El Teatro Español de la Posguerra (1939-2015)
Las consecuencias de la Guerra Civil fueron muy negativas para el teatro: autores, directores y actores murieron o se exiliaron. Además, se acentuaron los condicionamientos comerciales y la censura asfixió a los autores. En los primeros años (40) el balance es pobre; con obras con planteamientos temáticos muy conservadores y pocas innovaciones (al final de los 40 vemos tímidos intentos innovadores).
Primeras Tendencias Teatrales
Drama burgués, continuador de la línea de la comedia benaventina; caracterizada por la evasión o la crítica suave. Obras bien hechas pero poco innovadoras. Joaquín Calvo-Sotelo (La muralla), López Rubio, Luca de Tena (¿Dónde vas Alfonso XII?), Ruiz Iriarte (El landó de seis caballos).
Teatro cómico costumbrista (heredero de los sainetes con Arniches).
Teatro de humor renovado. Basado en lo inverosímil, audacias argumentales, crítica profunda…Destaca Miguel Mihura, en su obra Tres sombreros de copa, que tardó 20 años en estrenar, da una visión agridulce de una vida marcada por los convencionalismos burgueses y provincianos. Plantea novedades temáticas y técnicas; que, al no ser comprendidas, en sus obras posteriores renuncia a estos planteamientos tan arriesgados: Maribel y la extraña familia, Ninette y un señor de Murcia. También destaca Enrique Jardiel Poncela, que huye de los tópicos y la lógica convencional: Eloísa está debajo de un almendro.
Teatro serio: innovador, inconformista, crítico, basado en el pesimismo existencial. Destaca Buero Vallejo (Historia de una escalera) y Alfonso Sastre (Escuadra hacia la muerte).
Años 50 y 60: Apertura y Crítica Social
En los años 50 y primeros 60 Historia de una escalera, Escuadra hacia la muerte y Tres sombreros de copa abren las puertas a un teatro más arriesgado con planteamientos críticos (injusticias). Es un teatro realista, testimonial, de denuncia, de crítica social. Además de Buero Vallejo destaca Alfonso Sastre (La sangre y la ceniza), Rodríguez Méndez (Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga), Carlos Muñiz (El precio de los sueños). Se sigue escribiendo comedia burguesa (Alfonso Paso).
Renovación Teatral en los 60
Muy influido por los grandes movimientos de renovación dramática europea (Ionesco, Beckett, Brecht) en la década de los 60 surge un teatro de renovación. En los temas se critica la falta de libertad, la pobreza, la incomunicación alienante; planteados con un enfoque simbólico y alegórico. En los aspectos técnicos se busca el teatro-espectáculo (luz, música) y se recurre a la farsa, el esperpento, lo onírico…
Teatro Independiente y de Autor
Grupos de teatro independiente al margen de los circuitos comerciales. Creación colectiva, ruptura de las convenciones, importancia del lenguaje no verbal, etc. Destacan los grupos de Els Joglars (Teledeum), Los Goliardos, Tábano…
Teatro de autor, un teatro «soterrado». Destacan Francisco Nieva (padre del «teatro furioso» lleno de simbolismo y elementos oníricos: La carroza de plomo candente) y Fernando Arrabal (teatro pánico, provocador, absurdo: El cementerio de automóviles).
El Teatro Tras la Dictadura
La llegada de la libertad y desaparición de la censura (a partir de 1975) abrió nuevos horizontes: se recuperaron autores prohibidos (Lorca, Alberti), se impulsaron subvenciones institucionales, se estrenaron obras de autores extranjeros, etc. A pesar de que las buenas expectativas no se confirmaron y baja el nº de espectadores destacan:
Tendencias Teatrales Post-Censura
Autores consolidados como Buero Vallejo.
Teatro continuador de la comedia burguesa (Adolfo Marsillach: Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?).
Autores nuevos como Alonso de Santos (Bajarse al moro), Fermín Cabal…
Teatro tradicional: Las bicicletas son para el verano (Fernán Gómez).
Han triunfado los musicales (Cats, Jesucristo Superstar) y teatro provocador de grupos independientes: Els Joglars (Ubú, rey), Els Comediants (La nit).
Antonio Buero Vallejo: Un Dramaturgo Clave
No obstante, sin duda el dramaturgo de mayor interés en la etapa franquista fue Antonio Buero Vallejo[1], con obras marcadas por el compromiso ante los temas humanos. Su género preferido es la tragedia, con la que pretende la catarsis del espectador, siendo un teatro problemático por exponer los problemas pero no las soluciones.
El diálogo es fundamental, así como los aspectos espectaculares del teatro. El espacio escénico suele estar descrito con minuciosidad, y todos los elementos tienen su significado, desde los gestos que muestran motivaciones internas hasta la música y las luces.
Destacan en sus obras los dramas históricos (Un soñador para un pueblo); así como los dramas de personajes con taras, cuyas limitaciones físicas simbolizan las limitaciones humanas para enfrentarse con la realidad (El concierto de San Ovidio, La Fundación).