La Narrativa Española del Siglo XX hasta 1939: Un Recorrido Literario
1. Continuidad del Realismo y Naturalismo
A finales del siglo XIX, la transición hacia nuevas corrientes literarias no implicó una ruptura total con el Realismo y el Naturalismo. De hecho, se observa una continuación del Naturalismo radical, especialmente en autores como Vicente Blasco Ibáñez, cuyas primeras novelas de ambiente valenciano (Arroz y Tartana, 1894; La Barraca, 1898) son muy conocidas. Posteriormente, Blasco Ibáñez exploró temas sociales en sus obras. La conexión entre el Naturalismo, las ideas políticas revolucionarias, la bohemia y el Modernismo se manifiesta en autores como Alejandro Sawa y en los escritores de la novela erótica (Felipe Trigo, Eduardo Zamacois). Esta tendencia continuó en la segunda generación del siglo con autores como Concha Espina y Ricardo León.
2. Renovación Novelística: El Surgimiento de Nuevas Voces
El año 1902 marcó un punto de inflexión con la publicación de obras clave como La voluntad de Azorín, Camino de Perfección de Baroja, Amor y Pedagogía de Unamuno y Sonata de Otoño de Valle-Inclán. Estos autores, pioneros en su tiempo, expresaron las inquietudes del hombre contemporáneo y se distanciaron del Realismo en busca de una expresión más profunda de la realidad interior. Cada uno, con su estilo particular, inició un camino innovador que culminaría en las décadas siguientes.
2.1. Innovaciones Novelescas
Este período se caracteriza por una reacción contra los cánones del Realismo, aún vigente en autores como Galdós y en la literatura comercial. En las élites intelectuales, se observa una tendencia que oscila entre el Modernismo y las preocupaciones humanas, sociales, religiosas y existenciales propias de la Generación del 98. La novela novecentista fusionó las innovaciones y las vanguardias con la herencia realista y naturalista, creando una diversidad similar al mercado literario actual. Las características más destacadas de esta nueva forma de entender la novela son:
- Pérdida de relieve de la historia: La trama pierde importancia en favor del discurso y la novela se convierte en un vehículo para transmitir inquietudes extraliterarias.
- Centralización en la problemática del héroe: La novela se enfoca en el mundo interior del protagonista, sustituyendo la acción por la percepción y presentando al personaje en su lucha existencial.
- Momentaneidad y fragmentarismo: La narración se fragmenta en estampas, con elipsis, saltos temporales y alusiones que contribuyen a la indeterminación de los hechos.
- Dramatización: El diálogo adquiere importancia, el narrador se borra y los personajes hablan por sí mismos, influenciados por las ideas de Schopenhauer.
3. Principales Autores
3.a. Pío Baroja
Pío Baroja (1872-1956), médico de formación, se dedicó a la literatura tras una breve experiencia en la panadería familiar. Su personalidad individualista y sincera lo convirtió en un inadaptado, crítico con casi todo: religión, clero, militarismo, academia, retórica, antisemitismo, monarquía y socialismo. Se autodefinió como un «parrajaco del individualismo», pesimista y rebelde contra lo que consideraba falso. Su obra refleja su visión de la sociedad como una lucha por la supervivencia y su búsqueda de sentido en la filosofía de Kant, Schopenhauer y Nietzsche.
3.a.1. Personalidad
Baroja, un individualista y pesimista, rechazaba la integración social y veía la conducta humana en términos biológicos. Su escepticismo se extendía a la religión y la política, aunque en su juventud tuvo contacto con el anarquismo. Sus personajes son a menudo inconformistas, ya sean hombres de acción o abúlicos.
3.a.2. Teoría de la novela y estilo literario
Baroja defendía un arte moderno impresionista, caracterizado por la sencillez, claridad y espontaneidad. Rechazaba la minuciosidad descriptiva del Realismo y las florituras del Modernismo. Sus novelas se caracterizan por el diálogo, el tono conversacional y la ausencia de un plan previo. La figura del personaje central es fundamental para la coherencia del relato, que a menudo es fragmentario. Baroja se distancia del narrador objetivo del Realismo, incluyendo apreciaciones de los personajes.
3.a.3. Obra literaria
La obra de Baroja es extensa, con sesenta y seis novelas, relatos cortos, obras de teatro, ensayos y memorias. Se distinguen tres etapas:
- Primera etapa (1900-I Guerra Mundial): Obras como Camino de perfección (1902), El mayorazgo de Labraz (1903), la trilogía La lucha por la vida (1904-1905), César o nada (1910) y El árbol de la ciencia (1911).
