El Teatro Español en la Inmediata Posguerra

Teatro Español de Posguerra: Entre la Censura y la Renovación

Contexto de la Posguerra

El teatro de la inmediata posguerra española se caracteriza por su pobreza, debido a la ausencia de grandes dramaturgos como Valle-Inclán, Lorca y Miguel Hernández, muertos en esos años, y al exilio de otros como Alejandro Casona, Max Aub y Rafael Alberti. A esto se suman otros condicionantes como la censura, el aislamiento cultural y la dependencia de intereses comerciales (conversión en cines de varias salas de teatro). Mientras tanto, en Europa, se representan obras renovadoras del alemán Bertolt Brecht y del francés Antonin Artaud, e irrumpe con fuerza el teatro del absurdo de Eugène Ionesco y Samuel Beckett.

Teatro Convencional y Censura

La escena española está invadida por un teatro convencional, melodramático, plagado de un humor superficial. Son espectáculos de escaso interés artístico que buscan entretener a un público mayoritariamente conservador. La terrible censura de la época impide poner en escena obras que se opusieran, aunque fuera mínimamente, a los valores morales o sociales establecidos por el poder.   

Los géneros dominantes son la comedia de entretenimiento o evasión y el drama ideológico o político que justifica el orden establecido. Jacinto Benavente volvió a ser el autor de éxito al presentar obras descontextualizadas, en las que nunca se mencionaba la guerra ni los problemas sociales. Destacan igualmente J. Calvo Sotelo, Juan Ignacio Luca de Tena y Alfonso Paso. Estas dos tendencias son el germen de las dos corrientes posteriores: el teatro humorístico (con Jardiel Poncela y Miguel Mihura) y el drama ideológico (con Buero Vallejo y Alfonso Sastre).

El Resurgir del Teatro Humorístico

El teatro de humor ya había tenido un gran éxito (el astracán de Pedro Muñoz Seca o los sainetes populares y tragicómicos de Carlos Arniches). Ahora sobresalen dos figuras: Jardiel Poncela y Miguel Mihura, que realizan un teatro de humor renovado, con situaciones ingeniosamente construidas en las que lo inverosímil y hasta lo absurdo se convierten en protagonistas absolutos.

Este tipo de teatro humorístico aprovecha las posibilidades cómicas del lenguaje mediante equívocos y juegos de palabras disparatados, pero, a menudo, ese humor esconde una visión escéptica y amarga de la realidad.

Jardiel Poncela

Su teatro se basa en un humor disparatado, irónico, antisentimental y futurista. Rompe con las formas tradicionales de lo cómico y presenta una caricatura de la sociedad de la época. Concibe el teatro como el reino del absurdo, encadenando situaciones inverosímiles con personajes atípicos. Abundan diálogos de un humor intelectual que refleja una visión crítica de la realidad. Destacan obras como Cuatro corazones con freno y marcha atrás o Los ladrones somos gente honrada.

Miguel Mihura

Escribió teatro y guiones de cine, y fundó y dirigió La Codorniz. Pertenece a la etapa de renovación del teatro de preguerra, como Valle-Inclán o García Lorca. Sin embargo, Mihura no es conocido como dramaturgo hasta después de la Guerra Civil, cuando estrena, en 1952, su primera obra teatral, escrita veinte años antes: Tres sombreros de copa.

En su producción teatral, Mihura manifiesta su concepción de la vida. Toda su obra dramática es una crítica de los convencionalismos o imposiciones sociales que ahogan la libertad de las personas y, por lo tanto, su felicidad. La comicidad de su teatro reside en la ruptura de lo lógico; para ello, crea situaciones absurdas. Emplea el humor para acercarse a los problemas humanos. Expone una visión diferente de la sociedad, ya que manifiesta simpatía por unos personajes libres de prejuicios, marginales, enfrentados a un mundo cursi y convencional. Los grotescos personajes-tipo que aparecen en Tres sombreros de copa y el lenguaje vanguardista emparentan la obra de Mihura con Jardiel Poncela y Gómez de la Serna; por otro lado, la visión crítica de la sociedad lo liga al teatro del absurdo de Beckett o Ionesco.

Sus obras más destacadas son Tres sombreros de copa, El caso de la señora estupenda y Maribel y la extraña familia.

El Teatro Realista y Social

Al igual que en los otros géneros del momento, en los años cincuenta, en el teatro predomina la tendencia realista o social, que consiste en un teatro de testimonio que presenta la realidad de la posguerra. En 1949, el estreno de Historia de una escalera, de Buero Vallejo, inicia el camino de la renovación. Con esta obra se introducen las inquietudes existenciales en el teatro. Poco a poco, este existencialismo deriva hacia un teatro social y realista, un teatro de testimonio y compromiso que no siempre puede estrenarse debido a la censura. Aborda temas como los conflictos personales y colectivos, la falta de libertad, la marginación y la desigualdad social. El género utilizado es el drama. El lenguaje es realista, pero en ocasiones se carga de símbolos e imágenes.

Buero Vallejo

Estudiante de Bellas Artes, condenado a muerte e indultado después de la Guerra Civil, recibe el premio Lope de Vega por su obra Historia de una escalera y, desde entonces, se dedica al teatro (muere en el 2000), convirtiéndose en uno de los autores más destacados del teatro español.

Lo novedoso de la obra de Buero es el tema, ya que plantea los conflictos de la sociedad de su tiempo; muestra la realidad de la posguerra y pone en escena al pueblo bajo con sus problemas que, en parte, derivan de la guerra, mientras que, al mismo tiempo, ignora la realidad oficial. La finalidad de su teatro es conmover al espectador, hacerle reflexionar, hacerle tomar conciencia de los problemas individuales y colectivos. En su producción predominan las obras realistas que reflejan la psicología humana, creando un clima de desasosiego, un mundo trágico, pero fundado en la esperanza.     

A su etapa existencial corresponden las obras Historia de una escalera, que refleja un mundo gris, de vecinos con ilusiones y frustraciones, y En la ardiente oscuridad, obra simbolista sobre el tema de la ceguera. En la etapa social, se adentra en el teatro de tema histórico con Un soñador para un pueblo (sobre la figura de Esquilache) y Las Meninas (sobre Velázquez), combina el realismo y el experimentalismo en obras como El tragaluz, y reflexiona sobre el tema de la tortura y la culpa en La doble historia del doctor Valmy.

Alfonso Sastre

Pertenece plenamente al realismo social, y su teatro se caracteriza por una actitud de denuncia social y una fuerte voluntad de renovación formal. Es, a su vez, un gran teórico que ha publicado diversos artículos sobre su concepción del teatro como un arte social que sirve para agitar las conciencias. Aborda temas como la libertad, la culpa, el arrepentimiento, la opresión y recoge elementos de la tragedia clásica, del esperpento y del teatro épico de Bertolt Brecht. Su larga producción teatral apenas ha sido representada por la censura y porque no conecta con gran parte de la crítica ni del público. Entre sus obras destacan Escuadra hacia la muerte (grito contra la guerra, en ella desarrolla el conflicto entre el principio de autoridad y el de libertad), La mordaza y Guillermo Tell tiene los ojos tristes.

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