El espacio y el tiempo en La metamorfosis
El espacio y el tiempo constituyen dos elementos de la renovación narrativa que supone La metamorfosis respecto de la novela del Siglo XIX.
El espacio en el que se desarrolla la historia destaca por su concentración, su limitación. Casi todo el relato transcurre en el espacio interior y asfixiante del piso en el que vive la familia
Samsa. Es un espacio claustrofóbico, opresivo, cerrado y angustioso, que crea un ambiente de pesadilla.
Dentro del piso familiar, un gran número de escenas suceden en la habitación de Gregor, lugar donde pasa la mayor parte de su tiempo tras la transformación. Tiene un sofá o cama donde se esconde cuando entra la hermana y una ventana, única abertura hacia el exterior, que enfatiza por contraste el aislamiento del protagonista, su reclusión, y a través de la que observa el cielo invernal. Al final del relato la ventana adquiere un significado simbólico cuando, tras la muerte de Gregor, la criada la abre de par en par para que se renueve el aire.
También hay otros muebles, como el escritorio, el baúl o el cuadro que Gregor intentará evitar que se lleven, pues siente que es lo que le sigue manteniendo unido a su condición humana. Sin embargo, esa defensa del cuadro dará lugar al segundo episodio violento, que tendrá como consecuencia el principio del fin de Gregor.
La habitación de Gregor tiene tres puertas, que se abren y cierran a lo largo de la narración. La apertura y el cierre, a menudo con llave y desde fuera, de las puertas adquiere gran importancia en el desarrollo de los hechos y sugiere la oscilación entre la comunicación y la incomunicación del personaje: distintos estímulos llevan a Gregor a franquear la puerta y cada capítulo termina con el regreso precipitado del protagonista, víctima cada vez de una violencia mayor.
En contraste con el dormitorio de Gregor, que es íntimo y reducido y se va ensuciando hasta convertirse en un estercolero, el comedor representa el espacio familiar, el orden, la limpieza, el lugar donde se reúne la familia para conversar y donde después convive con los huéspedes.
Tras la muerte de Gregor, ya en el epílogo de la obra, el espacio se abre a la ciudad y al campo hacia el que se dirige la familia en un día soleado, lo que representa la liberación y el renacer de la esperanza Respecto al tiempo narrado, la acción comienza a mediados de Noviembre y se desarrolla hasta Marzo del año siguiente, de ahí la evolución del clima desde el cielo nublado del principio hasta la luz del cálido sol del desenlace. Este diferente tiempo meteorológico se refleja en el estado de ánimo de los personajes: si al principio Grete y la madre lloran por la transformación de Gregor, tras su muerte se sienten aliviados y con una nueva ilusión para afrontar el futuroPor lo que se refiere al tiempo cronológico, adquiere gran importancia en el primer capítulo, pues Gregor está muy preocupado por cumplir su horario para llegar al trabajo, y las alusiones al paso de los minutos son constantes, lo que produce en el lector una sensación de lentitud.
Si en el primer capítulo, que dura solo una mañana, el tiempo avanza con lentitud para mostrar las reacciones de los distintos personajes ante la insólita transformación, en el segundo han transcurrido unos dos meses de invierno, lo que lleva a un ritmo más rápido pues el narrador se centra por medio de la elipsis en las situaciones más significativas. En el tercer capítulo, igualmente, han pasado unos dos meses y ya se anuncia la llegada de la primavera.
Los personajes de La metamorfosis
Solo dos personajes de La metamorfosis tienen nombre a lo largo del relato: Gregor y Grete. Son dos personajes complejos, que presentan un perfil psicológico desarrollado y que sufren una transformación —en el caso de Grete a raíz de la padecida por su hermano—; los demás personajes carecen de nombre propio, responden a un arquetipo y están caricaturizados.
Gregor es descrito físicamente como un monstruoso insecto, con sus patas, sus antenas, el caparazón, el vientre, con un tamaño considerable, y además es capaz de subir por las paredes, pero carecemos de una imagen concreta de su aspecto. En cambio, su estado anímico es descrito minuciosamente, sus sentimientos van poniendo de manifiesto su terrible situación personal.
