Evolución de la Narrativa Española Durante la Dictadura: Realismo, Existencialismo y Experimentación

El Género Narrativo como Reflejo de la España Franquista

El género narrativo se convierte en el espacio favorito de los intelectuales españoles para reflexionar sobre las convulsiones que sacuden el país. De ahí que la novela realista sea la manifestación más elegida. Este género evoluciona a la par que la dictadura: en los primeros años, la férrea censura marcará los temas y las estrategias narrativas de los autores. A medida que el régimen abría fronteras a inversiones y turistas extranjeros, entraban nuevas técnicas y autores desconocidos hasta el momento que influirán en la producción narrativa.

Años 40

Se da una convivencia de las novelas denominadas existenciales con las novelas de carácter propagandista y belicista. Estas últimas, las novelas heroicas, se basaban en la ideología del bando vencedor y no resistieron el paso del tiempo. Utilizaban un lenguaje grandilocuente y eran obras en las que Dios, la patria o la familia tenían el protagonismo. Un ejemplo de esta literatura son las obras de Rafael García Serrano.

Desde una perspectiva literaria, en esta época destaca la novela existencial o desarraigada. En ella se nos muestra a un protagonista individual oprimido, indeciso, frustrado; también aparecen personajes violentos, marginados, desorientados… que a través de un lenguaje claro y una técnica basada en el narrador en primera persona y el monólogo interior, nos muestra un pesimismo evidente al hablar de temas como la incertidumbre del destino, la soledad o la muerte. Este tipo de obras buscan reflejar la realidad española del momento, en la que la ausencia de comunicación personal era la tónica dominante. Obras como Nada de Carmen Laforet, o La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes son un claro ejemplo de novela existencial.

En La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, encontramos una variación de la novela existencial: el tremendismo. Se basa en un personaje mucho más radical y violento, un hombre sin ideales que nos muestra los detalles más escabrosos y sórdidos del ser humano.

Los Años 50

En esta década, se da una ligera apertura hacia el exterior que inicia una progresiva y lenta europeización. Aparecen las primeras protestas en contra del régimen y leer a autores extranjeros comienza a ser una realidad. Por ello, la novela de estos años se asimila con la novela europea del momento, la novela social.

  • Se pasa de un narrador individual en la década anterior a un narrador observador que hace hablar a sus personajes.
  • El protagonista ahora es colectivo o múltiple, un conjunto de personajes encarnan los problemas sociales que el autor trata de presentar: condiciones duras del campo, atraso económico y cultural, miseria y marginación de los suburbios…
  • Se muestra la dicotomía entre las duras condiciones de obreros y campesinos y la vida acomodada e insustancial de la burguesía.

En cuanto a las técnicas narrativas, destaca la condensación espacial y temporal: la historia sucede en un solo lugar (barrio, ciudad) y en un tiempo novelesco breve, pocos días. Esta condensación contrasta con las múltiples acciones protagonizadas por los distintos personajes. El modo de narrar es casi cinematográfico, la voz del narrador desaparece y priman los diálogos y los autores se decantan por un enfoque de realismo crítico u objetivismo.

Vemos la evolución de autores como Cela o Delibes con obras como La colmena o El camino y la aparición de nuevos autores: Rafael Sánchez Ferlosio y su obra El Jarama.

Los Años 60

La progresiva apertura de la dictadura conlleva la aparición en España de los grandes novelistas del s. XX: Proust, Kafka, Joyce, Faulkner… y de los autores del boom latinoamericano: García Márquez, Vargas Llosa… lo que, unido al agotamiento de la estética realista, provoca un cambio radical en la novela española. Cambio que se prolongará hasta el fin de la dictadura e incluso en democracia. Aparece la novela experimental.

En la novela experimental se rechaza la importancia del argumento y aparece lo alucinante, lo simbólico, mítico, onírico… El personaje colectivo de los 50 da paso a un protagonista individual en conflicto con su entorno y consigo mismo.

Entre las técnicas narrativas, destaca:

  • Punto de vista múltiple, a través del que se evita una visión única de lo narrado al dar voz a personajes secundarios.
  • Cronología desordenada y fragmentación de la historia, con los que desaparece el orden lineal y aparecen secuencias en las que se interrumpe el discurso o se narran hechos simultáneos.
  • Se vuelve al monólogo interior y al estilo indirecto libre: los pensamientos de los personajes son más importantes que sus conversaciones.

Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, Cinco horas con Mario, de Delibes o Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé son algunos ejemplos de este tipo de novela.

Narrativa en el Exilio

El desconocimiento de lo que escribían los autores españoles en el exilio por la censura y la lejanía geográfica llevó a una mitificación de estos escritores en el territorio español. Esta novela se caracteriza por un tono de testimonio personal y denuncia y trata temas como el exilio, los tiempos de guerra o la derrota. Destacan Ramón José Sender (Réquiem por un campesino español), Rosa Chacel (Barrio de Maravillas), Max Aub o Francisco Ayala (El tiempo y yo).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *