Evolución de la Literatura Española: Del Romanticismo al Franquismo

Características de la Literatura Romántica

A finales del siglo XIX tuvo lugar la Revolución Francesa (1789) que aportó un nuevo marco político, ideológico y cultural en Europa. El Romanticismo se caracteriza por:

  1. La Rebeldía: Los románticos cuestionan la moral de su tiempo y los valores burgueses, por ello dedican numerosos textos a personajes marginales.
  2. La Evasión: El enfrentamiento con la sociedad y la realidad propicia la huida hacia épocas pasadas (especialmente a la Edad Media) y lugares remotos.
  3. La Proyección en la Naturaleza: Los románticos expresan a través de la naturaleza sus emociones; ambientes tenebrosos, paisajes agrestes, mares embravecidos…
  4. El Nacionalismo: El Romanticismo se interesa por lo que se considera manifestaciones genuinas del alma de los pueblos, de ahí que se recojan las formas populares y tradicionales de la literatura y se recopilen las leyendas tradicionales y cuentos.

El Modernismo

A finales del siglo XIX triunfa el movimiento artístico conocido como Modernismo. El Modernismo tiene su origen en Hispanoamérica, pues son José Martí (poeta cubano) y Rubén Darío (nicaragüense) quienes lo crean y difunden. La publicación en 1888 de Azul…, de Rubén Darío, se ha considerado tradicionalmente como el punto de arranque del Modernismo.

Entre esas características pueden destacarse las siguientes:

  1. Se trata de literatura esteticista, es decir, se busca la belleza por encima de todo. En poesía se dará gran importancia al ritmo y a la musicalidad, lo que traerá consigo la renovación de las formas métricas.
  2. Los autores buscan una evasión de la realidad, es habitual que se hable de épocas pasadas (como la Edad Media o la mitología grecolatina), de ambientes lujosos y refinados (palacios, castillos…) y de civilizaciones exóticas (China, Japón, La India…). Además, se prefieren los espacios urbanos y cosmopolitas.
  3. En cuanto a los temas, se suelen expresar sentimientos como el hastío, la desidia, la melancolía…
  4. En muchos casos se recurre a elementos simbólicos, como el cisne, que se convirtió en símbolo de la estética modernista.

El Realismo

Surgido en la segunda mitad del siglo XIX, el Realismo sustituyó la exaltación sentimental y el despliegue imaginativo de la literatura romántica por la observación y la representación fidedigna del entorno. Su intención no era evadirse de la realidad ni formular ideas inalcanzables como en el caso del Romanticismo, sino retratar con verosimilitud y con intención crítica la sociedad de su tiempo, con el deseo de transformarla y mejorarla a través de la literatura.

Guiados por ese propósito, los autores realistas consideraron que la novela era el género literario idóneo para sus fines. La novela constituía también, por otra parte, el género preferido por el público lector, perteneciente en su mayor parte a la burguesía, ya que encontraban representados en ella sus intereses e inquietudes.

El Novecentismo o Generación del 14

En la segunda década del siglo XX surgió un grupo de escritores caracterizados por su intelectualismo, su afán europeísta y su búsqueda de un arte puro, es decir, de un arte libre de vinculaciones con la realidad y de toda forma de sentimentalismo. Este grupo se conoce como Generación del 14. El principal representante de la poesía novecentista es Juan Ramón Jiménez.

La Generación del 27

En los años 20 surgió un grupo nuevo de escritores conocidos como la Generación del 27. Recibe este nombre porque se reunieron en 1927 para conmemorar el tricentenario de la muerte de Luis de Góngora. Estos autores de formación intelectual admiraban la poesía de Juan Ramón Jiménez y las ideas de Ortega y Gasset. Sin embargo, los poetas del 27 no se conformaron con imitar el modelo de poesía desnuda y el arte deshumanizado, sino que incorporaron nuevos elementos formales y temáticos, fundiendo vanguardia y tradición en sus obras. A esta generación pertenecen, entre otros, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego y Vicente Aleixandre.

La Literatura durante el Franquismo

1. Contexto General

La dictadura implantada por el general Francisco Franco al término de la Guerra Civil puso fin de manera abrupta a la llamada Edad de Plata (la literatura del primer tercio de siglo). La conclusión de la guerra trajo consigo, en un primer momento, una literatura que intentaba expresar el horror y la angustia.

A finales de los años 40, la difícil situación económica de la posguerra desembocó en el nacimiento de la literatura social, que abordaba problemas colectivos como la pobreza, el hambre o la desigualdad. La mejora de la economía en los años 60 y el cansancio de la literatura social desembocaron en la búsqueda de nuevos modelos. Se abandonó la concepción instrumental de la poesía y se compusieron novelas experimentales.

2. La Lírica en el Franquismo

2.1. De la Poesía Desarraigada a la Poesía Social

Tras la Guerra Civil surgieron dos tipos de poesía: la poesía arraigada y la desarraigada. La poesía arraigada, cultivada por autores como Leopoldo Panero o Luis Rosales, era afín al régimen franquista y se caracterizaba por su tono optimista. La poesía desarraigada, por el contrario, expresaba un sentimiento de angustia ante la vida. Destacan Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, y dos poemarios de Blas de Otero: Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia. Dentro de la poesía social destacaron Blas de Otero, Gabriel Celaya y José Hierro.

