimental». La vida de este peculiar caballero español aparece envuelta en un halo de misterio, aventuras, amores y provocación, en un ambiente de elegancia exquisita, pero decadente. Lo más destacable de las Sonatas, son sus valores formales, la prosa rica, refinada, sensual y llena de ritmo.

De esta primera época también es la trilogía de “La guerra carlista” (1908/1909), que narran episodios de la última guerra carlista de España.

Entre las obras de la última época destaca la que sin duda, es una de las mejores novelas de la primera mitad del siglo XX, «Tirano Banderas» (1926). La historia se centra en un supuesto dictador americano y no está localizada en un tiempo ni espacio concretos (aunque la ambientación lleva a pensar inmediatamente en México, país que Valle visitó varias veces). En ella sigue apareciendo la técnica esperpéntica, esa visión deforme y monstruosamente grotesca de los personajes. Merece destacarse el asombroso dominio de la lengua con la incorporación de giros y expresiones hispanoamericanas.

Por último las tres novelas del «Ruedo ibérico» (1927-1932), en las que Valle intenta reflejar la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98, ponen al descubierto la degradación social y moral de España durante esta época.


Pío Baroja (1872/1956)

Baroja tenía un talante independiente, solitario y sincero que le granjeó enemistades a lo largo de toda su vida. Era de ideología liberal que evolucionará con el tiempo hacia un cierto conservadurismo moral. Sin embargo, las críticas que parecen en sus libros tanto a sectores identificados tradicionalmente con las derechas como con las izquierdas, le enemistaron con los dos bandos enfrentados en la guerra civil.

Formación autodidacta: Estudió la carrera de medicina, que ejerció sólo durante un breve período de tiempo; luego se trasladó a Madrid para regentar un negocio familiar de panadería. Su formación literaria fue anárquica y muy personal, según él mismo confiesa en sus memorias: leyó sin cesar a los narradores y filósofos que le interesaban: Tolstoi, Dickens, Dumas, Schopenhauer, Kant, Nietzsche. Su producción narrativa: Se organizan en grupos de tres novelas (trilogías) que siguen un tema común. En estos relatos el autor parte de una observación de la realidad en muy variadas manifestaciones:

Sus obras

Primera etapa (1900-1912) Trilogías:

  1. La lucha por la vida (- La busca. – Mala Hierba. – La aurora roja);
  2. La tierra vasca (- La casa de Aizgorri. – El mayorazgo de Labraz. – Zalacaín el aventurero).
  3. La raza: (- La dama errante. – La ciudad de la niebla. – El árbol de la ciencia);
  4. El mar: (Las inquietudes de Shanti Andía-El laberinto de las sirenas- Los pilotos de altura.-)

Segunda etapa (1913-1936): (Memorias de un hombre de acción) serie de novelas sobre un personaje llamado Avinareta.

Tercera etapa (1939-…): Desde la última vuelta del camino (memorias).

El objetivo de la narrativa de Baroja era entretener al lector. Sus novelas se caracterizan por los siguientes rasgos:

  • Novelas centradas en un personaje -activo y dominador o pasivo y sin voluntad-
  • Acción y diálogos abundantes,
  • Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones (lo que permite al propio Baroja expresar sus ideas filosóficas, literarias y políticas).
  • Descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos
  • Cierto desaliño expresivo (exagerado por los críticos).

Novela Novecentista (Generación del 14)

Destacaremos a los escritores que introducen novedades importantes en el tratamiento de las novelas. Y entre ellos los principales serán Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró. Gran influencia tendrá la figura de Ramón Gómez de la Serna, pero más en el terreno de la poesía. Todos estos autores suponen una superación de los patrones o esquemas narrativos anteriores, aunque cada uno por un camino distinto: el lirismo (Gabriel Miró), la ironía o el humor (Ramón Gómez de la Serna, Wenceslao Fernández Flores), el intelectualismo (Pérez de Ayala) o la deshumanización.


Gabriel Miró

Destacan sus obras Nuestro Padre San Daniel (1921), y El obispo leproso (1926), que forman un bloque. Transcurren en Oleza (trasunto de Orihuela), representación de un mundo nebuloso, casi desaparecido, que el autor pretende rescatar. La acción es mínima. Lo fundamental es la creación de ambientes y de personajes. Miró aspira a captar la vida monótona y asfixiante de una comunidad cerrada. En la obra se desarrolla un enfrentamiento entre los que viven dominados por la idea del pecado y los que están abiertos a la felicidad y al disfrute humanos. Las cerezas del cementerio (1910) y El abuelo del rey (1915) son otras obras importantes.


