El Novecentismo: Un Movimiento Intelectual
El Novecentismo o Generación del 14 es, básicamente, un movimiento de intelectuales y ensayistas consolidado en la segunda década del siglo XX. Sus autores afrontan el problema de España y otros asuntos del momento desde un punto de vista más objetivo y desapasionado que los escritores del 98. Se caracterizan por su intelectualismo y su afán europeísta y reformista, así como por buscar nuevas formas literarias desvinculadas del realismo y cercanas al mundo moderno.
El Ensayo como Género Predominante
El ensayo es el género literario predominante en este movimiento que cuenta con autores de la talla de Eugenio D’Ors, que escribió pequeños ensayos a los que llamó Glosas; Gregorio Marañón, destacado estudioso histórico y biográfico; y, sobre todo, Ortega y Gasset. Ortega fue un filósofo insigne que practicó el ensayo en múltiples variantes:
- Un ensayo filosófico para exponer sus ideas vitalistas, la noción de que las circunstancias personales explican la actuación humana o el perspectivismo humano (El tema de nuestro tiempo);
- Un ensayo sociológico con el que trata de explicar el mundo en el que vive y la España de su momento (La rebelión de las masas, España invertebrada);
- Un ensayo cultural que da cuenta de las tendencias artísticas y literarias de su época (La deshumanización del arte);
- Múltiples ensayos periodísticos de temas variadísimos.
Pero en todos sus ensayos se comprueba el uso de una prosa elegante que emplea las figuras retóricas, sobre todo la metáfora, con gran fuerza argumentativa.
La Poesía Intelectual de Juan Ramón Jiménez
Dentro del Novecentismo se incluye a veces la poesía intelectual de Juan Ramón Jiménez de su etapa posterior al Modernismo, iniciada en 1916 con su obra Diario de un poeta recién casado, una poesía que busca la belleza y la perfección de la poesía pura y que incluye numerosas novedades (mezcla de prosa y verso, uso de collages, empleo de citas, el verso libre) decisivas en la formación de los poetas de la llamada Generación del 27. Esta segunda línea poética suya de carácter intelectual y metapoético es la que continuaría y profundizaría en abundantes libros posteriores, continuamente reelaborados, como Piedra y cielo, Eternidades, La estación total o el largo poema en prosa Espacio.
Novelistas del Novecentismo
También se incluye dentro del Novecentismo a una serie de novelistas que comparten actitudes con los ensayistas mencionados. Los dos nombres más destacados son Miró y Pérez de Ayala. Las novelas de Miró suelen ser una sucesión de impresiones y de descripciones minuciosas de gran poder lírico y cuidada elaboración lingüística, como sucede en Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso. Pérez de Ayala, por su parte, practicó una novela intelectual que intenta al tiempo incorporar técnicas novedosas (doble columna, juegos temporales, digresiones ensayísticas, etc.) como se ve en Belarmino y Apolunio, aunque su autor había comenzado con novelas casi autobiográficas como AMDG.
El Vanguardismo: Un Movimiento Variado
Paralelamente al Novecentismo se desarrolló un movimiento muy variado que se conoce con el nombre de Vanguardismo. Las vanguardias o ismos son una serie de movimientos literarios y artísticos que aparecieron en las primeras décadas del siglo XX como consecuencia de los cambios radicales que está experimentando el mundo y que pretendían cambiar de manera absoluta el arte y la literatura anterior con propuestas antirrealistas y formalmente revolucionarias. Son movimientos que se suceden rápidamente unos a otros y los principales son:
- Cubismo: la realidad debe ser vista desde varios puntos de vista simultáneos, lo que en literatura se traduce con el empleo de caligramas;
- Futurismo: la literatura debe centrarse en el mundo moderno de la tecnología y propiciar una expresión directa que elimine los adjetivos y las trabas de la sintaxis y de la puntuación;
- Dadaísmo: la poesía debe estar desligada de la expresión racional;
- Surrealismo: que uniendo las propuestas marxistas de liberación con los principios freudianos pretenden liberar al hombre de sus obsesiones centrándose en el mundo del subconsciente y a través de una escritura sin control de la lógica racional a la que llaman escritura automática.
Estos movimientos afectaron sobre todo a la poesía y en España se difundieron rápidamente a través de tertulias, de revistas culturales como la Revista de Occidente, de ensayos como La deshumanización del arte de Ortega o de la labor de escritores muy atentos a la evolución europea como Gómez de la Serna, difusor y practicante de muchas de sus novedades en sus originales novelas y obras en prosa y, sobre todo, en sus ingeniosas Greguerías, frases que juegan con las metáforas y juegos de palabras y que suelen incluir un concepto muy lúdico de la literatura aprendido en las vanguardias europeas. Pronto aparecerían corrientes vanguardistas hispánicas como el Ultraísmo o el Creacionismo que se basan en los ismos europeos en la mayor parte de sus rasgos: mundo moderno, uso de caligramas, antirrealismo, autonomía del arte, etc. Buena parte de todo ello se encuentra en las obras de Guillermo de la Torre.
La Generación del 27
Pero serán ciertos poetas jóvenes de los años 20 los que consoliden y profundicen de manera original los presupuestos vanguardistas y a los que se les conoce con el nombre de Generación del 27. La poesía pura (Guillén), el Futurismo y el Cubismo (primer Salinas, Alberti), el Creacionismo (Gerardo Diego) y, sobre todo, el Surrealismo (Lorca, Cernuda, Aleixandre) están presentes en muchos de estos poetas, aunque también manifiesten otras características, respeten muchos aspectos de la poesía tradicional y evolucionen hacia otros caminos muy separados de las vanguardias iniciales.