La Novela de la Generación del 98
Podemos definir la Generación del 98, de una manera amplia, como un conjunto de escritores, pensadores, científicos, artistas, etc., que se sienten profundamente afectados por la crisis de valores de fines del XIX. Creen que la guerra de 1898, y la pérdida de los últimos restos de lo que había sido el imperio español, es un momento adecuado para la regeneración moral, social y cultural del país.
Los novelistas de esta generación son Unamuno, Baroja, Azorín y Valle-Inclán. Los cuatro suponen una superación del realismo decimonónico, bien creando novelas existenciales como Unamuno, experimentando como Azorín o Valle-Inclán o renovando el viejo realismo como Baroja.
Unamuno
Rompe con la novela tradicional en el sentido en que toda ella es desnudo relato. La situación sólo es el pretexto para que se muestre la personalidad de los personajes. Los temas que trata son de carácter filosófico: el destino del hombre, la perduración del hombre concreto, la muerte y la nada como final de la vida, el sentido de ésta, la impotencia de la razón para comprender la vida.
Citamos a continuación alguna de sus principales novelas:
- Amor y pedagogía: La primera novela renovadora de esta generación es una sátira del positivismo científico.
- Niebla: Una novela existencial, en la que la niebla es el símbolo de la angustia en el que se mueven unos personajes polarizados entre la ficción y la realidad. Es interesante la forma en la que Unamuno plantea la relación entre el escritor y su personaje, Augusto Pérez.
- En Abel Sánchez, a través de Joaquín Montenegro, vemos el tema de la envidia en la vida española.
- El tema de la maternidad espiritual lo trata en La tía Tula.
- La angustia que provoca la falta de fe y el deseo de tenerla en San Manuel Bueno.
Valle-Inclán
Pasa del impresionismo modernista de las cuatro Sonatas al expresionismo esperpéntico de Tirano Banderas, que es una historia caricaturesca y sangrienta de una dictadura americana. La etapa intermedia la constituyen las novelas de la guerra carlista: Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera, Gerifaltes de antaño. En el conjunto de novelas de El Ruedo Ibérico, Valle nos muestra una España infrarreal, estilizada hasta lo grotesco, trasunto de los años de la dictadura de Primo de Rivera en los que Valle escribe esta trilogía compuesta por La Corte de los Milagros, Viva mi dueño y Baza de Espadas.
Azorín
Utiliza la novela como soporte de sus innovaciones literarias desde novelas de la primera etapa como Las confesiones de un pequeño filósofo a las novelas objetivistas de la última como Don Juan o Doña Inés.
Baroja
Las novelas de Baroja se caracterizan por ser el relato biográfico de un personaje central concebido ideológicamente, por lo que tiende a manipular el relato, seleccionando y adaptando los incidentes de manera que se ajusten al tema. Los acontecimientos se suceden en el mismo orden que afectan al héroe, en raras ocasiones un personaje secundario tiene importancia, escaso interés por el amor y las heroínas. Muchas de sus obras están agrupadas en trilogías, unas veces unidas por el tema y otras de manera arbitraria.
Entre las más conocidas están: Tierra vasca, La lucha por la vida (compuesta por La busca, Mala hierba y Aurora roja), la tetralogía de El mar (en la que destaca Las inquietudes de Shanti Andía) y una de sus novelas más importantes El árbol de la ciencia, dentro de la trilogía La raza.
La Poesía del 98
Para España, el siglo XIX termina con una grave crisis: el final de su imperio colonial en 1898. Este acontecimiento provocó una ola de indignación y de protestas que se manifestaron en la literatura a través de los escritores de la Generación del 98.
No es propiamente un movimiento literario, sino un grupo de escritores surgidos tras el desastre del 98 que presentan un deseo de renovación política y social entroncado con los regeneracionistas. Coinciden en sus temas: el paisaje castellano, el interés por la vida cotidiana del pueblo y el regreso de los clásicos. Coinciden también en la búsqueda de la sencillez en la forma y en el empleo de un lenguaje directo.
Los principales componentes de la generación son: Miguel de Unamuno, Valle-Inclán, Antonio Machado, Pío Baroja y Azorín. Los dos últimos no cultivaron la poesía.
Miguel de Unamuno
Es el escritor más representativo del 98. Su producción literaria es muy extensa, tocó todos los géneros literarios y a través de ellos expresa sus preocupaciones filosóficas: la angustia ante la muerte, el deseo de eternidad, la búsqueda de la fe, etc.
Su poesía, de carácter muy personal, le sirve de vehículo para manifestar sus inquietudes religiosas, su interés por Castilla (paisajes, habitantes, ciudades), su amor por la familia y sus sentimientos ante la expresión artística.
Aunque escribió poesías desde muy joven, no las publicó hasta muy tarde, por lo que fue más conocido como novelista o ensayista que como poeta. Su primer libro de poesías está impregnado de inquietudes místicas, de cariño a la tierra natal, de visiones de arte. Siguen Rosario de sonetos líricos y Cristo de Velázquez, considerado como su mejor obra poética. Se trata de un poema muy extenso que nace de la contemplación del cuadro del pintor español. Es una exaltación de amor divino, centrado en la imagen de Cristo, fuente de amor y de perdón. Teresa es un poema romántico en donde es perceptible la influencia de Bécquer.
Valle-Inclán
La importancia de su obra como dramaturgo y novelista hace que su poesía pase desapercibida. Claves líricas es el título con el que recoge la mayor parte de su producción poética. Su primer libro, Aromas de leyenda, está muy cercano a la estética de las Sonatas, con la visión artificiosa del paisaje gallego. En El pasajero refleja el decadentismo de su época. Su obra maestra es La pipa de kif, donde los elementos modernistas se deforman hasta lo grotesco, lo que empareja este libro con sus esperpentos teatrales. El último poema del libro, La tienda del herbolario, es una exaltación a lo que Cernuda llamaría más tarde los paraísos artificiales.
Antonio Machado
Es el gran poeta de la generación y uno de los más importantes poetas españoles de todos los tiempos.
Aunque sus primeros poemas están cercanos a la estética del modernismo, pronto se inclinó hacia un modernismo intimista, de tonos becquerianos, plagado de símbolos y de gran sencillez formal. Su pertenencia a la Generación del 98 se manifiesta por la revalorización del paisaje, la angustia ante el paso del tiempo, la preocupación por la situación española y por su futuro, el escepticismo y la afirmación de la supremacía de lo espiritual sobre lo material.
Tres son los temas principales de su obra: la intimidad del poeta (recuerdos en sueños, sentimiento del paso del tiempo), el paisaje (Castilla y Andalucía, la gente castellana, el pasado histórico, la realidad actual y la realidad nacional vista con sentido crítico) y, por último, el amor.