Ramón Pérez de Ayala

(1888-1962): Comienza escribiendo en una estética noventayochista para pasar después a la novela «intelectual». Andrés Amorós divide su obra en tres etapas:

  1. Tetralogía que narra la vida de Alberto Díaz de Guzmán, personaje barojiano, «alter ego» del autor. Tinieblas en las cumbres (1907), A.M.D.G. -de marcado acento antijesuítico- La Pata de la raposa (1912) y Troteras y danzaderas (1913). Pérez de Ayala pretende «reflejar la crisis de la conciencia hispánica desde principios de este siglo».
  2. «Novelas poemáticas de la vida española», publicadas en 1916 en un solo volumen formado por tres relatos. Desaparece lo autobiográfico y ganan terreno las ideas. Están consideradas como novelas «puente» entre las dos etapas principales.
  3. En 1921 comienza su última y más lograda etapa. La acción disminuye; los personajes encarnan ideas o actitudes vitales. Su mejor obra, quizás, es Belarmino y Apolonio (1921).

Ramón Gómez de la Serna

Su vida y obra son una constante ruptura con lo establecido, con las convenciones. Dar conferencias vestido de torero o celebrar banquetes en quirófanos fueron algunas de sus excentricidades. Este carácter excéntrico caracteriza también su literatura. La base de su producción es la greguería, frase o apunte breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora insólita: «Humorismo + Metáfora = Greguería».

Como novelista, Ramón rompe los moldes del género. En sus obras cabe de todo. La más famosa es El torero Caracho (1927). No podemos olvidar El Novelista (1924), historia de un autor en busca de motivos para sus novelas y de imaginación. El doctor inverosímil (1921) narra la historia de un médico que cura por medio de extraños métodos.

La novela hacia 1927

En los mismos años en los que llega a su auge la generación poética de Guillén, Lorca… están escribiendo en líneas distintas al menos otros dos grupos de autores. El primero está formado por novelistas republicanos que padecieron el exilio: Juan Chabás, Rosa Chacel, Juan José Domenchina, Esteban Salazar Chapela, Max Aub o Francisco Ayala.


El siglo XX se inicia en España con un amplio movimiento de renovación cultural y artística que tiene dos momentos significativos: la Generación de 1898 (Miguel de Unamuno, Azorín, Ramón María del Valle-Inclán, Pío Baroja) y la llamada Generación de 1914.

Esta renovación, no alcanza muy particularmente al relato novelístico, al que impulsa a ensayar nuevas fórmulas. Así, propicia no sólo el desarrollo de una novela de corte psicológico, sino de una novela lírica en la que predomina la expresión de la subjetividad. Relacionada con esta actitud hay que considerar el escaso interés que los escritores de este periodo muestran hacia el relato tradicional de acontecimientos según un orden cronológico; y ello a pesar del enorme éxito de otro conjunto de narradores que se ciñen a los modos clásicos del relato para ponerlos ya al servicio del entretenimiento o la mera diversión, ya al del impulso reformista y social (Blasco Ibáñez, Felipe Trigo, v.gr.).

La ruptura del relato tradicional se logra mediante una gran variedad de procedimientos estructurales y estilísticos más o menos innovadores:

  1. multiplicación de puntos de vista,
  2. digresiones intelectualistas,
  3. preciosismo lingüístico que viene a revelar al narrador en detrimento del mundo narrado, simbolismo.

Esta línea renovadora la prolongarán los escritores del 14, muy especialmente Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró y Ramón Gómez de la Serna– sin desistir aún en su afán de encontrar un punto de equilibrio entre el realismo y el experimentalismo aislador. El resultado es la creación de un corpus novelístico que conjuga el acceso a un público potencialmente amplio con una exigencia de valoración estética. Y eso sin que se diluya en su totalidad la marcada preocupación reformista y social que tiñe la actividad de gran parte de los autores e intelectuales del momento.


El clima cultural en el que surge la joven novelística del 27 se caracteriza, pues, por una actitud antirrealista y por un decidido afán experimental. Esta nueva narrativa se congregó en la serie Nova Novorum de la Revista de Occidente. Allí se fragua un tipo de relato que ensaya la incorporación a la narración

  1. del estilo metafórico propio de la poesía,
  2. del fragmentarismo en boga en las artes plásticas y
  3. de la visión dinámica aprendida en el cine.

Se trata, por tanto, de una novela en la que la narración se libera de la dependencia de la historia, que rompe con la disposición lineal del tiempo, y que abre un amplio espacio para el distanciamiento irónico o humorístico.

Toda la narrativa del 27 se puede ordenar en dos grandes vertientes: la novela lírico-intelectual (Benjamín Jarnés, Antonio Espina, Mauricio Bacarisse, Francisco Ayala, Pedro Salinas) y la humorística (Jardiel Poncela, Edgar Neville).

Sin embargo, la crítica ha ignorado, cuando no despreciado, la importancia de este relevante grupo de escritores que sintoniza perfectamente con las modernas tendencias europeas de la época.