- Segunda etapa (hasta la Guerra Civil): Novelas de aventuras como La sensualidad pervertida (1920), Los pilotos de altura (1929) y la serie Memorias de un hombre de acción (1913-1935).
- Tercera etapa (durante el franquismo): Su capacidad creativa decae, destacando sus memorias.
4. Miguel de Unamuno
Miguel de Unamuno (1864-1936), filósofo y escritor, vivió una vida marcada por la lucha y la contradicción. Fue rector de la Universidad de Salamanca y sufrió el destierro durante la dictadura de Primo de Rivera. Su personalidad fue fuerte y desgarrada, con una relación agónica con el cristianismo. Militó en el PSOE, pero luego se centró en los problemas existenciales y espirituales.
4.1. La narrativa de Unamuno
Unamuno rompió con la tradición realista, creando un concepto libre de novela. Su primera novela, Paz en la guerra (1897), es deudora del Realismo. En Amor y pedagogía (1902), ya se observa su tendencia a vehicular reflexiones filosóficas a través de la literatura. Acuñó el término «nivola» para referirse a su novela Niebla (1913), donde el autor se convierte en personaje. Otras obras importantes son Abel Sánchez (1917), La tía Tula (1921) y San Manuel bueno, mártir (1930). Sus personajes están llenos de contradicciones y angustias, y el diálogo es fundamental en sus obras.
4.2. El resto de la obra de Unamuno
Unamuno escribió poesía, teatro y ensayo. Su poesía refleja sus preocupaciones filosóficas, con un verso libre poco musical. Su teatro es experimental, con densos diálogos y monólogos. En el ensayo, desarrolló un pensamiento propio, con obras como Vida de don Quijote y Sancho (1905), Del sentimiento trágico de la vida (1913) y La agonía del cristianismo.
5. Otros Autores
5.1. Azorín
Azorín (José Augusto Trinidad Martínez Ruiz) (1873-1967), ensayista, novelista y crítico, se caracterizó por su ruptura con el Realismo. Sus novelas son autobiográficas, con una ausencia de hilo narrativo y un predominio de lo descriptivo y discursivo. Destacan La Voluntad (1902), Antonio Azorín (1907) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904).
5.2. Valle-Inclán
Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936), escritor modernista, cultivó la novela histórica y el esperpento. Sus Sonatas (1902-1905) son obras modernistas con una prosa rítmica y refinada. En La guerra Carlista (1908-1909), aparece un lenguaje desgarrado y bronco. Sus novelas de última época, El Ruedo Ibérico y Tirano Banderas, entran en la etapa del esperpento.
5.3. Los novelistas del Novecentismo
Los novelistas de la «Generación del 14» se dividen en dos líneas: los que continúan modos narrativos anteriores y los que buscan la renovación. Gabriel Miró y Ramón Pérez de Ayala destacan por su superación de los patrones narrativos y estilísticos del Realismo.
5.3.1. Gabriel Miró (novela lírica)
Gabriel Miró (1879-1930) se caracteriza por su sensibilidad y capacidad de captar sensaciones. Sus novelas se dividen en dos etapas: la decadentista (1901-1911), con obras como Las cerezas del cementerio (1910), y la novecentista (1912-1928), con obras maestras como Nuestro padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926).
5.3.2. Ramón Pérez de Ayala (novela intelectual)
Ramón Pérez de Ayala (1880-1962) pasó por dos etapas: una realista con una visión pesimista y una última etapa donde abandona el realismo a favor del simbolismo caricaturesco. Destacan La pata de la raposa (1912), Troteras y danzadoras (1913), Belarmino y Apolonio (1921) y Tigre Juan (1926).
5.4. Los novelistas de vanguardia
En los años veinte, surgió una producción novelística vinculada a las vanguardias, con Ramón Gómez de la Serna como iniciador.
5.4.1. Ramón Gómez de la Serna
Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) rompió los moldes del género, con novelas que reflejan el mundo de su época, con temas prohibidos y una obsesión por la muerte. Destacan El torero Caracho (1926), El caballero del hongo gris (1928) y sus novelas eróticas.
5.4.2. Benjamín Jarnés
Benjamín Jarnés (1888-1949) fue considerado cabeza de grupo de nuevos narradores. Sus novelas, autobiográficas, giran en torno a un solo personaje y proclaman un ideario de libertad. Destaca Locura y muerte de Nadie (1929).