España: Ideologías Políticas, Movimiento Obrero y Panorama Teatral (1874-1936)

Entre 1874 y 1936, España experimentó profundos cambios políticos marcados por el enfrentamiento entre diferentes ideologías. ¿Cómo influyó la confrontación de las ideologías políticas en la situación política y social en España (1874-1936)? Si bien la izquierda impulsó el movimiento obrero y sus reivindicaciones condujeron al centro a responder con reformas moderadas, la resistencia de la derecha intensificó las tensiones sociales y políticas.

La izquierda, liderada por el PSOE y la UGT, emergió para defender los derechos sociales y laborales en un contexto de desigualdad y represión. Desde su fundación en 1879, el PSOE promovió reformas progresistas a través de la participación política, mientras que la UGT se impuso como el principal sindicato socialista desde 1888. El anarquismo, representado por la CNT desde 1910, adoptó un sindicalismo revolucionario basado en la acción directa y las huelgas generales. Estos corrientes impulsaron cambios como la jornada de ocho horas, a la vez que favorecieron una conciencia política creciente entre los trabajadores.

El centro político, representado por los gobiernos de la Restauración y más tarde por los partidos republicanos, intentó estabilizar el sistema frente a las tensiones sociales. Durante la Restauración, figuras como Maura y Canalejas introdujeron reformas moderadas como la Ley sobre el Reposo Dominical, buscando modernizar el país sin alterar el orden social. Bajo la Segunda República, iniciativas como la reforma agraria y la promoción de la educación laica intentaron crear una sociedad más inclusiva. Sin embargo, la ausencia de consenso interno y la polarización externa limitaron su impacto, dificultando su papel de mediador.

La derecha, compuesta por monárquicos, tradicionalistas y conservadores, se opuso firmemente a las reformas sociales y políticas. Durante la Restauración, se apoyó en el sistema caciquil y la Iglesia católica para preservar el orden tradicional. Con el advenimiento de la Segunda República, partidos como la CEDA intensificaron su oposición, movilizando apoyos y recurriendo a medios institucionales para frenar las reformas republicanas. Su resistencia contribuyó a exacerbar las tensiones políticas, llevando a un clima de polarización que presagió la Guerra Civil.

Las ideologías políticas en España reflejan un período de tensiones y cambios. La izquierda luchó por los derechos sociales, el centro buscó la conciliación y la derecha resistió las transformaciones.



La industrialización en España provocó el descontento obrero, favoreciendo el auge del movimiento obrero y la formación de organizaciones políticas. ¿En qué medida el movimiento obrero en España (1879-1931) logró arraigarse e imponerse? El movimiento obrero nació de las malas condiciones de trabajo, lo que condujo a la organización de sindicatos que lucharon por sus derechos a pesar de la oposición de las élites y el Estado.

Durante la Restauración, el sistema político fue diseñado para excluir a las clases populares mediante la corrupción electoral y el caciquismo. En 1879, Pablo Iglesias fundó el PSOE, y luego la UGT en 1888, como representantes de las ideas socialistas, abogando por reformas sociales y laborales. Al mismo tiempo, el anarquismo, muy presente en Cataluña y Andalucía, creó la CNT en 1910, promoviendo el sindicalismo revolucionario como herramienta de lucha. Estas organizaciones se convirtieron en pilares de la movilización de los trabajadores y la defensa de los derechos laborales.

Las principales reivindicaciones del movimiento obrero se centraban en la jornada laboral de ocho horas, la mejora de los salarios y la abolición del trabajo infantil. Para lograrlo, utilizaron diferentes métodos: el PSOE y la UGT optaron por la negociación y la participación política, mientras que la CNT defendió la acción directa, como las huelgas generales y los boicots. Estas estrategias suscitaron una fuerte resistencia por parte de los empleadores y del Estado, que reaccionaron con la represión y medidas para limitar el poder de los sindicatos.

El movimiento obrero se enfrentó a múltiples oposiciones. Por un lado, la burguesía y los propietarios agrícolas vieron en sus reivindicaciones una amenaza para sus intereses económicos, mientras que el Estado, a menudo aliado con estos sectores, recurrió a una represión violenta para frenar las manifestaciones. Además, la Iglesia católica criticó las posiciones socialistas y anarquistas, juzgándolas contrarias a la tradición. Las tensiones internas entre socialistas y anarquistas también debilitaron el movimiento, dificultando una acción unificada contra sus oponentes.

En conclusión, el movimiento obrero en España fue un motor del cambio social, enfrentando una fuerte oposición y superando las divisiones internas. Aunque sus avances fueron limitados, creó precedentes importantes en la lucha por los derechos laborales y los derechos sociales.


