Evolución de la Narrativa Española de Posguerra (1940-1975)

Tras la Guerra Civil, muchos escritores mueren (Unamuno) o se exilian, y el Franquismo impone la censura y la imposibilidad de importar textos extranjeros. La narrativa tiene varias etapas.

La narrativa en el exilio

Los narradores exiliados comparten el recuerdo de la guerra y de España, escenarios ligados a su exilio y la reflexión sobre temas existenciales. Algunos son Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español), Max Aub y Francisco Ayala, que trata las dictaduras militares en Muertes de perro y El fondo del vaso, usando el perspectivismo.

El tremendismo y la novela existencial (años cuarenta)

En los años cuarenta, además de autores partidarios del Franquismo, se desarrollan dos tendencias realistas:

  • El “tremendismo”: Caracterizado por historias violentas y desgarradas y ambientes miserables, con personajes marginales con un lenguaje bronco. Su libro más representativo es La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, donde el protagonista justifica sus crímenes a la espera de ser ejecutado.
  • El realismo existencial: Muestra la angustia por la existencia, la tristeza y la frustración de la vida cotidiana por la incertidumbre del destino. Hay menos espacio y personajes. Destacan Nada, de Carmen Laforet, basada en su experiencia como estudiante en la Barcelona de la posguerra; y La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes.

El realismo social (años cincuenta)

En los años cincuenta, la narrativa evoluciona hacia el realismo social, con temas como la crítica al régimen y la denuncia de las injusticias sociales. El cambio social que buscan los novelistas se manifiesta en dos corrientes:

  • La novela social objetivista o neorrealismo: Basado en la psicología conductista, donde el narrador es externo y adopta el punto de vista de una cámara de cine. Los personajes se caracterizan por cómo actúan o hablan (lenguaje coloquial) y la acción aparece en secuencias, sin casi argumento, concentrando el tiempo y el espacio, con una estructura abierta. Obras representativas son El Jarama (Rafael Sánchez Ferlosio), Entre visillos (Carmen Martín Gaite), El fulgor y la sangre (Ignacio Aldecoa) y Los bravos (Jesús Fernández Santos).
  • El realismo crítico: Iniciado con La colmena (Camilo José Cela), novela de personaje colectivo y compleja estructura, donde el argumento se divide en secuencias que el lector debe unir y cuya acción tiene lugar en la posguerra, con intención crítica. En estas novelas, el autor pretende denunciar las injusticias y desigualdades sociales, como la dureza del mundo rural (Las ratas, Miguel Delibes), la explotación de los obreros o la hipocresía burguesa (Los gozos y las sombras, de Gonzalo Torrente Ballester). Los personajes son indefensos e indecisos (antihéroes), presentados como arquetipos de la clase que encarnan. Se escribe con un estilo sencillo.

La novela experimental (años sesenta y setenta)

A partir de los años sesenta, la industrialización, la flexibilidad de la censura o la llegada de la novela hispanoamericana produjeron una renovación de la narrativa. La sociedad española sigue siendo referente de muchas novelas, pero también importan los aspectos más formales, para reflejar una visión total de la realidad. Esta dirección supone un nuevo enfoque del realismo social.

Así, la novela experimental o estructural indaga en el perspectivismo, utiliza diversas estructuras (caleidoscopio), utiliza las tres personas en la narración, el diálogo y el monólogo interior (Tiempo de silencio, Luis Martín Santos y Cinco horas con Mario, Delibes), incluye digresiones del autor y se unen distintos géneros y tipologías textuales, como un informe policial, un programa de festejos o el testimonio de un personaje (Señas de identidad, Juan Goytisolo), haciendo al lector más activo. Otras obras son Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé, La saga / fuga de J. B., de Torrente Ballester, que mezcla la realidad, la locura y la fantasía, y San Camilo, de Camilo José Cela.

En los años setenta, el argumento recupera importancia y se empieza a cultivar la novela policíaca (Yo maté a Kennedy, Manuel Vázquez Montalbán) y la histórica (La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza).

En definitiva, la narrativa española tras la Guerra Civil evoluciona desde reproducir la miseria moral y económica de la inmediata posguerra a obras ligadas con la nueva narrativa europea y americana, sin perder la referencia a España. Muchos autores evolucionan artísticamente, por lo que pertenecen a varias etapas, como Camilo José Cela o Miguel Delibes, aunque algunas de sus obras son características de una determinada corriente. Otros, como Torrente Ballester, escribe sus obras más importantes a partir de los sesenta, aún perteneciendo cronológicamente a los cuarenta.

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