Etapas literarias de Valle-Inclán
1. Etapa Modernista (1898-1906)
A esta etapa pertenecen sus primeras obras, entre las que destacan las cuatro Sonatas (publicadas bajo el título genérico de Memorias del marqués de Bradomín). En ellas aparecen rasgos claramente modernistas, como la caracterización del protagonista como un dandi típico de fin de siglo: elegante, aventurero, amoral, provocador y cínico. También son rasgos propios del Modernismo el ambiente de misterio y leyenda, los preciosos jardines, los lujosos interiores y, sobre todo, el esmerado lenguaje y el cuidado por el estilo.
Otra obra narrativa de esta etapa es Flor de Santidad, en la que retrata una Galicia rural que conserva un modo de vida arcaico y se aferra a viejas tradiciones. Este mismo ambiente mítico y ritual aparece también en su primer libro de versos: Aromas de leyenda.
2. Etapa del Primitivismo (1907-1909)
Las características de esta nueva orientación son: la violencia, la crueldad, la barbarie, la destrucción, la brutalidad, las pasiones desbordadas y el mundo rural con sus leyendas, mitos, ritos mágicos y supersticiones populares.
La obra más importante de esta etapa es la trilogía Comedias bárbaras (Águila de blasón, Romance de lobos y Cara de Plata). Pertenece al ciclo mítico de su producción teatral, y su protagonista, Juan Manuel Montenegro, es un señor feudal bárbaro y lujurioso, que domina sobre un medio rural lleno de seres marginales y que acabará asesinado por uno de sus propios hijos.
3. Etapa de Distanciamiento (1910-1920)
Son diez años en los que Valle escribe, básicamente, obras teatrales en verso totalmente diferentes del teatro poético modernista de la época. Se trata de experimentos dramáticos en los que crea un mundo artificioso y muy literario en el que destaca la caricatura y lo grotesco.
De esta etapa son obras como Cuento de abril, Voces de gesta, La Marquesa Rosalinda, El embrujado y Farsa infantil de la cabeza del dragón.
4. Etapa de los Esperpentos
A partir de 1920 Valle acuña el término esperpento para referirse a unas obras creadas con la intención de mostrar lo absurdo, el “sentido trágico” y su disconformidad con la vida española de su tiempo.
Características del esperpento creado por Valle-Inclán
- Mezcla de lo cómico y lo serio, lo sublime y lo vulgar.
- Mezcla del lenguaje preciosista con la lengua más vulgar y arrabalera.
- Degradación de los personajes, vistos no como héroes, sino como títeres.
- Presencia de personajes colectivos.
- Caricatura y deformación sistemática de la realidad con fines de denuncia.
- Intención satírica, burlesca y paródica.
- Alternancia entre mito y realidad.
- Acciones situadas en momentos históricos concretos, que son los que las dotan de sentido.
Luces de bohemia: Un ejemplo de esperpento
Luces de bohemia es la primera obra que el propio autor califica como esperpento, un género creado por él y que consiste en distorsionar sistemáticamente nuestro entorno para poder expresar lo trágico, lo grotesco y lo absurdo de la vida española.
Para conseguir el objetivo de deformar el mundo circundante, Valle-Inclán emplea múltiples procedimientos, entre los que destaca la ridiculización de la realidad. Si la naturaleza del esperpento es crear una antitragedia, Luces de bohemia es un ejemplo claro: los personajes se enfrentan, ciertamente, a un destino trágico, pero el distanciamiento del autor nos lo muestra como algo grotesco.
La estética del esperpento también se alcanza por medio de la degradación de los personajes, que son presentados, en palabras del propio autor, como «enanos que juegan una tragedia». Esta degradación se manifiesta, fundamentalmente, a través de dos recursos estilísticos: la animalización («La Pisa Bien se apresura a echarle la zarpa»), y la cosificación («se mueve el bulto de un hombre»).
Otro de los rasgos del esperpento es la literaturización, consistente en la inclusión de gran cantidad de citas y referencias literarias y que se utiliza como un recurso más de deformación.
Otro de los recursos más significativos del esperpento es la variedad de registros empleados en los diálogos, variedad que no solo sirve para caracterizar a los personajes, sino también para parodiarlos o criticarlos. Destaca, por un lado, el uso de un lenguaje pedante y cursi propio de los modernistas, y por otro, la jerga vulgar de las bajas clases sociales, quienes emplean términos como «cuála» o «previlegiado». Incluso se aprecia en Luces de Bohemia la combinación de cultismos y gitanismos en una misma intervención, lo que evidencia ese empleo de contrastes tan peculiar de la estética valleinclanesca («Yo también chanelo el sermo vulgaris«).
El esperpento, asimismo, se caracteriza por fusionar novela y teatro. Esta indefinición de géneros se hace patente en la función de las acotaciones, que son muy extensas, tienen un excepcional valor literario y están escritas imitando las intervenciones de un narrador omnisciente.
Finalmente, en Luces de Bohemia se acumulan de manera intencionada hechos y referencias históricas en un confuso anacronismo, lo cual nos impide situar la acción de esta pieza teatral en un tiempo histórico concreto. De esta forma, la alusión a las últimas colonias españolas (1898), la mención a la Semana Trágica de Barcelona (1909), los comentarios sobre la Revolución rusa (1917), la coexistencia de modernistas y ultraístas o el hecho de que Rubén Darío serían sucesos temporalmente anacrónicos que servirían a Valle-Inclán para producir el efecto deformador que pretende. Esta confusión cronológica no es casual, sino que constituye un caso más de distanciamiento y permite explicar todo un periodo.
En conclusión, mediante la técnica del esperpento, Ramón María del Valle-Inclán…