Entre Visillos
Los estudios sobre la incorporación de las mujeres a la esfera pública han permitido reconocer su presencia en diversos campos artísticos, y en particular, en el literario. Su acceso, en las primeras décadas del siglo XIX, favoreció la profesionalización de escritoras como Carmen de Burgos, Concha Espina o las más jóvenes María Teresa León o Rosa Chacel, cuyos nombres y referencias trataron de ser ocultados tras la guerra.
Las escritoras de mediados de siglo tuvieron que superar no solo la censura, sino también las expectativas y aspiraciones intelectuales diferentes a las que se asignaban a sus contemporáneas.
El 6 de enero de 1945 crearon el Premio Nadal, ganado por una jovencísima Carmen Laforet con la novela Nada. Elena Quiroga o Ana María Matute, junto a Carmen Martín Gaite, son miembros reconocidos de la «generación de medio siglo».
Los personajes de estas autoras, sobre todo los femeninos, están limitados por las circunstancias sociales.
Estructura
La novela ofrece una estructura circular. Se trata de una novela de final abierto que aparece dividida en dos partes de once y siete capítulos respectivamente.
- La primera parte consta de 11 capítulos. Transcurre en septiembre y narra, a través de un ritmo lento, lo que sucede en las Ferias hasta el inicio del curso.
- La segunda parte consta de 7 capítulos. Desde el inicio del curso escolar hasta las vacaciones de Navidad, se focaliza en las figuras de Pablo y Natalia, dos seres que no encajan en esos ambientes.
Narrador
En esta novela se encuentran dos tipos de narradores: en primera persona (Pablo y Natalia) y en tercera persona. Mediante esta técnica polifónica, se enriquece la visión de la realidad y se implica al lector.
Hay dos voces en primera persona:
- Natalia: cuenta los hechos a través de su diario. Ella comienza la acción y su voz reaparece en los capítulos 13 y 16. El diario de Natalia es una ruptura con el realismo objetivo de su generación. La crítica literaria ha visto en el diario de Natalia y en las cartas de Julia un modo de dar voz a las mujeres, condenadas al silencio en una sociedad tan masculinizada.
- Pablo: su voz ocupa más espacio dentro de la obra. Como es el narrador que aparece en más ocasiones, se considera el personaje más destacado dentro del protagonismo colectivo de la novela.
El narrador en tercera persona es omnisciente discreto, que cuenta lo que oye y ve, pero sin emitir juicios de valor.
Estilo
Combina el registro literario con el coloquial. El registro coloquial o familiar es el dominante. El lenguaje empleado, tanto por las capas más educadas de la sociedad como por las menos instruidas, presenta los siguientes rasgos:
- Referencias deícticas a la 1ª y 2ª persona. Uso abundante de vocativo.
- Preguntas retóricas.
- Interjecciones y exclamaciones.
- Palabras comodín.
- Orden variable de las palabras, alterado por el uso de comas.
- Sufijación con valor expresivo y de interjecciones.
- Uso reiterado de citas, refranes, frases hechas, muletillas.
- Parataxis. Tendencia a la yuxtaposición.
- Empleo de repeticiones, de palabras de relleno, muletillas y redundancias.
- Uso de palabras que expresan parentesco.
- Función apelativa del lenguaje.
- Vocativo.
Espacios
La pequeña ciudad de provincias es protagonista simbólico. La acción transcurre seguramente en Salamanca, que cuenta con catedral, y la descripción del colegio es idéntica al colegio donde estudió Martín Gaite. La población adquiere un valor universal, muestra un modo de vivir que es válido para cualquier población de España. Frente al espacio de la ciudad, se erige la meta de la gran capital. Madrid simboliza la posibilidad de escapar de la represión femenina y social.
Desde el punto de vista del espacio narrativo, Entre visillos es una novela claustrofóbica: predominan los espacios cerrados.
Espacios cerrados
Privados:
- La casa de Natalia: la habitación del mirador se convierte en un elemento clave de esta vida de control y en espacio femenino.
- La casa de la familia de Elvira: el lugar más asfixiante es el comedor; se percibe un ambiente entristecido. Teo tiene intimidad y tiempo para estudiar, lo que demuestra que el cumplimiento de la convención de luto no afectaba por igual a hombres y mujeres.
Públicos:
Muestran la cultura y la sociedad de la posguerra:
- Instituto femenino.
- Casino.
- El Gran Hotel.
- La catedral: acompaña a los personajes en sus paseos. Importancia simbólica al final de la novela, ya que deja de verse envuelta en niebla a medida que Pablo y Julia se alejan hacia la capital.
Espacios abiertos
- Los caminos o paisajes.
- El margen del río.
Tiempo
Tiempo externo: mediados de los años 50. No se alude al pasado inmediato, pero hay indicios del contexto histórico al referirse a la obra de cine “Marcelino, pan y vino”, estrenada en 1954, o al hablar de que las chicas se habían perdido el NO-DO.