Panorama del teatro anterior a 1936

El teatro español del primer tercio del siglo XX está marcado por la profusión de obras representadas y la coexistencia de varias generaciones de dramaturgos, entre los que destacan: realistas, como Benito Pérez Galdós, quien con *Electra* agitó con intensidad la sociedad española de 1901; autores de la generación de Fin de Siglo, como Jacinto Benavente, Carlos Arniches, Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa, Pedro Muñoz Seca, Jacinto Grau, los hermanos Machado, Unamuno, Azorín o Valle-Inclán; representantes de la generación del 14 y las vanguardias, como Ramón Gómez de la Serna; y también de la generación del 27, en la que destacan Rafael Alberti y, sobre todo, Federico García Lorca, pero a la que se adhieren otros dramaturgos contemporáneos como Alejandro Casona, Enrique Jardiel Poncela o Max Aub. Habitualmente, se suelen organizar en dos grupos:

  • Teatro comercial: Obras convencionales, que responden a los gustos del público y a los dictados de empresarios y grandes actores.
  • Teatro anticomercial: Creaciones al margen de los gustos del público burgués y con escasa repercusión en los escenarios, pero, en general, de una estética más sugerente e innovadora.

El teatro anticomercial

El teatro no comercial, renovador o experimental alberga a una serie de autores cuyas obras discurren al margen de los gustos del público burgués y que comparten algunas características.

  • El rechazo del realismo: Insuficiente para mostrar sus inquietudes ideológicas o existenciales. Se observa, por ejemplo, en *El señor de Pigmalión*, de Jacinto Grau, una obra sobre el tema del creador y sus criaturas que recrea el mito de Pigmalión y Galatea.
  • El teatro como cauce de reflexión filosófica: La acción, los caracteres o la escenografía se tornan esquemáticos y se cargan de valor simbólico, como muestra el teatro de Unamuno (*La venda*) o el de Azorín (*Lo invisible*).
  • La recuperación de formas primitivas de teatralidad: Vuelven a cultivarse géneros como la tragedia (*Fedra*, de Unamuno, o la trilogía de Lorca formada por *Bodas de sangre*, *Yerma* y *La casa de Bernarda Alba*), el auto sacramental (*Angelita*, de Azorín, o *El hombre deshabitado*, de Alberti) o la farsa (Valle-Inclán y Lorca).

El teatro comercial

En general, el teatro que triunfa en España opta por una visión acrítica, folclórica o idealizada, y se supedita a los gustos del público burgués. En él se reconocen distintas líneas: las comedias benaventinas (tanto las de Jacinto Benavente como las de sus seguidores); el teatro en verso, en el que se distinguen, por una parte, los dramas históricos de rasgos modernistas de Eduardo Marquina (*Las hijas del Cid*) o Francisco Villaespesa (*El alcázar de las perlas*) y, por otra, las obras de los hermanos Machado (*La Lola se va a los puertos*) y las diferentes expresiones del teatro cómico: las astracanadas de Pedro Muñoz Seca (*La venganza de don Mendo*), los sainetes de ambiente andaluz (*Sangre gorda*) y las comedias costumbristas de los hermanos Álvarez Quintero (*Las de Caín*) o las obras de Carlos Arniches.

  • Carlos Arniches: De su producción destacan sus sainetes de ambiente madrileño (*El santo de la Isidra*) y, sobre todo, sus tragicomedias grotescas, en las que se combinan elementos trágicos y cómicos, y se muestran los vicios de la sociedad por medio de personajes caricaturescos. Son buenos ejemplos de este género nuevo *Los caciques* o *La señorita de Trevélez*. En esta última, una cruel broma de unos señoritos a una solterona servirá para denunciar la miseria moral de la burguesía de provincias.
  • Jacinto Benavente: Premio Nobel de Literatura (1922), fue el máximo exponente de la comedia burguesa de la época, con obras como *La noche del sábado* o *Rosas de otoño*. También crea melodramas rurales como *La malquerida*. Sin embargo, su obra maestra es *Los intereses creados*, que utiliza el ambiente y los personajes de la commedia dell’arte para realizar una crítica leve de la hipocresía de la sociedad burguesa, regida por la conveniencia y por el dinero.

El teatro de Valle-Inclán

Valle-Inclán es una de las grandes figuras de la literatura de todos los tiempos y la principal aportación española, junto con Lorca, al teatro universal del siglo XX. Su obra dramática puede organizarse en tres ciclos:

