El Lenguaje en Luces de Bohemia: Reflejo de una Realidad Deformada
El lenguaje, como factor determinante del discurso, juega un papel crucial en la recreación lingüística de Luces de Bohemia. La deformación idiomática, presente en la obra, contribuye a plasmar la deformación literaria, que a su vez simboliza la deformación real de la España de principios del siglo XX. Esta «voluntad de estilo», como la denomina el propio Valle-Inclán en la escena XII, se manifiesta a través de diversos recursos:
- Predominio del diálogo: Los personajes se presentan en acción a través de diálogos rápidos y dinámicos. Valle-Inclán destaca como un maestro en este arte, con réplicas oportunas y precisas que intensifican el ritmo de la obra.
- Expresividad y concentración: Las frecuentes elisiones, el tono exclamativo, la combinación de léxico coloquial y literario, los juegos de palabras, la abundancia de refranes y frases hechas, y las formas de insulto contribuyen a la rapidez y concentración expresiva.
- Tipos de diálogos: En la obra encontramos diálogos informativos, ideológicos, cuadros de costumbres, diálogos de ingenio y situaciones de enfrentamiento.
- Descripciones detalladas en las acotaciones: Las acotaciones, innovadoras por su riqueza de detalles, colorido y gestualidad, no solo facilitan la representación, sino que poseen un valor literario intrínseco. Valle-Inclán adopta la actitud de un narrador, extendiendo su intención artística a las acotaciones, que evocan además de describir.
- Técnica impresionista en las acotaciones: Las extensas acotaciones se caracterizan por su técnica impresionista, con rápidas e intencionadas pinceladas basadas en el empleo predominante de la frase nominal, para dibujar escenarios y ambientes.
- Riqueza y variedad de registros idiomáticos: Tanto el diálogo como la descripción manifiestan una riqueza y variedad de registros que buscan la deformación idiomática, reflejando la deformación de la realidad. Esto se evidencia en:
- Uso de palabras clave como grotesco, fantoche, pelele, troglodita, esperpento.
- Aparición de lenguaje pedante o cursi.
- Uso paródico de frases hechas.
- Empleo de expresiones administrativas para ridiculizarlas.
- Abundancia de vulgarismos y de habla castiza madrileña.
- Presencia de palabras de «argot» como gitanismos (mangue, pirante, mulé) y voces populares de pobreza y sufrimiento («colgar» por «empeñar»).
- Tendencia a la reducción de palabras (La Delega, propi, La Corres).
El Punto de Vista en el Esperpento: Distanciamiento y Creación
Valle-Inclán supo adaptar la realidad y la cultura de su tiempo a sus intereses estéticos. Para comprender la estética del esperpento, es fundamental entender la perspectiva adoptada por el autor. Se pueden establecer tres maneras de ver artísticamente el mundo:
- «De rodillas»: A la manera de Homero, donde el personaje es superior al autor y a su tiempo, siendo objeto de admiración (ej. Aquiles).
- «De pie»: Como en las obras de Shakespeare, donde la mirada del autor coincide con las flaquezas y grandezas del protagonista (ej. Hamlet).
- «Levantado en el aire»: La perspectiva de Valle-Inclán, con un distanciamiento insalvable entre la voz del autor y los personajes. El punto de vista se sitúa por encima de las criaturas de ficción, utilizando la ironía y el desprecio, omitiendo cualquier sentimentalismo.
Valle-Inclán se posiciona como un «demiurgo», un arquitecto total de su mundo, con capacidad para resolver los más mínimos detalles de la historia. Aunque a veces muestra un radical desapego, en ocasiones no puede evitar una sensación de inquietud y tristeza, como se refleja en el desenlace patético de Max Estrella.
La metáfora que sustenta esta visión es la del artista en relación a su obra como Dios en relación a la creación. El artista se convierte en un dios, y su obra en una réplica de la creación divina. Sin embargo, la criatura puede resistirse a la voluntad del creador, por lo que la solución es sustituir al dios metafórico por un titiritero y al mundo por un teatro de guiñol. Así, el titiritero es siempre superior a sus títeres, manteniendo la libertad total para crear.
Este distanciamiento absoluto, junto con la deformación hacia lo grotesco, son los ingredientes principales de la complejidad del esperpento.
Conclusión: El Sentido Último del Esperpento como Arma de Protesta
El esperpento se configura como un arma de protesta. Su carácter paródico, violento, desgarrado y chirriante intensifica el gesto de protesta y expresa rabia e impotencia. Ante una sociedad hipócrita, acomodada en sus mentiras e insensibilizada ante la injusticia, el esperpento es un grito que despierta y un dedo que señala. Esta necesidad de protesta no se podía expresar por medio de la pura tragedia, ya que la sociedad española le parece a Valle demasiado grotesca y ridícula. Pero tampoco la risa simple es posible, pues la realidad es demasiado dolorosa. Valle nos niega el consuelo de la risa y el desahogo del llanto, fusionándolos en la recepción de la obra. «Mi estética pretende ser una superación de la sonrisa y del llanto». En esta tensión entre lo trágico y lo cómico, entre lo sublime y lo ridículo, se mueve el esperpento.
