La casa de los conejos de Laura Alcoba
Relata la vida que tuvo en la ciudad de la Plata. Sus padres, montoneros militantes la indujeron a la clandestinidad. Ella solo quería una familia “normal” o un perrito para jugar, algo que podía anhelar cualquier nena de su edad, sin embargo, por las circunstancias de la época y en la situación política en la que estaban involucrados sus padres, tuvo que razonar, entender y comportarse como grande, eso era muy admirable por cómo se tomaba las cosas y como reaccionaba a las circunstancias y los hechos que le tocaron presenciar con tan solo siete y/o diez años de edad.
Sus padres la llevaron a vivir a una casa con tejas rojas y un jardín, como “quería la niña”. Allí, sus padres le explicaron porque se mudaron y que no tenía que decir donde vivían ni el secreto del altillo, mientras tanto, para poder ir al colegio, debía ir a casa de sus abuelos donde de allí la llevaban al colegio y a la tarde-noche sus padres la iban a buscar. Un día, llama su madre y le dice que el padre había caído preso y su madre dijo que iba a llamar.
Dos o tres meses después de no ver a su madre, su abuelo la lleva a una plaza donde se encontrará con su madre, pero cuando esta aparece, la niña no la reconoce por el rojo en el pelo que tenía. La madre, sin prácticamente cruzar palabras con la nena, la lleva a una juguetería a comprarle una muñeca.
Luego, la lleva a un lugar raro, donde la nena nunca antes había estado, también la recibe una señora que no sabe si la conocía o no. La casa estaba prácticamente vacía, pero había muchos libros apilados por toda la casa. En la cocina hablaban la madre y la señora de Dios, que la tenían que bautizar.
Luego conocen a la pareja “Cacho” y “Didí” (Daniel y Diana), con los que comparten una casa.
En camino a la casa nueva, el auto pasa por la plaza donde la madre le había comprado la muñeca a su hija. La niña le dice a su madre repetidas veces que vendían una muñeca más linda a la que ella había elegido, cuando el chofer irritado por la nena que repetía continuamente la frase, grita diciéndole que se calle. La nena herida por los gritos hace silencio y nota que su madre tendría los ojos vendados y le explica a la nena que no podían ver a donde iban.
Al fin llegaron a la casa nueva. La convivencia se ve que no fue un problema, lo importante era lo que se vivía ahí adentro, el “Embute”.
Para construir el embute había que hacer un gran agujero en la tierra. El obrero y el ingeniero se trasladaban en una camioneta conducida por Didí, en la cual ellos se escondían en la parte trasera con una vieja frazada polvorienta.
Los únicos que asistían a la casa eran Cesar (el responsable del grupo), el obrero y el ingeniero.
Cacho trabajaba en Bs. As. En un estudio importante, lo cual disfraza muy bien su verdadera identidad de revolucionario, igualmente con su esposa, que pasa desapercibida por su hermosa sonrisa y por su embarazo.
El ingeniero construye un muro falso en la casa para el “Embute”. Funciona con un control que dejaban a la vista para no generar sospechas. Él estaba fascinado con un cuento de Edgar Alán Poe “La carta robada”, la cual insistía con una frase del cuento ”Al descuido que lleva al intelecto a no tomar en cuanta consideraciones de una excesiva evidencia“
El ingeniero más que nada insistía con la preservación de identidad, tras varios sucesos ocurridos como cuando la niña le quiso sacar una fotografía sin rollo porque estaba jugando, y el ingeniero reacciono violentamente. O cuando la nena fue a jugar en casa de su vecina y la madre se enfurecíó. Pero todo esto consistía en que detrás del muro falso, fabricaban el diario “Evita Montonera” y cacho los enviaría a la ciudad envueltos como regalo para que nadie sospechara, Pero como había que disimular todo el movimiento de tantas idas y vueltas de la camioneta, hicieron un criadero de conejo en el garaje para vender y pasar desapercibidos con el tema de los diarios.
Un día, cuando la madre se reencuentra con su padre, éste le dice de exiliarse del país con la niña.
Una vez que la niña y su madre llegaron a París, la información le llegaba con retardo. Supo que Didí había dado a luz el 12/8/76 con el nombre de Clara Anahí. Luego que en Argentina haya avanzado el nuevo periodo democrático poco después de la guerra de Malvinas el padre fue liberado y le dio un libro a la nena:
Todos los que estaban en “La casa de los conejos” habían sido fusilados por los militares. El único que salíó vivo el mismo día del ataque fue cacho, que había ido a trabajar a Bs As. Y su hija Clara Anahí se encontraba en casa de sus abuelos. Exactamente ocho meses después del ataque a la casa de los conejos fue asesinado y suponen que su hija fue criada por los militares.
Cuando la señora pudo contactarse con la madre de Daniel “Chicha Mariani” le pidió que le contara como había sido todo y quien fue el que los había delatado, fueron al lugar donde alguna vez fue “la casa de los conejos”. Ella abrumada por ver como habían destrozado la casa a balazos, recordando cada rincón del hogar tenia cada vez más dudas de lo que había pasado. Ella se preguntaba quién fue el que los traiciono, y dudando de Cesar la Madre de Daniel le responde que el ingeniero cuando cayó preso y los mando al frente insistiendo con el lugar, el ingeniero no sabía la dirección de la casa, pero sabía que estaba en algún lugar de la plata, así que lo llevaron en helicóptero a recorrer la ciudad, el conocía la construcción y el diseño de la casa por lo que no le habrá costado saber distinguirla.