1. TRADICIÓN Y VANGUARDIA EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ
Miguel Hernández es un poeta poroso, permeable, un escritor que se empapaba de todo lo que leía y oía. Por ello su primer motivo de inspiración es la literatura oral de tipo popular, es decir, la poesía tradicional. Pero, a la vez, su aprendizaje literario se inclina también a la imitación de los escritores cultos que pertenecen al canon de los clásicos y a los contemporáneos más afamados. Basado en ambas influencias elabora una praxis poética que tiende a la innovación y, con tiempo, a la creación de un mundo poético propio. Ahora bien, su quehacer literario, de raíces esencialmente tradicionales, apenas tiene visos de lo que técnicamente conocemos por vanguardia.
En síntesis, la tradición en la producción hernandeña se presenta en un doble influjo a lo largo de toda si obra:
la tradición de los clásicos literarios españoles:. Poesía y teatro de los siglos de oro .Poesía y teatro de la modernidad y de su contemporaneidad
La tradición popular de raigambre oral: Poesía anónima, surgida del colectivo popular
Tan sólo en el periodo anterior a la guerra española, existen algunas muestras, más escasas y ocasionales, de escarceos vanguardistas en su poesía.
Poesía pura y cubismo literario. surrealismo
A. La tradición de los clásicos literarios españoles
Miguel Hernández fue un ávido lector. Podemos rastrear una selecta historia de la literatura española, y comprobar cómo asimila e incorpora a su escritura esas múltiples propuestas literarias: desde el humanismo del siglo XV y el renacimiento del XVI hasta el modernismo y el folklorismo costumbrista de principios de su siglo XX.
Dada su adhesión a la tierra, a su espacio vital, se siente influido, en su prima etapa, por el costumbrismo regionalista.
El primer poema publicado por Miguel Hernández en la prensa Oriolana es un ejercicio de imitación del modernismo de Rubén Darío.
Más, tampoco en esta etapa de formación de una voz propia, Hernández renuncia a los grandes poetas del amor o a los escritores épicos del romanticismo:
Bécquer.
De los clásicos españoles hay pruebas de sus gustos literarios: desde los tópicos del uvi sunt de Manrique hasta juegos metafóricos barrocos.
Lope de Vega
: Fuenteovejuna Y Per Ibáñez serán los modelos para sus dos obras de primera reivindicación social. Así y todo, a personalidad literaria que más impacta en el joven Hernández es la de Luis de Góngora.
De la influencia de la metáfora y del hermetismo gongorino, vivido sobre manera en su primer viaje a Madrid, brotará Perito en lunas, su primer poemario, manifestación de una poética ultrapurista.
B. Los escarceos vanguardistas: el surrealismo
Los contactos de Miguel Hernández con la vanguardia fueron escasos. En primer lugar, destaca su conexión con el purismo en el ciclo inaugurado por Perito en lunas. Perito en lunas es la contribución de Hernández a la poesía pura.
En la época del llamado ciclo de ‹‹Sonreídme››, el oriolano emplea algunos recursos propios del lenguaje surrealista, que abandonará definitivamente al tener que dirigirse al pueblo llano español cuando estalle la guerra civil.
El surrealismo se relaciona comúnmente con una perspectiva onírica irracional, engendrada por libres asociaciones y discordancias, y con un proceso de distorsión de la realidad que produce efectos absurdos y alucinantes.
En El rayo que no cesa las imágenes son tradicionalmente racionales en su mayoría. Sin embargo, estas imágenes se acumulan y encadenan hasta crear cuadros fantásticos.
En las dos odas dedicadas a Aleixandre y a Neruda, cuando estaba acabando precisamente El rayo que no cesa, abundan las imágenes extravagantes.
Cuando estalla la guerra civil, la técnica surrealista carece de interés para Hernández y desaparece como recurso literario. Se impone la tradición oral de la poesía popular como fuente literaria.
En definitiva, en la obra de Miguel Hernández confluyen lo clásico y lo moderno, lo tradicional y lo renovador
C. La tradición popular: el neo popularismo
La recreación culta de la tradición de corte popular recibe el nombre de neo popularismo, especialmente desde la generación del 27. La corriente popular llega a Miguel Hernández por dos vías:
La transmisión oral. Sus lecturas
2. TRAYECTORIA POETICA DE MIGUEL HERNÁNDEZ. LA EVOLUCION DE SU POESIA
Inicios y plenitud
Después de los tanteos de sus poemas adolescentes, Miguel Hernández siente la necesidad de una rigurosa disciplina. Tal propósito coincide con la moda gongorina. Surge así Perito en lunas, compuesto por 42 octavas reales en las que objetos humildes y usuales son sometidos a una elaboración metafórica hermética y deslumbrante.