Características del Esperpento y su Reflejo en Luces de Bohemia
La originalidad de la estética esperpéntica de Valle-Inclán es evidente. Solo comprendiendo las restricciones del público de la época, una burguesía que buscaba en el teatro su propio deleite, se puede entender la absoluta renovación que suponía el esperpento. Esta originalidad se manifiesta a través de las siguientes características:
Elementos Definitorios de la Historia
La exageración sistemática de la realidad incide en la deformación de los elementos constitutivos de la historia: personajes, espacio y tiempo.
Los Personajes
Los personajes están afectados por una mirada distanciada que los presenta, a través del humor y la sátira, alterados por una exageración deformadora. Esta mirada constituye la visión esperpéntica. Al hilvanar una parodia total, los seres presentes en la trama pierden sus atributos propios y quedan rebajados o fusionados con otras esferas de lo grotesco y de lo real. Valle desmonta a sus personajes y los imposibilita para ser héroes. Para conseguir que reflejen esa situación de degradación colectiva, Valle realiza varias operaciones esperpénticas:
- Declasamiento: Hermana a todos los personajes, independientemente de su clase social, por vicios comunes como la golfería, la ignorancia y la desidia. Los idiotiza, mostrándolos como seres carentes de entidad moral.
- Deshumanización: Convierte a los personajes en títeres y fantoches. Figuras grotescas invaden sus escritos, pareciendo sus obras el testimonio del gran teatro del mundo donde perviven muñecos de guiñol, marionetas de feria, payasos aterradores o monstruos animados. Las máscaras recubren el rostro de los habitantes del mundo degradado de Valle, condenándolos a ambientes de pesadilla, a la crueldad de la bufonada y de la burla aderezadas de súbita crueldad.
- Técnicas descriptivas deshumanizadoras: Valle cosifica a sus personajes, describiéndolos por sus objetos («Entra en el cotarro modernista, greñas, pipas, gabanes repelados y alguna capa», Escena VII); los animaliza («Zaratustra, abichado y giboso -la cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente», Escena II); e incluso humaniza a animales para crear una atmósfera de confusión.
Espacio y Tiempo
Valle-Inclán busca dar cuenta del mayor número de espacios y ambientes posibles, ubicados en «un Madrid absurdo, brillante y hambriento». El espacio de la obra es un recorrido por diversos lugares de Madrid, una peregrinación infernal que algunos autores han identificado como una parodia de La Divina Comedia de Dante. El infierno que recorre Dante, acompañado por Virgilio, parece haberse trasladado a Madrid, y Max será acompañado en ese infierno nocturno por don Latino. La peregrinación de Max es «un viaje al fondo de la noche», un descenso a los abismos de la ignominia, de la injusticia y de las miserias de toda índole.
Esta intención refleja el deseo de denunciar la miseria material y moral de España en todos los estados y situaciones. En la obra se combinan espacios abiertos (la calle, donde mejor se ve la realidad esperpéntica) y espacios cerrados (covachas, tabernas, comisarías y calabozos, donde se respira el ambiente asfixiante y degradado). El espacio se recubre de un valor simbólico gracias al uso contrastado de la luz y de la sombra, ya que la oscuridad expresa el decaimiento cultural y político.
En cuanto al tiempo escénico, la obra nos conduce hacia las últimas horas de existencia de Max Estrella. Se puede hablar de una unidad de tiempo, pues la trama se reduce a unas cuantas horas: se inicia al atardecer, transcurre durante toda la noche y concluye al amanecer. En este periodo se asiste a la lenta agonía del protagonista, y el juego constante de luces que se apagan y progresivas sombras identifican el ocaso de la vida de Max. Este recorrido nocturno está enmarcado en un tiempo histórico concreto: el reinado de Alfonso XIII durante la primera posguerra mundial.
Elementos Definitorios del Discurso
El Género Literario en las Obras de Valle-Inclán
La capacidad de Valle-Inclán para alterar los elementos constitutivos de la obra artística también se refleja en su actitud hacia los géneros literarios. Una de las cuestiones más debatidas ha sido la ubicación del esperpento dentro de los géneros literarios convencionales. Valle busca la fusión y la mezcla de elementos aparentemente contrarios para definir lo grotesco: fusionar lo humano y lo animalesco, lo real y lo onírico, lo desgarrador y lo cómico. Intenta llevar al espectador hacia una especial catarsis a través de lo deforme, donde conviven el efecto liberador de la risa con el efecto sobrecogedor del espanto. Así, el esperpento alcanza su condición máxima de discurso tragicómico.
Lo dramático invade sus novelas y lo narrativo detiene la fluidez de lo escénico. Además, siempre está presente una actitud lírica que favorece la exigencia en el lenguaje, la búsqueda de un léxico diferente e innovador y la presencia de imágenes novedosas.
En cuanto a su teatro, durante décadas se ha dudado de que se concibiera como una propuesta apta para la representación. Lo novelesco dominaba en sus extensas acotaciones y en su afán de desarrollar amplias descripciones. Pero, a la vez, estaban presentes los recursos característicos del drama: los continuos diálogos entre personajes, las escenas controladas y la importancia del aparato escenográfico. El propio Valle-Inclán fue consciente de las dificultades de su teatro. Declaró que siempre escribía en forma teatral, que quería que la acción lo expresara todo, que los personajes se desarrollasen de manera absurda o trágica, pero sin ningún comentario moral por parte del autor.