El Teatro Español desde la Posguerra hasta Nuestros Días
Teatro de la Década de los 60: Vanguardia y Surrealismo
A finales de la década de los 60, se consideró que el drama social había agotado sus posibilidades. Se recogieron las vanguardias y se inauguró una nueva forma de concebir el teatro, dando lugar a lo onírico y a los elementos surrealistas.
El teatro adoptó una actitud crítica, pero de manera alegórica, utilizando símbolos. Incorporó técnicas de otros tipos de arte como la danza, y se rompió la barrera entre el espectador y los actores.
Destacaron figuras como Fernando Arrabal en el teatro surrealista o “teatro pánico”, con obras como Pic-Nic y El cementerio de automóviles. En el teatro vanguardista, sobresalió Francisco Nieva con Pelo de tormenta.
Teatro desde la Década de los 70 hasta la Actualidad
A partir de 1975, el teatro se manifestó en España con vigor. La llegada de la democracia favoreció al teatro y la libertad de expresión.
Surgieron teatros nacionales con actores como Miguel Narros o Adolfo Marsillach. También se desarrolló un teatro tradicional, destacando José Sanchís Sinisterra con ¡Ay, Carmela!, José Luis Alonso de Santos con La estanquera de Vallecas o Bajarse al moro, y Fernando Fernán Gómez con Las bicicletas son para el verano.
Algunas compañías relevantes fueron Els Comediants, La Fura dels Baus y Els Joglars.
Se creó la Compañía Nacional de Teatro Clásico, se consolidaron los teatros independientes, las compañías de aficionados, el teatro de calle y el teatro independiente. Se recuperaron clásicos como Lorca, Valle-Inclán y Alberti, y se experimentó el éxito de la comedia musical. Entre los autores importantes de esta época se encuentra Ana Diosdado.
Apareció el Teatro de la Abadía, continuadores del realismo renovado, en Madrid, la RESAD y en Barcelona, la Sala Beckett. Destacaron Ernesto Caballero, Paloma Pedrero y, en Barcelona, Sergi Belbel.
También se dio la promoción de los noventa, con eclecticismo y pastiche, tratando temas como el racismo, el totalitarismo y la visión negativa de la sociedad. Aquí destacaron Juan Mayorga con Cartas de amor a Stalin o Angélica Liddell con Perro muerto en una tontería.
La Poesía Española de 1939 a 1975
La Guerra Civil en España provocó la muerte de poetas representativos de generaciones anteriores como Lorca, Machado o Unamuno. La censura y la represión del régimen limitaron la libertad creadora, y muchos autores se vieron forzados al exilio.
La Generación del 36, también conocida como la generación extinguida o cortada, fue marcada por la Guerra Civil. Se dio la poesía del exilio, cuyo tema principal era la guerra, y algunos autores importantes fueron Salinas, Prados, Altolaguirre o Alberti. Esta poesía era rehumanizadora.
Destacó especialmente Miguel Hernández, como puente de unión entre la Generación del 27 y la del 36. Poseía una gran imaginación metafórica. Tuvo dos etapas: la primera, influenciada por el estilo de Góngora, con obras como Perito en lunas y El rayo que no cesa, de temas amorosos, pena y muerte. Posteriormente, escribió Viento del pueblo y El hombre acecha. Y, por otra parte, Cancionero y romancero de ausencias, que dedicó desde la cárcel a su esposa e hijo, incluyendo “Nanas a la cebolla”.
Poesía de los Años 40: Evasión y Existencialismo
Conocida como la del “36”, destacaron Rosales (La casa encendida), Ridruejo (Elegía) y Panero (Escrito a cada instante). Surgió en torno a las revistas Escorial y Garcilaso.
Estos poetas, que habían luchado en el bando nacional, practicaban una poesía clasicista, con España y Dios como protagonistas, denominada “poesía arraigada”.
Con Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, se dio lugar a una “poesía desarraigada” en torno a la revista Espadaña. Con verso libre, imprecaciones a Dios, expresión de la angustia existencial y la circunstancia histórica que estaban viviendo.
Fueron importantes Miguel Hernández (lo poco que pudo escribir tras la guerra) y Blas Otero (Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia).
Poesía de los Años 50: Poesía Social
La poesía social, cívica o comprometida se basaba en la experiencia colectiva, reflejaba la realidad del país y a los más desatendidos de la sociedad. Su mayor representante es Dámaso Alonso con Hijos de la ira.