Pese a la repercusión de las Vanguardias, entre finales de la década de los 20 y 1935 surge una generación de narradores que, opuesta al arte deshumanizado, cultiva una novela realista y de finalidad social. Esta nueva generación se propone una manifiesta rehabilitación de lo humano, del valor testimonial y de la trascendencia moral y política de la literatura. Figura clave en esta evolución de la novela es José Díaz Fernández. Junto a él, son considerados precursores de la narrativa comprometida Joaquín Arderíus, Ramón J. Sender y César Arconada, entre otros.

Morfología: Los monemas

Los monemas

El monema es la unidad de la primera articulación del signo lingüístico. Esto quiere decir que cualquier palabra puede ser dividida en unidades más pequeñas, dotadas de un significante y un significado. Así pues, una palabra podrá estar constituida por uno o más monemas.

Los lexemas

No todos los monemas significan de la misma forma. Distinguimos, en primer lugar, los lexemas, que son los que aportan el significado fundamental de la palabra; por ello se dice que son como la raíz de la palabra.

Los morfemas

Además tenemos otros tipos de monemas, los morfemas, que desempeñan dos funciones: añaden nuevos matices a la significación básica del lexema y sirven para relacionar unos lexemas con otros.

Clases de morfemas

a. Morfemas dependientes o trabados: son aquellos que necesitan unirse a un lexema para tener significado.

  1. Morfemas dependientes derivativos o afijos.

Modifican el significado básico del lexema.

  • sufijos: si se colocan después del lexema.
  • prefijos: si preceden al lexema.
  • interfijo: Se sitúan entre los prefijos y el lexema, o entre el lexema y los sufijos para evitar la cacofonía (sonido desagradable) entre dos sonidos. No tienen ninguna significación.
  1. Morfemas dependientes gramaticales. Frente a los afijos, otros morfemas no sólo modifican el significado básico del lexema, sino que además nos sirven para relacionar esa palabra con otras. Ocupan siempre la posición final de la palabra y sirven para expresar los accidentes gramaticales. Se llaman flexivos porque nos muestran las diversas posibilidades o flexiones de una palabra. Los morfemas flexivos del verbo reciben el nombre especial de desinencias. La información que ofrecen es de tipo gramatical, como el género, el número, la persona, el modo, etc.

b. Morfemas independientes o libres: son aquellos que no necesitan ir unidos a ningún lexema, sino que forman (o pueden formar) por sí solos una palabra. Son morfemas independientes los determinantes, las preposiciones y las conjunciones.


Clases de palabras según sus monemas

Atendiendo a los distintos tipos de monemas que pueden componer una palabra, estas pueden clasificarse en distintas clases:

  • simples: un sólo lexema o un morfema independiente. Ej.: cocodrilo: lexema; en: morfema independiente.
  • derivadas: un lexema más morfemas derivativos o afijos. Ej.: avion-eta :lexema+morfema derivativo.
  • compuestas: dos o más lexemas. Ej: motocarro: lexema+lexema. Dos o más morfemas independientes. Ej.: dieciséis: morfema independiente+morfema independiente+morfema independiente. Lexema (o lexemas) y morfema independiente. Ej.: sinfín: morfema independiente+lexema. Verdiblanco: lexema+morfema independiente+lexema.

Al formar una palabra compuesta, tenemos que tener en cuenta que unimos las palabras y, en parte, los significados, pero el significado final no equivale a la suma de los significados parciales, sino que se refiere a una realidad nueva. Se suman significados lingüísticos, no referentes.

También hay que tener en cuenta que muchas palabras compuestas se han formado partiendo de lexemas latinos y griegos, para referirse a nuevas realidades que no existían ni en tiempos de los griegos ni de los romanos. Ej: televisión: lexema+lexema.

  • parasintéticas: Hay dos conceptos diferentes de parasíntesis, que no guardan relación entre sí.

a. Dos o más lexemas más morfemas derivativos o afijos. Es decir, es la suma de composición más derivación. Ej: baloncestista: lexema+lexema+sufijo.

b. Prefijo más sufijo que se necesitan obligatoriamente. No existe la palabra formada por el prefijo más el lexema, o el lexema más el sufijo. Ej: engranaje: prefijo+lexema+sufijo, sin que exista *engrano ni *granaje.

Morfología: Prefijos y sufijos

Prefijos más usuales

PREF.

Significado

PREF.

Significado

PREF.

Significado

a-

negación

ex-

hacia fuera

pro-

delante

ante-

anterioridad

extra-

fuera de

re-

repetición

circun-

alrededor

hiper-

superioridad

sobre-

exceso

contra-

oposición

hipo-

inferioridad

sub, su-

debajo

des-,de-

privación

in,im,i-

negación

trans-

al otro lado

en-

dentro de

post-

posterioridad

ultra-

más allá.

entre-

intermedio

pre-

anterioridad

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