Pero de la misma época son otros poemas en que, al lado de experiencias semejantes, se observa a veces un lenguaje más suelto, más cordial, preludio de su madurez poética.
La plenitud poética de Miguel Hernándezse alcanza con El rayo que no cesa.
En él se ha consolidado su gran tríptico temático: la vida, el amor y la muerte. Pero en el centro, el amor: un anhelo vitalista que se estrella contra las barreras que se alzan a su paso. De ahí esa “pena que tizna cuando estalla”, ese “rayo” que se clava incesante en su corazón con oscuros presagios de muerte. Amor amenazado, vida amenazada.
El libro se compone, sobretodo, de sonetos.
Ese molde clásico tan riguroso favorece la síntesis entre el desbordamiento emocional y la concentración expresiva. La gran composición del libro es inolvidable Elegía a Ramón Sijé: sus tercetos encadenados componen una de las más impresionantes elegías de la lírica española y, acaso, el más alto poema de la amistad.
En ese momento de plenitud, Miguel Hernández escribe otros poemas penetrados asimismo de sentido trágico y de presagios de muerte. Por otra parte, en dos hermosas odas a Vicente Aleixandre, se aprecia el impacto del Surrealismo.
Guerra y cárcel
Llega la guerra. Miguel, como otros, somete su fuerza creadora a los fines más inmediatos. Así parece Viento del pueblo, con el que se inicia una etapa de poesía comprometida.
Entre cantos épicos, arengas, poesía de combate, destacan poemas de nítida preocupación social como Aceituneros.
En la misma línea se inscribe El hombre acecha, obra en la que, sin embrago, irrumpe un acento de dolor por la tragedia de la guerra. En ambos libros, el lenguaje poético es más claro, más directo. La preocupación estética es menor.
Finalmente, en la cárcel compone la mayor parte del Cancionero y romancero de ausencias.
Miguel Hernández depura de nuevo su expresión, inspirándose ahora en las formas más escuetas de la lírica popular. Así alcanza una nueva cima poética. Otra vez nos habla del amor: ahora del amor a la esposa y al hijo. Otros temas son su situación de prisionero y las consecuencias de la guerra. La desnudez y la concentración formal, unida a la índole del contenido, dan como resultado un libro conmovedor como pocos.
De esta misma época son otros poemas entre los que destacan las estremecedoras Nanas de la cebolla, poema al hijo en que Miguel Hernández, con gesto sobrehumano, aún encuentra fuerzas para pedir la sonrisa.
3. EL COMPROMISO SOCIAL Y POLÍTICO EN LA POESIA DE MIGUEL HERNÁNDEZ
En la primera etapa de Miguel Hernández, en pleno éxtasis de expresión religiosa y de eufórica asunción de las teorías teocéntricas que para la política española postulaba Ramón Sijé, Hernández sublima el trabajo y la abnegación como peldaños de la escalera con la que se alcanza a Dios. En él condena los actos revolucionarios de los campesinos, critica con acritud las posiciones políticas de los anarquistas y los comunistas y de los sindicatos obreros.
Este período conformista y reaccionario del pensamiento hernandeño va desapareciendo ya en algunas muestras de sentimentalismo costumbrista, donde lo folklórico cede a la adhesión connatural con el necesitado.
La situación social y política de la época de Miguel Hernández era la misma que la de fines del s.XIX: una oligarquía territorial que había impedido cualquier reforma, un clero conservador y reaccionario dominante e inmovilista, una clase militar autoritaria. Los cambios que quisieron realizar algunos Gobiernos de la II República española provocaron la guerra civil.
Cuando los poetas del grupo de 27 recogen el romancero y la poesía popular tradicional, rara vez acometen los problemas del pueblo desvalido contemporáneo. Pero sólo Miguel Hernández se funde, se asimila, se considera verdaderamente pueblo.
Esta posición socialmente alineada procedía de la generación del 98. Más que resultado del desastre colonial, su ausencia de compromiso se debía a su “conciencia de desastre”. Se sentían derrotados por no saber resolver los problemas sociales y políticos que les acuciaron. Se olvidan de la España viva.
La diferencia con Miguel Hernández consiste en que el oriolano, sin la cultura de sus predecesores, sí aporta propuestas en sus escritos: propugna una reforma agrícola.
La nueva vida de Miguel Hernández en la capital española, los avatares de la política y las nuevas amistades terminan provocando que Miguel abandone el lastre ideológico oriolano. Paulatinamente Miguel Hernández se decanta hacia el lado más débil, del desvalido obrero.