  • Blas de Otero: «Pido la paz y la palabra»
  • Gabriel Celaya: «La poesía es un arma cargada de futuro»
  • José Hierro: Abordó los temas sociales en obras como Tierra sin nosotros.

3. La Novela en el Franquismo

3.1. La Novela de los Años 40

La publicación de La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela, marcó el inicio de una nueva tendencia, el tremendismo, que abordaba con crudeza los aspectos más sórdidos de la realidad.

Otra obra relevante fue la novela Nada (1945), de Carmen Laforet.

3.2. La Novela Social de los Años 50

De nuevo fue un libro de Cela, La Colmena (1951), el que dio origen a esta corriente. Entre los rasgos de la novela social destacan los siguientes:

  1. El narrador intenta reflejar los hechos con objetividad y reproduce los diálogos como si los hubiese grabado previamente. Un ejemplo es El Jarama (1956), de Rafael Sánchez Ferlosio.
  2. La novela no se centra en un único protagonista, sino en la vida de un grupo de personajes que constituyen un protagonista colectivo.
  3. Las descripciones de personajes y ambientes retratan la cotidianidad con intención crítica.

Destacan Las ratas, de Miguel Delibes; Entre visillos, de Carmen Martín Gaite, o Primera memoria, de Ana María Matute.

3.3. La Novela Experimental de los Años 60

Muchos escritores de la generación anterior elaboraron novelas experimentales: Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes; Oficio de tinieblas 5, de Camilo José Cela; La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester. Otros autores destacados fueron Juan Benet, Juan Goytisolo y Juan Marsé.

3.4. La Novela en Hispanoamérica

Aparición de un grupo de escritores que constituyeron el llamado Boom de los 60. Estos autores, entre los que se encuentran Gabriel García Márquez (Cien años de soledad), Mario Vargas Llosa (La ciudad y los perros), Ernesto Sábato (El túnel) o Julio Cortázar (Rayuela). En algunas obras se cultivó el realismo mágico, técnica que mezcla elementos reales y míticos.

4. El Teatro en el Franquismo

Ya en los años 40, comenzó a escribirse un teatro de humor más intelectual. Destacaron Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro) y Miguel Miura (Tres sombreros de copa).

Los años 50 supusieron, al igual que en la novela y en la poesía, la aparición de un teatro social con el estreno en 1949 de Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo.

Durante los años 60 y 70 se impulsó la experimentación escénica. Se dio mayor importancia al espectáculo y a la interacción con el público. Así surgieron autores innovadores como Fernando Arrabal y grupos independientes como Els Joglars o Tábano.

5. La Generación de los 50

A finales de los años 50 se fue abandonando la poesía social tras la aparición de un nuevo grupo de poetas que recibieron el nombre de Generación de los 50. Integraban este grupo, entre otros, Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente y Ángel González.

Los Novísimos: Un grupo de poetas que renovaron el lenguaje poético mediante la creación de una poesía esteticista y minoritaria cargada de referencias culturales, como Guillermo Carnero, Félix de Azúa o Pere Gimferrer.

Antonio Buero Vallejo

Primera etapa: Buero cultiva el drama social y existencial del que se vale para integrar en él la frustración de la sociedad de la posguerra. Esta etapa se inaugura con Historia de una escalera, obra que rompe el inmovilismo del teatro del momento.

Segunda etapa: Predomina el drama histórico con obras como El sueño de la razón o Las meninas, que plantean temas actuales ambientados en otras épocas de la historia.

Tercera etapa: El autor lleva a cabo una crítica social explícita. Una pieza representativa de esta etapa es La Fundación.

Camilo José Cela

(Iria Flavia, 1916 – Madrid, 2002) destacó como novelista. Dos de sus obras dieron inicio a dos corrientes de narrativa de posguerra: La familia de Pascual Duarte (1942) inauguró el tremendismo, y La Colmena (1951) dio paso a la novela social de los años 50. En los años 60 el autor se sumó al cultivo de la novela experimental. Y, finalmente, abordó en sus obras la recreación mítica de Galicia. En 1989 recibió el Premio Nobel.

Miguel Delibes

Aunque ha cultivado también el periodismo y el relato autobiográfico, Miguel Delibes (Valladolid, 1920 – Valladolid, 2010) es, ante todo, un gran novelista. Su trayectoria recoge las diversas corrientes de la novela española desde la posguerra hasta la actualidad: la novela existencial y pesimista en La sombra del ciprés es alargada, el realismo social en Las ratas, la novela experimental en Cinco horas con Mario, la novela intimista en Señora de rojo sobre fondo gris y la novela histórica en El hereje. Cinco horas con Mario es una de las mejores novelas experimentales españolas. Esta obra reproduce el monólogo de una mujer, Carmen, mientras vela el cadáver de su marido, Mario. A través de sus palabras, Delibes retrata dos ideologías muy diferentes: el conservadurismo y la intolerancia de Carmen frente al idealismo y el liberalismo de Mario.

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