Teatro en Verso (1926-1932)
Los hermanos Machado escribieron siete obras en colaboración entre 1926 y 1932. De ellas, cinco en verso: La Lola se va a los puertos (1929), una en prosa y verso: La duquesa de Benamejí (1932); y una en prosa: El hombre que murió en la guerra (estrenada en 1941). Se trata de un teatro popular muy del gusto de la época. La acción es escasa, y frecuentemente se ve sustituida por la narración que hacen los personajes de lo que ocurre.
También destacamos en este teatro en verso a Eduardo Marquina (1879-1946), autor de Las hijas del Cid (1908), obra en la que se basa en el gran héroe castellano.
En la misma línea encontramos a Francisco Villaespesa (1877-1936), cuyo teatro folklórico y lírico triunfa fundamentalmente con El alcázar de las perlas (1911).
Teatro Cómico
Serafín (1871-1938) y Joaquín Álvarez Quintero (1873-1944), sevillanos, son los principales representantes del costumbrismo teatral andaluz. Sus obras están llenas de tópicos: el andaluz es alegre y gracioso, no tiene problemas y va superando, mejor que peor, los problemas que se le ponen por delante.
Pedro Muñoz Seca (1891-1936) es recordado fundamentalmente por su obra La venganza de don Mendo, estrenada en 1918. En esta obra, la temática histórico-poética está repleta de elementos cómicos y humorísticos.
Carlos Arniches (1866-1943) comienza escribiendo libretos para zarzuelas y sainetes musicales, como El Santo de la Isidra (1898), aunque poco a poco deriva hacia la creación de sainetes cómicos costumbristas al estilo de los hermanos Álvarez Quintero.
Alejandro Casona (1903-1965) pone en escena un teatro más renovador que los autores anteriores. Aun sin arriesgar demasiado, la técnica teatral de Casona, más audaz y menos simplista que la de otros autores, se vio respaldada por el éxito que obtuvo. Prohibido suicidarse en primavera (1937).
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) contribuye a elevar la calidad del teatro cómico desde finales de los años veinte. Títulos como Usted tiene ojos de mujer fatal (1932).
Intentos de Renovación
Teatro Desnudo
Miguel de Unamuno intenta crear un teatro intelectual basado en el desarrollo de ideas abstractas a través del diálogo.
Teatro Antirrealista
José Martínez Ruiz, Azorín, emprende su renovación teatral a través de la experimentación e innovación en cuanto a la forma, aunque ideológicamente se mantiene en posturas conservadoras.
El teatro poético poco a poco va desapareciendo a causa del cansancio que sentía el público ante tal cantidad de obras en verso, lo cual dificultaba su comprensión. Destaca Valle-Inclán.
El Teatro de Valle-Inclán: El Esperpento
La originalidad del teatro de Valle-Inclán no tiene parangón. El expresionismo de sus argumentos lo lleva al desarrollo del esperpento, profusamente representado por algunas de sus mejores obras. La técnica del esperpento consiste en deformar intencionadamente la realidad para mostrar de una manera más clara los aspectos más rechazables. El lenguaje se convierte en una mezcla de registros vulgares y de audaces metáforas. Luces de bohemia, dividida en quince escenas, supone la consolidación del esperpento.
El Teatro de los Autores del 27
Rafael Alberti (1902-1999)
Alberti también dedica una parte de su obra al teatro. Su obra más importante es El adefesio (1944), con elementos esperpénticos al estilo de Valle-Inclán. Surrealista es su obra El hombre deshabitado (1930), tragedia de la creación, vida y tentación del hombre condenado a muerte.
Miguel Hernández (1910-1942)
Autor cercano a los del 27, posee una obra dramática bastante apreciable, aunque bastante breve.
El Teatro de Federico García Lorca (1898-1936)
Lorca es, sin duda, el mejor representante de la tendencia teatral de esta Generación, además de uno de los principales autores teatrales de la historia de nuestra literatura.
Las primeras obras de nuestro autor están escritas bajo la influencia de autores modernistas como Villaespesa o Marquina, de los cuales toma los siguientes elementos:
- Distribuye el argumento en estampas.
- Detiene el desarrollo argumental para introducir elementos líricos.
- El carácter popular de su obra se basa en la ambientación rural y tiene influencia del teatro clásico español.
Las grandes obras de Lorca son sus tres tragedias rurales, centradas en el mundo femenino. Se centran en un mundo rural apegado a las supersticiones, las costumbres ancestrales, las faenas de la tierra y la preocupación por el qué dirán. Bodas de sangre (1933) narra el amor imposible por causas sociales. Yerma (1934) o La casa de Bernarda Alba.