El Teatro Español: De la Posguerra a las Últimas Tendencias

Evolución del Teatro Español desde la Posguerra hasta la Actualidad

El Teatro de Posguerra

Los escritores en el exilio no pudieron ver sus obras representadas en España hasta los años 60. Entre ellos, destacan Rafael Alberti (El adefesio) y Max Aub (A la deriva).

El teatro fue el género más afectado por la Guerra Civil. Sus renovadores habían muerto y las duras condiciones de posguerra agravaron la crisis del teatro: los autores escaseaban y sufrían una férrea censura. Además, el público y los empresarios no estaban dispuestos a la innovación, reduciendo el teatro a un mero espectáculo para la diversión. A esto se sumó la aparición de un competidor feroz: el cine. Hasta los años 50, predominó en España un teatro conservador y evasionista, cultivándose la alta comedia benaventina, el sainete costumbrista y el drama burgués. Eran obras bien elaboradas, con diálogos agudos y brillantes, y una crítica de costumbres muy superficial que nunca hería al espectador; tenían un final feliz y defendían la ideología dominante. Autores destacados de esta época son Luca de Tena, José María Pemán y Joaquín Calvo Sotelo. Otros autores del “teatro de evasión, de la felicidad o del amor” fueron Edgar Neville, López Rubio, Ruiz de Iriarte y Agustín de Foxá.

En este desolador panorama, destaca Alfonso Paso, que intentó un teatro con cierto tinte social (Los pobrecitos, La corbata) y un teatro policiaco (Usted puede ser un asesino, Receta para un crimen).

Cierta innovación representó también el teatro de humor:

  • Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro, Cuatro corazones con freno y marcha atrás) creó un humor negro, del absurdo, con situaciones inverosímiles, aunque trató de acomodar sus argumentos a la lógica final y a las condiciones técnicas del escenario para hacer un teatro representable –concesión al público y al éxito que malogró su genialidad–.
  • Miguel Mihura escribió en 1932 Tres sombreros de copa, teatro del absurdo, con una comicidad tan insólita de situaciones, personajes y con un lenguaje tan crítico y corrosivo que tardó veinte años en representarse. Por ello, evolucionará hacia un teatro de humor más comercial (Maribel y su extraña familia, Ninette y un señor de Murcia).

El Teatro de Compromiso

En los años 50, al igual que en la lírica o en la novela, surgió un teatro social y comprometido con los problemas del ser humano. Pueden marcarse dos líneas: el posibilismo y el imposibilismo.

  • Antonio Buero Vallejo desarrolló el teatro existencial –análisis de la tragedia social y moral del individuo, con personajes muy complejos, evolutivos, que presentan taras físicas y psíquicas– y el realismo simbólico. Es un “teatro posibilista” ya que Buero planteó un teatro crítico y arriesgado, pero no temerario, que llegara al público: En la ardiente oscuridad. También cultivó el drama histórico. En la década siguiente, desarrolló el teatro de inmersión que introduce al espectador en la obra, observando desde dentro, desde el punto de vista de un personaje.
  • Alfonso Sastre escribió Escuadra hacia la muerte. Usó el realismo sociopolítico para crear un “teatro imposibilista”. Para Sastre no había teatro imposible, sino “momentáneamente imposibilitado” y el autor debía escribir lo que pensaba y sentía, aunque fuera censurado. Sus obras, medio de concienciación y de agitación, examinaban las relaciones del ser humano con la sociedad; era un teatro trágico, que incitaba a la protesta y el cambio social: La sangre y la ceniza.

Con él se abrió la vía al teatro realista de los años 60, con autores como Lauro Olmo (La camisa), Rodríguez Méndez (Los inocentes de la Moncloa), Carlos Muñiz (El tintero) y José Martín Recuerda (Las arrecogías del Beaterio de Santa María Egipciaca). Sus motivos centrales eran la injusticia social y la explotación del hombre. Usaban un lenguaje “barriobajero”, directo, sin eufemismos, lejos del lenguaje pulcro de la comedia oficial.

En el extremo opuesto se desarrolló el teatro poético, con obras llenas de simbolismo y un lenguaje poético:

  • Alejandro Casona dirigió el Teatro Ambulante o Teatro del Pueblo y se exilió tras la Guerra Civil. Desarrolló un teatro fantástico con el que creó una atmósfera mágica y onírica (La sirena varada).
  • Antonio Gala cultivó todos los géneros, incluso el periodismo. Centró su obra en la frustración y la soledad (Los campos del Edén, El caracol en el espejo, Petra Regalada). Anillos para una dama, drama histórico, recrea la vida de doña Jimena tras la muerte del Cid.

Teatro Experimental

A finales de los 60 se desarrolló un teatro vanguardista que se rebeló contra el teatro comercial y se representó entre continuas dificultades (censura, público minoritario…) hasta la mejora de la situación a finales de los años 70. Se centró en la deshumanización de la sociedad:

  • Francisco Nieva incluyó erotismo, técnica cinematográfica y surrealismo en su “teatro de farsa y calamidad” y su “teatro furioso”: Pelo de tormenta, Es bueno no tener cabeza, Nosferatu.
  • Teatro hermético y simbólico, cargado de doble sentido, alegorías y parábolas, representado por José Ruibal, Miguel Romero Esteo y Manuel Martínez Mediero.
  • Fernando Arrabal, tras el fracaso de Los hombres del triciclo, se autoexilió a Francia, aunque siempre reivindicó las raíces hispánicas de su teatro –Quevedo, Valle y el Postismo–. Escribió un “teatro pánico”, mezcla de lo absurdo con lo cruel y lo irónico, que adoptó la ceremonia como forma de expresión y trató temas políticos, religiosos y sexuales: Pic-nic, El cementerio de automóviles, El arquitecto y el emperador de Asiria, Los dos verdugos… Evolucionó hacia un tono marcado de lucha política, “teatro de guerrilla”, por lo que fue prohibido en España hasta la democracia. Actualmente posee un alto prestigio internacional como renovador de la escena dramática.

Últimas Tendencias

Con el teatro experimental aparecieron agrupaciones teatrales no comerciales que creaban el texto colectivamente, como “expresión” ideológica y estética del grupo. Buscaban aproximarse al público –rompían la barrera del escenario–, experimentaban con las formas de expresión sin dejar de ser críticos con el sistema, preparaban a sus propios actores, utilizaban todos los recursos escénicos –danza, mimo, música, luz…– y daban a conocer obras proscritas. Es el “Teatro Universitario”, “Teatro de Cámara” o “Teatro de Arte y Ensayo”. Hacia finales de los 70 se impuso el “Teatro de calle” y el “Teatro de objetos”, con más espectáculo que texto y una temática posmoderna (parodias televisivas, críticas a la publicidad, al capitalismo, guerra de Vietnam…). Aunque nació como teatro amateur, algunos grupos se profesionalizaron y representan, en la actualidad, lo más innovador de la escena: Teatro Universitario de Murcia.

En la democracia confluyeron todas las tendencias anteriores –se fundó la Compañía Nacional de Teatro– representándose a autores antes censurados. Aunque domina una línea de teatro tradicional y neorrealista.

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