  • Ciclo mítico: Obras ambientadas en una Galicia arcaica, violenta y patriarcal, un espacio mítico en el que el ser humano se muestra tal como es, sin las capas de la racionalidad y la civilización. El ciclo lo componen el violento drama de *Divinas palabras* y la trilogía protagonizada por el linaje maldito de los Montenegro, *Comedias bárbaras* (*Cara de Plata*, *Águila de blasón* y *Romance de lobos*).
  • Ciclo de la farsa: Escrito en verso, este grupo incluye *La marquesa Rosalinda* y la trilogía *Tablado de marionetas para la educación de príncipes* (*Farsa infantil de la cabeza del dragón*, *Farsa italiana de la enamorada del rey* y *Farsa y licencia de la reina castiza*).
  • Ciclo del esperpento: Crea una nueva fórmula teatral consistente en la deformación caricaturesca de la realidad para poner de relieve lo absurdo y miserable de la existencia. Además de la trilogía *Martes de carnaval* (*Las galas del difunto*, *Los cuernos de don Friolera* y *La hija del capitán*) y del *Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte* (compuesto por *Ligazón*, *Sortilegio*, *La rosa de papel*, *La cabeza del Bautista* y *El embrujado*), la obra más representativa es *Luces de bohemia*. En ella asistimos a la última noche del poeta bohemio Max Estrella quien, con su ceguera, es el único capaz de ver realmente los males del país; de su lenguaje y estilo, sobresalen sus acotaciones —de cariz literario y muy elaboradas— y la riqueza y variedad de registros empleados.

El teatro de Lorca

La obra poética y dramática de Federico García Lorca constituye una de las cumbres de la literatura universal. Su teatro gira en torno a la frustración (reflejada en personajes femeninos) que es provocada por el conflicto entre la realidad y el deseo; y se caracteriza por resaltar los signos no verbales desde una concepción del teatro como espectáculo total, y por emplear el verso y la prosa, siempre con un lenguaje intensamente poético.

Su corpus dramático se puede agrupar en cuatro bloques: sus primeras obras, que empiezan con un ensayo juvenil simbólico, *El maleficio de la mariposa*, y una obra inspirada en la heroína liberal *Mariana Pineda*; las farsas para guiñoles (*Retablillo de don Cristobal*) y para personas (*La zapatera prodigiosa*); el teatro experimental o de vanguardia (*Así que pasen cinco años* y *El público*); y su teatro mayor, formado por el drama *Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores* y la *Trilogía dramática de la tierra española* compuesta por *Bodas de sangre*, *Yerma* y *La casa de Bernarda Alba*.

La generación del 14

La generación del 14 (o novecentismo) está formada por un grupo de intelectuales —la mayoría ensayistas— nacidos en torno a 1880. Herederos de la generación del 98, plantean una nueva actitud ante el problema de España, sintetizada en los siguientes puntos: apertura al mundo exterior —a Europa, fundamentalmente—; voluntad de modernizar el país actuando con unos principios de racionalidad y eficacia (el porvenir se deposita en la ciencia, las escuelas y las bibliotecas); institucionalización de la vida cultural y participación de los intelectuales en la vida pública.

El ensayo novecentista

Es el género predilecto de la mayoría de los miembros de la generación del 14, pues hallan en él un cauce idóneo para reflexionar sobre el problema de España. Los autores más destacados del ensayo novecentista son:

  • Ortega y Gasset: Sin duda, uno de los intelectuales más importantes del siglo XX. En obras como *Meditaciones del Quijote*, *España invertebrada*, *La deshumanización del arte* o *La rebelión de las masas*, plantea la necesidad de modernizar y racionalizar España de la mano de las élites intelectuales y con una visión europeísta y liberal. Además de la necesidad de integrar el yo en la circunstancia, son ideas nucleares de Ortega el perspectivismo y la razón vital («no vivimos para pensar, sino al revés»).
  • Otros ensayistas reseñables de esta generación son Eugenio d’Ors (*Glosari*, *Nuevo glosario*), Gregorio Marañón (biografías como *El conde-duque de Olivares: la pasión de mandar* o *Tiberio: historia de un resentimiento*), Salvador de Madariaga (*Ingleses, franceses y españoles* y *España: ensayo de historia contemporánea*) y Manuel Azaña (gran orador que destaca por haber sido presidente del Gobierno [1931-1933 y 1936] y de la República [1936-1939]).

La novela novecentista

Los dos novelistas más destacados de la generación del 14 son:

  • Ramón Pérez de Ayala: Influida por el ensayo y plagada de digresiones filosóficas, su narrativa se integra en la denominada novela intelectual —que sintoniza con la novela de ideas europea de, por ejemplo, Thomas Mann o Robert Musil—. Su obra se organiza en tres bloques: la tetralogía autobiográfica (*Tinieblas en las cumbres*, *AMDG*, *La pata de la raposa* y *Troteras y danzaderas*), las *Tres novelas poemáticas* (*Prometeo*, *Luz de domingo* y *La caída de los limones*) y un último grupo más innovador (*Tigre Juan*, *El curandero de su honra* y *Belarmino y Apolonio*).
  • Gabriel Miró: Con novelas como *Las cerezas del cementerio* o *El obispo leproso*, su corpus narrativo se inscribe dentro de la novela descriptiva o formalista, que se caracteriza por descripciones minuciosas y por una prosa elaborada.

