La Lírica y el Teatro posteriores a 1936
Como consecuencia de la Guerra Civil (muerte de modelos y exilio) se produce un corte entre la literatura anterior y la posterior a 1939. En la década de los 40 desaparecen el derecho a la libertad de prensa, de reunión o de huelga. España no participa en la 2ª GM, pero se hace aliada de Italia y Alemania. Tras la derrota, se aísla.
La Poesía
En la poesía, se distinguieron tres líneas fundamentales. Por una parte, la poesía arraigada con una visión optimista de la realidad, métrica y formas clásicas, y temas tradicionales. Destacan Luis Rosales (La casa encendida) escritor vinculado a las revista Escorial. Paralelamente está la tendencia de poesía existencialista con un tono trágico y un estilo sencillo. Se relacionan con la revista Espadaña y destacan Dámaso Alonso con Hijos de la ira y Eugenio de Nora. Por último, la poesía vanguardista, que incluye el Postismo cuyos autores recuperan el surrealismo, con Carlos Edmundo de Ory.
El Teatro
En el teatro, se produce un corte muy profundo debido a la muerte de Valle- Inclán, Unamuno y García Lorca o al exilio de Max Aub, sobresaliendo Alejandro Casona con La dama del alba y Rafael Alberti con El adefesio. Destacan también Calvo Sotelo y Marquina con un teatro de evasión que continúa la comedia benaventina. Además, se estrenan obras de teatro del humor con Jardiel Poncela con obras como Cuatro corazones con freno y marcha atrás y Miguel Mihura con Tres sombreros de copa. Con la publicación de Historia de una escalera, ganadora en 1949 del Premio Lope de Vega, de Buero Vallejo, aparece un teatro realista-social ansioso de renovación y de un medio para presentar una denuncia de las injusticias y desigualdades sociales.
En 1950, España poco a poco se va desarrollando, alcanzando un nivel económico e industrial bastante importante en los años setenta. En torno al año 1955 la poesía española, igual que la novela y el teatro, se llena de contenidos sociales. Esta tendencia es iniciada por Vicente Aleixandre, Historia del corazón, Blas de Otero, Pido la paz y la palabra (1955) y Gabriel Celaya, Cantos iberos. La poesía, enfocada en un lenguaje claro y contenido profundo, se convierte en un instrumento para la transformación social en España. Paralelamente, el teatro social emerge con obras críticas, gracias a la relajación de la censura a partir de este año. El mejor representante es Alfonso Sastre con Escuadras hacia la muerte, obra con tintes existencialistas, y La taberna fantástica y Buero Vallejo, con El Tragaluz, una tragedia reflejada en la guerra civil.
En los años sesenta, España experimenta un notable desarrollo económico y comienza a emerger lentamente de un aislamiento internacional; a la vez, el auge del turismo favorece el intercambio con el extranjero y la renovación de las costumbres y de la mentalidad de la sociedad española. Los estudiantes se oponen al régimen de Franco, hay revueltas universitarias, mayor apertura informativa y menor censura (ley de prensa).
A finales de los 50 y principios de los años 60 en poesía aparece una serie de autores como Ángel González, quien tiene un humor sarcástico (Sin esperanza, con convencimiento), Jaime Gil de Biedma, que entiende la poesía como experiencia (Compañeros de viaje), José Ángel Valente, conocido como poeta del silencia (Poemas a Lázaro) y José Agustín Goytisolo que aporta un preocupación por lo moral (Palabras para Julia).
En el teatro, en los años 60-70 tiene lugar un teatro renovador y dirigido a un público minoritario, que presenta una denuncia social bajo una estética experimental, no realista. El teatro independiente fue innovador, independiente y crítico, y le presta menos importancia al texto, en el destaca Francisco Nieva con Coronada y el toro. El teatro comercial se mantiene con autores como Antonio Gala (Los verdes campos del Edén).
En 1975, tras la muerte de Franco y la coronación del rey Juan Carlos I, las libertades democráticas eliminan la censura y muchos escritores regresan a España. Por un lado, la poesía experimental que continúa las iniciativas vanguardistas de años anteriores. Por otro lado, el Culturalismo, poesía refinada, muy culta y exclusiva, representada por los posnovísimos. Hay que destacar actualmente un nuevo género que es la micropoesía. En el teatro también hay obras de técnica vanguardista donde sobresale Fernando Arrabal con su teatro pánico donde se busca la provocación y los Grupos de Teatro Independientes (Els Joglars) Aparece otra tendencia de teatro realista histórico y crítico con ¡Ay, Carmela!, de José Sanchís Sinisterra y Fernando Fernán Gómez con Las bicicletas son para el verano. Y la renovación del teatro costumbrista con los problemas de las ciudades en los años 80 (Bajarse al moro o La estanquera de Vallecas, de Alonso de Santos). En los años 90 los temas son universales, complejos, que aúnan lo social y lo existencial.