Gregor experimenta una transformación que le hace perder su aspecto de persona; sin embargo, mantiene sus facultades humanas: piensa y recuerda. A través de él sabemos lo que ocurre en la casa y en su interior. Se trata de un recurso técnico de gran eficacia narrativa. Su monstruosa metamorfosis simboliza su rebeldía e inadaptación, castigadas por la sociedad con el aislamiento, lo que supone al cabo el fracaso y la muerte de Gregor. Detesta el trabajo, y no acepta ni asume su integración en la empresa. Por otra parte, parece que Gregor no tiene amigos y que se relaciona poco con su familia. Es, por tanto, un inadaptado que no se integra en el sistema laboral, social y familiar. Cuando pretende liberarse es marginado; esta es la pesimista conclusión que se extrae del relato. El trabajo es para Gregor una obligación fatigosa, dura, desagradable y opresora, de la que no puede liberarse porque la familia depende económicamente de él. El trabajo supone para Gregor una humillante sumisión a un poder arbitrario, una dependencia que le resta libertad. A ello hay que añadir el maltrato que sufre por parte de la familia, e incluso de la criada.
Gregor padece un proceso de deshumanización que se manifiesta en la ausencia de ciertos rasgos propios del ser humano: la comunicación, el contacto físico o la identidad. Gregor mantiene el afecto por su familia, por la cual se ha sometido, aunque a disgusto, al engranaje social. De aquí la necesidad de comunicarse con ella. Así se aprecia en sus intentos imposibles de responder a sus padres, en su pretensión de hacerse entender por el gerente. Su aspiración a mantenerse en contacto con la familia se refleja en su actitud de permanecer junto a la puerta, acercando el oído, en sus ansias de verla o cuando entra en el salón para oír a su hermana que toca el violín. A pesar de ello, la comunicación se hace imposible a causa de la simbólica metamorfosis y porque su padre y su hermana lo impiden.
Experimenta una degradación sensorial y física durante la primera y la segunda parte, y una tremenda decrepitud en la tercera, porque se llena de polvo y suciedad y su cuerpo empieza a acusar la infección provocada por la herida que le ha producido el padre al agredirlo con una manzana. El dolor que siente simboliza la conciencia de saber que es un estorbo para su familia, la falta de afecto e, incluso, de trato humano, hasta el punto de que se le empuja, se le golpea y se evita la mención de su nombre, lo que implica la pérdida de la identidad y de la condición humana.
Las acciones de Gregor responden al sentimiento de culpa;
Así, para no molestar, se oculta en su dormitorio y evita la repulsión de su hermana o su madre. La culpa que experimenta proviene de pensar en las dificultades económicas que atraviesa la familia al tener que prescindir de sus ingresos. Por ello, han de ponerse a trabajar y sufrir humillaciones. Gregor trata, en vano, de hacerse perdonar: se cierra en su habitación, se oculta bajo el canapé para no producir repugnancia, etc. La expiación de la culpa tiene lugar cuando acepta el rechazo, comprende las razones sin ningún resentimiento. Pero la expiación definitiva se produce cuando asume su muerte.
Grete también es un personaje complejo, que experimenta una evolución paralela a la vivida por Gregor: si la de este es de carácter físico, la de Grete es una metamorfosis moral.
Al principio ella era la más unida a Gregor, sentía lástima por él, es la que le presta ayuda y la que hace posible que el hermano siga viviendo. Pero con el paso del tiempo Grete se transforma: del afecto (se preocupa por llevarle la comida que más le guste y limpiarle la habitación) pasa a la compasión (le coloca la silla junto a la ventana, le deja abierto el postigo) y a la repugnancia (no puede reprimir el asco que le provoca su estado: intenta no tocar la comida que le ha puesto; como le repele el olor de la habitación, abre la ventana, y con el tiempo descuida la limpieza del cuarto y las atenciones que dispensaba a Gregor); para terminar en el resentimiento (por malvivir con un bicho, y decide deshacerse de él). Finalmente, rechaza la idea de que se trate de Gregor; entonces se refiere a él como bicho o animal, y expresa la idea de la imposibilidad de convivir con semejante ser.
