Características de la obra dramática de Lorca
La obra dramática de Federico García Lorca destaca por el uso de metáforas originales y símbolos que también están presentes en su poesía. Elementos como el río simbolizan la pasión erótica, mientras que otros, como la casa, adquieren una fuerte dimensión simbólica en La casa de Bernarda Alba, donde la poesía se combina con lo dramático para crear un teatro poético. Este teatro presenta una realidad estilizada y verosímil, aunque cargada de hipérboles y simbolismos.
El marco andaluz es realista, con referencias a tareas del campo, labores domésticas y costumbres rurales. Los personajes son realistas y verosímiles, empleando un lenguaje popular lleno de refranes, insultos y frases hechas, pero con conciencia estilística y gran carga poética. Lorca poetiza la realidad a través de recursos como la hipérbole (“doscientas mujeres en el duelo”), el símil (“respirando como si fuera un león”), la personificación y oraciones exclamativas.
El Simbolismo en la Obra
El simbolismo de la obra se utiliza para reflejar pasiones humanas y augurar tragedias. Los elementos arquitectónicos, como la casa, simbolizan el enclaustramiento; las ventanas y puertas, el peligro; las rejas, la prisión, y las puertas en arco, la muerte. Los lugares también tienen significados simbólicos: el río representa la sociabilidad y el erotismo, mientras que los pozos aluden a la insociabilidad; el mar y el campo simbolizan la libertad, en contraste con la casa, símbolo de opresión.
Los colores refuerzan los significados: el negro simboliza el dolor, el blanco la alegría, y el verde la rebeldía y la esperanza, como en el vestido de Adela. Los animales, como el caballo garañón, son símbolos de erotismo y deseos reprimidos, mientras que objetos como el bastón de Bernarda representan la represión, y el retrato, la frustración.
Pepe el Romano es un símbolo del deseo y la pasión que desencadena el conflicto entre las hermanas, marcando el choque entre la opresión de Bernarda y el anhelo de libertad de sus hijas. En suma, Lorca combina la poesía y la realidad, creando una obra rica en simbolismo y dramatismo.
Contexto Histórico y Literario
A comienzos del siglo XX, el teatro español se alejaba de las tendencias renovadoras europeas, ofreciendo obras destinadas a un público burgués que buscaba entretenimiento acorde con sus gustos. Destacaban autores como los hermanos Álvarez Quintero, Carlos Arniches, Jacinto Benavente y Pedro Muñoz Seca, con obras costumbristas, sainetes y comedias. Paralelamente, se desarrolló un teatro histórico y poético de corte modernista, representado por Marquina y Villaespesa, que exaltaba el pasado con personajes y hechos idealizados.
Intentos renovadores vinieron de autores de la generación del 98, como Unamuno y Azorín, aunque el más destacado fue Ramón María del Valle-Inclán, creador del esperpento, una técnica crítica y grotesca. En la misma línea, Federico García Lorca, miembro de la generación del 27, defendía un teatro vivo y humano, combinando poesía, música y escenografía. Con su compañía La Barraca, llevó el teatro clásico a los pueblos. Lorca exploró diversos estilos, desde farsas y obras surrealistas hasta dramas sociales y tragedias. Su trilogía trágica, Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba, refleja su genio, aunque esta última se publicó tras su asesinato durante la Guerra Civil.
Análisis de La casa de Bernarda Alba
El tema central de La casa de Bernarda Alba es el enfrentamiento entre autoridad y libertad. La autoridad, representada por Bernarda, simboliza la tradición, el orden y la realidad; mientras que la libertad, encarnada especialmente por Adela, representa el instinto, la imaginación y el deseo de realización personal. Bernarda ejerce una tiranía ciega como “cabeza de familia”, enfrentándose al anhelo de sus hijas por liberarse. Adela desafía el luto y la opresión, mostrando una rebeldía que crece hasta culminar en su trágico suicidio. Por otro lado, Ma Josefa expresa su ansia de libertad mediante la locura, otra respuesta estéril frente a la represión de Bernarda. La obra refleja este conflicto como núcleo de su estructura dramática.
La casa de Bernarda Alba es una tragedia clásica estructurada en tres actos, que corresponden a planteamiento, nudo y desenlace. La acción transcurre en un único espacio, la casa, pero con tiempos diferentes. Cada acto sigue un esquema cíclico: calma inicial, conflictos crecientes y un final violento, marcados por hechos externos a la escena, como la muerte del esposo de Bernarda al inicio y el suicidio de Adela al final. Tanto el inicio como el cierre están dominados por el silencio y las campanas de duelo. La obra se abre y se cierra con una orden de Bernarda: “Silencio”, enfatizando su control y la opresión que define el drama.