Las vanguardias

Durante la primera mitad del siglo XX se producen profundas transformaciones que afectan a todos los ámbitos. Entre los hitos más relevantes que provocan ese cambio en la concepción del mundo, cabe señalar las dos guerras mundiales, la Revolución rusa, las nuevas teorías científicas —relatividad y mecánica cuántica, fundamentalmente— y las innovaciones artísticas de las vanguardias históricas. En el arte y la literatura, la respuesta a esa situación de crisis se manifiesta en los diferentes movimientos de vanguardia que se desarrollan en Europa y América, en los cuales se refleja el radical descontento con el presente y el desprecio ante el proceso histórico que desemboca en esa situación. Los movimientos de vanguardia comparten rasgos como el antirrealismo, el irracionalismo, el primitivismo, el afán de experimentación y la vocación minoritaria.

Las vanguardias europeas

En Europa, los movimientos de vanguardia más destacados son:

  • Expresionismo: Caracterizado por el rechazo de la guerra y la tiranía; por la tendencia a la deformación grotesca y la expresión del horror ante la crueldad humana, y por la angustia de la soledad del yo en esa sociedad. Se consideran expresionistas pintores como Munch, músicos como Schönberg y escritores como Bertolt Brecht, Franz Kafka o Valle-Inclán en su etapa del esperpento.
  • Futurismo: Liderado por Filippo Tommaso Marinetti, se caracteriza por la exaltación de la velocidad, la técnica, el deporte o la fuerza. Los textos futuristas destacan por su agresividad y dinamismo.
  • Dadaísmo: El nombre se inspira en el balbuceo de un bebé (dadá) y se propone demoler los convencionalismos a través de la burla, la provocación y el absurdo, regresando a un estado de inocencia originaria. Su principal representante es Tristan Tzara.
  • Surrealismo: Fundado por André Breton e influido por el psicoanálisis de Sigmund Freud, rompe con las ataduras de la moral y de la razón, y reivindica la pasión, la intuición, los sueños o el azar. Para lograr driblar al control consciente del mensaje, utilizarán habitualmente la escritura automática. Además de escritores como Breton, Louis Aragon o René Char, se vinculan con el surrealismo pintores como Salvador Dalí o cineastas como Luis Buñuel.

Las vanguardias en España

En España los vanguardistas son coetáneos de la generación del 14, pero se distancian de ellos, fundamentalmente, por su carácter irracionalista y antiburgués. Sobresale Ramón Gómez de la Serna, creador de las greguerías —breves enunciados ingeniosos que combinan metáfora y humor— e introductor de la vanguardia en España. Además, destaca un movimiento específico de la poesía en castellano, el ultraísmo, influido por el futurismo —y por el modelo creacionista de Vicente Huidobro— y que cuenta con autores como Guillermo de Torre, Rafael Cansinos Assens o Gerardo Diego.

Las vanguardias en Hispanoamérica

En Hispanoamérica sobresalen el peruano César Vallejo (*Trilce*, *España, aparta de mi este cáliz*) y los chilenos Vicente Huidobro (fundador del creacionismo; *Altazor*) y Pablo Neruda (*Veinte poemas de amor y una canción desesperada*, *Residencia en la tierra*, *Canto general*). Cabe añadir también a autores de la denominada «poesía negra», como Nicolás Guillén y, en la segunda mitad del siglo XX, a posvanguardistas como Nicanor Parra y Octavio Paz.

Juan Ramón Jiménez

Aunque vinculado a la generación del 14 por edad y por su compromiso con la regeneración del país, presenta una trayectoria poética singular cuyo hilo conductor es la búsqueda de la belleza, lo esencial o lo absoluto a través de la poesía. Su obra se suele organizar en tres bloques:

  • Poesía modernista o posromántica: Con obras como *Ninfeas*, *Arias tristes* o *Melancolía* lleva a cabo un proceso de depuración que parte de una retórica heredera del modernismo y desemboca en una poesía introspectiva, de influencia becqueriana.
  • Poesía pura o desnuda: En poemarios como *Diario de un poeta recién casado* postula la existencia de dos planos de realidad: la material y la invisible que el poeta debe descubrir y nombrar para así salvarla y defenderla del tiempo. Al desvelar esa realidad, se vislumbra la posibilidad de un yo esencial, eterno.
  • Tendencia al panteísmo o últimos libros: En *La estación total*, *Espacio* o *Animal de fondo* el yo se fusiona con el todo y experimenta una sensación de plenitud que llega a su culmen en *Animal de fondo*, donde la voz poética expresa, en un tono de celebración cercano a la mística, la fusión con ese dios vislumbrado en *Espacio* que le permite alcanzar lo absoluto.

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