La poesía fue concebida como un instrumento para la denuncia y el compromiso, dirigida al pueblo, destacando Blas Otero con “A la inmensa mayoría”. Se usaba un lenguaje claro y para luchar. También destacaron José Hierro con Pueblo cautivo o Carlos Bousoño.
El Teatro desde la Posguerra hasta Finales del Siglo XX
La censura franquista afectó al teatro. Los empresarios teatrales eran muy cautelosos con las obras, prefiriendo aquellas acordes con el gusto burgués, destacando las de corte benaventino.
Destacaron autores como Bertolt Brecht, Eugène Ionesco o Samuel Beckett.
Teatro de la Década de los 40: Teatro Burgués y Alta Comedia
El teatro de la década de los 40 se caracterizó por ser un teatro burgués y de alta comedia, cuyo creador fue Jacinto Benavente.
Algunos autores representativos fueron Joaquín Calvo Sotelo con Una muchachita de Valladolid; Juan Ignacio Luca de Tena con ¿Dónde vas, Alfonso XII? o José María Pemán con Los tres etcéteras de Don Simón.
Paralelamente, se dio el teatro de humor, de situaciones inverosímiles. Destacaron Jardiel Poncela con Eloísa está debajo de un almendro y Miguel Mihura con Tres sombreros de copa o Maribel y la extraña familia.
Asimismo, se dio un teatro poético o de ensueño, en el que es importante Alejandro Casona con Los árboles mueren de pie.
Teatro de la Década de los 50: Teatro Social
El teatro de la década de los 50 fue un teatro disconforme con el sistema político. Intentó innovar, pero no llegó a escenarios importantes, clasificándose como un teatro soterrado.
Destacó la obra de Buero Vallejo, Historia de una escalera, que inauguró el teatro social. Con autores representativos como Alfonso Sastre con La mordaza o Guillermo Tell tiene los ojos tristes; Laura Olmo con La camisa y Antonio Gala con Los verdes campos del Edén.
Teatro de la Década de los 60: Generación Realista
En la década de los 60 aparecieron autores de la llamada Generación Realista, entre los que destacaron Carlos Muñiz con El tintero; José Martín con Las salvajes en Puente San Gil; Rodríguez Méndez con Los inocentes de la Moncloa y Antonio Gala con Noviembre y un poco de hierba.
Poesía de los 60: Autoconocimiento y Experiencia Personal
Se usaban temas universales y una actitud moral ante la poesía.
Destacaron Ángel González (Áspero mundo), Jaime Gil de Biedma (Compañeros de viaje), Claudio Rodríguez (Don de la ebriedad) y José Agustín Goytisolo (Palabras para Julia).
Poesía de los 70: Los Novísimos
Conocidos como “los novísimos” o “poetas venecianos”, por la antología de José María Castellet publicada en 1970, Nueve poetas novísimos, se caracterizaron por el culturalismo, el desdén por la poesía moral, una vuelta a la experimentación vanguardista, el surrealismo y el cosmopolitismo.
Aparecieron el cine, los mass media y el cómic. Destacaron Gimferrer (Arde el mar), Guillermo Carnero (Dibujo de la muerte) o Leopoldo María Panero (Así se fundó Carnaby Street).
A partir de aquí se dio la heterogeneidad. Están la poesía experimental de Jenaro Talens, el clasicismo de Luis Antonio Villena o Luis Alberto de Cuenca, la poesía de la experiencia de Luis García Montero o Blanca Andreu y su poesía neorrealista.
También está la poesía pura de Andrés Sánchez Robayna, la poesía del silencio de Miguel Casado, la de la diferencia con la restauración de la poesía en el ámbito público de Fernando Villena o Antonio Enrique.
Poesía en el Siglo XXI
Durante los últimos 15 años, se dio la aparición de editoriales para la difusión de la poesía. En 2005, en la Feria del Libro, los escritores Luis García Montero y Luis Alberto de Cuenca dijeron que “apunta ya una nueva promoción de jóvenes poetas”.
Se da una rebeldía ante las convenciones estéticas y sociales, el amor, el eros o el sexo son los temas principales. Destaca Mi primer bikini de Elena Medel.
Los poetas de esta generación tienen formación universitaria y claras conexiones con otros géneros como el microrrelato y el teatro, también musicales, series y películas.