Tiempo interno: la novela se desarrolla en tres meses, desde mitad de septiembre hasta mitad de diciembre. Hay un cambio en la velocidad narrativa entre las dos partes. En la primera parte, se narran los acontecimientos que ocurren en 15 días. En la segunda parte, la acción se desacelera, se adapta a un ritmo más rutinario y lento, como lenta es la vida anodina de sus personajes.
Temas
Los temas que trata Entre visillos están marcados por la situación social y política española de finales de los años 50. En aquella época, apenas se había producido una leve relajación de las normas impuestas por la dictadura franquista y el país se regía por la estricta moral del nacional-catolicismo.
- La rutina: la novela describe la vida cotidiana de un grupo de jóvenes en una ciudad de provincias, centrándose especialmente en las mujeres y la carencia de libertades a las que se enfrentaban.
- La ausencia de libertad: sobre todo para las mujeres. Cualquier acto o decisión suya estaba sujeta a la supervisión de un hombre o de un adulto: los estudios, la forma de vestir, el grupo de amigas… En cambio, los hombres podían estudiar, salir, beber, fumar… porque estaba bien visto. La falta de libertad también se manifiesta mediante el control que ejercen los personajes unos sobre otros.
- El machismo: gran parte de los diálogos masculinos de la novela están cargados de machismo; solo Pablo y Emilio se muestran diferentes al resto. Un ejemplo es la conversación que mantienen los amigos de Ángel sobre la infidelidad de este.
- Los roles de género: la mujer de aquella época solo podía ejercer dos papeles: el de madre o el de esposa. Los hombres eran los que dictaban las normas.
- El matrimonio: lo deseable en esta época no solo era casarse, sino hacerlo con “un buen partido”. Era habitual que el hombre fuera mayor que la mujer y se toleraba que hubiese tenido experiencias anteriores. En cambio, ellas debían ser jóvenes e inocentes. Un ejemplo es la conversación que mantienen las compañeras de clase cuando se enteran de que una de ellas ha dejado el instituto para casarse.
- La soltería: la mujer soltera se convertía en una especie de paria, que acababa sirviendo a su padre o a los hermanos. En las ciudades podía llegar a emanciparse trabajando por su cuenta, pero la mayoría prefería el matrimonio a cualquier oficio.
- Las diferencias sociales: los personajes son burgueses y la mayoría de ellos manifiestan un claro rechazo a otras clases sociales.
- El inmovilismo y la huida ante la imposibilidad de cambio: las cosas tienen un orden y no hay posibilidad de cambio. Quien intente actuar de manera distinta a lo esperado tendrá que huir de aquella ciudad. Es la alternativa que elegirán algunos de los personajes “rebeldes”. Pablo hará las maletas tras tres meses allí, Julia cogerá el tren de camino a Madrid en busca de su libertad y se presupone que Natalia hará lo mismo.
Narradores de los años 50 y el realismo social
Rafael Sánchez Ferlosio: su novela El Jarama se convirtió en la obra de más repercusión del realismo objetivista. La obra relata la forma en que un grupo de personajes aprovecha su tiempo libre, cuyas vidas durante la semana se centran en el trabajo. El tedio vital se ve interrumpido por la muerte de una de las chicas, ahogada en el río.
Ignacio Aldecoa: su producción se compone de algunas novelas y numerosos cuentos. El autor pretendía realizar una pintura de los distintos sectores sociales; en los cuentos se observa la presencia de ciertas constantes.
Juan García Hortelano: es autor de dos novelas de carácter objetivista: Nuevas amistades y Tormenta de verano.
Camilo José Cela: su primera novela del tremendismo fue La familia de Pascual Duarte (1942), la cual supuso una novedad en el panorama literario de los años cuarenta. La obra más importante de Cela es La colmena (1951), que inaugura el realismo social de los años cincuenta. Cada uno de sus seis capítulos consta de una serie de secuencias breves que desarrollan episodios que ocurren simultáneamente. Esta fragmentación en anécdotas que conforman un conjunto de vidas cruzadas, como las abejas de una colmena, trata de reflejar objetivamente la realidad social de la posguerra.
Miguel Delibes: se dio a conocer con La sombra del ciprés es alargada. Cinco horas con Mario (1966), su obra maestra, consiste en el monólogo interior de Carmen, una mujer de clase media que está velando el cadáver de su esposo. El contraste entre Mario, un profesor solidario y progresista, y Carmen, de mentalidad cerrada y convencional, refleja el de la España tradicional y el de la progresista.
Juan Goytisolo: sus obras Juegos de manos y Duelo en el Paraíso presentan la infancia como un paraíso perdido.
Carmen Martín Gaite: obtuvo el premio Nadal con Entre visillos (1957), una crítica visión de las chicas de una ciudad de provincias, obsesionadas con casarse.
Carmen Laforet: ganó el premio Nadal con su obra Nada.
Ana María Matute: fue una novelista española miembro de la Real Academia Española, donde ocupó el asiento K. Aunque con reflejos realistas y de intención social, su novelística está dotada de una refinada prosa poética. Destacan obras como Los Abel (1948).