Mientras los huéspedes menosprecian su música, Gregor se emociona hasta el punto de salir de su habitación y acercarse a ella, intentando demostrarle su entusiasmo. La actitud de Grete es justamente la contraria: no solo no agradece su admiración, sino que reacciona avergonzándose de él, ultrajándolo y condenándolo al proponer que habría que deshacerse de él. Grete tranquiliza su conciencia negándose a identificar a Gregor con el insecto que permanece encerrado en su habitación, al que niega la capacidad de razonar. También es ella la que ha decidido cerrar la puerta con llave para que no pudiera volver a salir. Todo ello provoca el hundimiento moral de Gregor.
Grete desempeña una función decisiva en el desarrollo de la acción: por la forma de oponerse a Gregor, el padre pasará a un segundo plano como antagonista, ya que este papel lo acaba asumiendo Grete, al experimentar su transformación moral. Es ella la que pronuncia la sentencia de muerte: “Tenemos que intentar deshacernos de él”, y poco después: “Tiene que irse”, idea que ni el propio padre se había atrevido a formular. A partir de aquí Gregor ya comprende que está definitivamente solo, sin afecto ya por parte de su familia.
El final del relato, en el epílogo, se centra en Grete, cuando los padres descubren que su hija se ha convertido en una bella mujer a la cual tendrán que ir buscando un marido
El padre es un personaje simple que carece de nombre y está muy caricaturizado. Es el que ostenta el poder y la capacidad de castigar: golpea la puerta y alza la voz impacientemente cuando Gregor se retrasa. Al principio aparece como un viejo abatido tras la quiebra de su empresa, pero su figura recupera el dominio sobre la familia a medida que disminuye la fuerza de Gregor. Esta pugna entre Gregor y su padre se resuelve de forma violenta a favor del último: con amenazas con un bastón, silbidos y golpes con el pie en el suelo y un fuerte empujón para que entre en el dormitorio al final del primer capítulo; lanzándole manzanas en el segundo. En ambos casos Gregor resulta herido. El padre aparece ridiculizado por sus actitudes teatrales y grotescas (los silbidos insoportables, el pataleo, la persecución alrededor de la mesa), y su uniforme de ordenanza, con botones brillantes, como símbolo de autoridad adquiere un carácter de ridiculización del poder. El padre simboliza la autoridad despótica ante la que Gregor no se atreve a rebelarse. Pero hay un conflicto: Gregor es el que mantiene económicamente a la familia, sustituyendo al padre. La violencia del padre sobre el hijo tiene, pues, la finalidad de recuperar ese papel dominante.
La madre corresponde al arquetipo de la mujer sufridora, bondadosa pero desvalida y asustada. Es presentada de forma ridícula, con gritos y aspavientos. Sufre de asma, por lo que tose y se ahoga, y si no se queda callada, pasiva. Siempre sometida al padre, no se resuelve a hacer frente a la situación: se impresiona con facilidad o se desmaya. Quiere a su hijo, pero a causa de la dependencia del marido, no lo protege ni le muestra afecto; solo en un momento climático le suplicará a aquel que le perdone la vida a Gregor. No evoluciona nada a lo largo del relato.
El encargado (o gerente o apoderado), que humilla a Gregor, a la vez es subordinado del jefe. Su presencia en casa de Gregor, sus insinuaciones sobre la falta de rendimiento, etc., muestran la desconfianza, el control y el servilismo que implican las relaciones laborales. Por eso Gregor rechaza su trabajo. El hecho de que el encargado y los huéspedes carezcan de nombre es una prueba de que estos personajes son piezas del engranaje de una sociedad opresora e insensible.
Los huéspedes son tres hombres barbudos, que llevan bastón y sombrero, son serios y se preocupan mucho por el orden. Uno lleva la voz cantante y los otros repiten lo que dice él, actuando maquinalmente, como si se tratara de un solo personaje, representados de forma burlesca. Se comportan de forma mezquina e insensible, con prepotencia, egoísmo, cobardía y falta de carácter. Su función en el relato consiste en trasladar al ámbito familiar la opresión social.
La asistenta viuda carece de humanidad y se muestra poco respetuosa al barrer el cadáver de Gregor. Presentada de forma burlesca, sus palabras y actitudes son una muestra de humor negro.