El teatro español de posguerra: de la continuidad a la renovación (1940-1975)

El teatro español de posguerra: de la continuidad a la renovación (1940-1975)

Los primeros años de la posguerra (años 40) fueron muy duros. La dictadura franquista inició una depuración política de represión de los vencidos: ejecuciones, cárcel o exilio. Están marcados por el hambre y la miseria de la mayoría de la población. Hasta 1975, año en que termina la dictadura, el auge teatral del periodo anterior a la Guerra Civil fue disminuyendo con los años debido a la inquietud por otro tipo de espectáculos. Había dos opciones a seguir: la evasión de una realidad dolorosa o el compromiso que implica la denuncia a esta situación. Asimismo, los autores próximos al franquismo encuentran en él un excelente vehículo de transmisión ideológica y de evasión.

En este sentido, las diversas directrices del teatro de posguerra se agrupan en dos grandes apartados: la continuidad (obras que se representan en teatros públicos) y la renovación (nuevas tendencias estéticas). Por su parte, las obras que triunfan en la escena son neobenaventinas y las del teatro del humor, hasta el cambio que supondrá en 1949 “Historia de una escalera”.

Teatro en el exilio

Entre los autores que cultivan el género dramático en el exilio se observa una amplia gama de estéticas, géneros y temas, la frecuente nostalgia y la visión crítica de su tiempo.

  • Rafael Alberti escribe obras como “El adefesio”.
  • Alejandro Casona se aleja del realismo y cultiva un teatro simbólico, poético, historicista: “La dama del alba”.
  • Max Aub trata la problemática de su época (exilio, guerra, persecuciones): “Cara y Cruz”.

Teatro en la España de posguerra (años 40)

En la década de los cuarenta, destaca por un lado la comedia burguesa, teatro de continuidad sin ruptura que se sitúa en la línea del teatro de Benavente, con el fin de entretener. Los temas más empleados son el amor, la familia y el matrimonio con fin moralizador.

  • José María Pemán con “La verdad”.
  • Juan Ignacio de Tena con “¿Dónde vas Alfonso XII?”

Por otro lado, surge el teatro cómico.

  • Javier Poncela propone renovar la risa e introduce lo inverosímil, encontrándose con la oposición del público: “Los ladrones somos gente honrada”.
  • En las obras de Miguel Mihura triunfa la bondad y la ternura: “Tres sombreros de copa”.

Teatro en la España de posguerra (años 50)

En los años cincuenta, surge una nueva concepción del teatro (existencial) que busca la verdad y rigor en la apreciación de las realidades humanas. Tras el estreno de “Historia de una escalera”, nace el drama realista, que se consolidó en “Escuadra hacia la muerte” de Alfonso Sastre.

Antonio Buero Vallejo es el mayor representante de la tragedia moderna, donde abunda el realismo y simbolismo, la historia con valor real y existencial. Su trayectoria pretende reflexionar sobre la situación del hombre. Se distinguen dramas realistas que suponen un examen crítico a la sociedad española, drama histórico, el pasado como vehículo del presente, drama simbólico, muchas escenas.

Alfonso Sastre formó el Teatro de Agitación Social, donde la muerte tiene un papel primordial, y la persecución política: “Escuadra hacia la muerte”.

Teatro en la España de posguerra (años 60)

En los años sesenta, triunfó el teatro representado por la nueva comedia burguesa, el teatro comercial que llega al más alto grado de evasión posible con autores como:

  • Alfonso Paso: “Sentencia de muerte”.
  • Jaime de Armiñán: “La pareja”.
  • Antonio Gala: “Los verdes campos del Edén”.

El teatro realista de intención social se encontró limitado debido a la censura, a las estructuras conservadoras del teatro comercial y al público, poco propenso a innovaciones escénicas o ideológicas.

Teatro en la España de posguerra (años 70)

En los años setenta, se lanzan a una renovación teatral, surge un teatro experimental que busca la experimentación formal y dramática, potencian al máximo los elementos extraverbales y rompen con la división entre el escenario y los espectadores. Destaca Fernando Arrabal, que crea el “teatro pánico”, caracterizado por la confusión, el humor, el amor y la muerte.

Francisco Nieva, el más importante, escribe obras que se dividen en 3 géneros:

  • Teatro furioso, gran libertad imaginativa: “Coronada y el toro”.
  • Teatro de farsa y calamidad, metafísico y poético: “Malditas sean las Coronada y sus ojos”.
  • Teatro de crónica y estampa, histórico y didáctico: “Sombra y quimera de Larra”.

Teatro posterior a 1975

, perviven la comedia burguesa, el drama sentimental, el drama poético, el drama realista, el teatro neovanguardista y los grupos independientes. También surge un nuevo teatro tras la dictadura, simbolistas como José María Bellido (“Futbol”), Ruibal (“El asno”); carácter vanguardista y pesimista, autores de síntesis, carácter realista, Fernando Fernan-Gómez (“Las bicicletas son para el verano”) y Adolfo Marsillach, autores de los 90, en quienes lo social y existencial conviven con lo metateatral, Dulce Chacón o Ignacio de Moral. Teatro último, incorpora otros lenguajes Juan Mayorga (“EL chico de la última fila”)

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