Abandona la poesía pura y católica de antaño. E inicia en la segunda mitad de 1935 una poesía impura, con las primeras protestas sociales. La poesia mi-pura se define como una poesía manchada por su ímpetu social y su afinidad con la inmensa compañía.
Miguel Hernández comienza por liberarse él mismo. Se libera de las cargas y los prejuicios religiosos
Declara la guerra, Hernández se decanta por el bando republicano, que identifica con los pobres, en contra del rebelde, el invasor, el asesino, el rico. El oriolano, considerando que su única arma es la poesía, cultivará una poesía de propaganda y aliento que paseará por las trincheras.
Los libros poéticos de esta etapa, Viento del pueblo y El hombre acecha, son, con todo, muy distintos. Viento del pueblo constituye la faceta optimista, alentadora.
El estilo se hace claro y transparente, directo, para ser comprendido por el humilde, el metro es popular
Cuando la derrota republicana es inminente ante el fúnebre balance de odio, heridos inútiles, muertos y cárceles, lanza Miguel Hernández lanza un desgarrado grito desalentador, El hombre acecha.
Es la visión pesimista de la guerra en general.
Después de su viaje a la URSS, también hay poemas directamente dirigidos a ensalzar la política soviética por la ilusión de su régimen comunista. Son los poemas políticos que menos interesan estéticamente hoy, pero que sitúan a Miguel Hernández como modelo del hombre de letras comprometido con la libertad y la justicia.
4. EL LENGUAJE POÉTICO DE MIGUEL HERNÁNDEZ (SÍMBOLOS Y FIGURAS)
Las imágenes y los símbolos, originales y de gran fuerza expresiva, varían en intensidad y en significado, aun siendo a veces los mismos elementos léxicos, según la etapa creativa y vital que Hernández experimenta.
1º
La etapa oriolana. El poeta se fija en la naturaleza.
2º
La etapa amorosa-existencial. Los objetos se convierten en metáforas de la pena
Amorosa y en fatalidad, como amenaza existencial
3º
La etapa bélica crea un espacio épico en el que el escritor tropieza con la
Historia. En su expresión literaria, en sus imágenes y en sus símbolos, se magnifica
Heroicamente el valor real del pueblo fiel a la República y el aliento de la poesía
En tiempos de guerra
4º
La última etapa de su vida y de su obra consiste en la interiorización de la Historia
Destruida
A. Luna
En su trayectoria literaria sigue este proceso de significados
Naturaleza inmediata y real. Metáforas inocentes. Ya en Perito en lunas, la luna se erige en el centro de su universo.
1. La luna como paradigma del comportamiento de la naturaleza
En primer lugar, desde un punto de vista descriptivo, se presentan los ciclos de cambio de la naturaleza y, por ende, esas menciones representan la exaltación de la vida en continuo rodar. Las asociaciones luna-noche-muerte, como ciclo de fatalidad, se oponen a sol-día-vida.
2. La luna simboliza también el modelo del proceso creativo del escritor
El poeta, para Miguel Hernández, alcanza de la “nada” la plenitud (la luna llena). Las fases lunares representan metafóricamente la evolución poética.
B. Rayo
Lo redondo de la luna pasa a ser símbolo de lo perfecto en la etapa religiosa de Miguel Hernández
En su segunda etapa, la simbología de lo redondo desaparece y hace acto de presencia lo punzante como manifestación del sino sangriento y de la pena amorosa que pasa a vivir el siguiente Miguel Hernández. Ahora son frecuentes las imágenes del cuchillo, las navajas, los puñales…
El significado denotativo del rayo como elemento o fenómeno de la naturaleza tiene dos acepciones
El rayo de luz (procedente del sol) el rayo de tormenta
El rayo es el deseo no satisfecho
C. Toro
Uno de los símbolos más hernandeños es el toro. Hernández toma la referencia de su propio entorno, pero también de la tradición y de la fiesta nacional.
En sus primeras composiciones (en homenaje al torero Ignacio Sánchez Mejías), el toro se identifica con la muerte
Pero ya en esa época relaciona el toro con el amor
En el contexto amoroso, el símbolo del toro tiene dos interpretaciones básicas en la poesía de Miguel Hernández:
el toro bravo, en libertad, como fuerza e impulso genital, simboliza la virilidad y la masculinidad de los instintos naturales.
el toro de lidia, en la plaza, como valor trágico, equiparado al sentimiento del amor, simboliza el destino fatal que va abocado al dolor y a la muerte.
En la época bélica, el buey es símbolo peyorativo del que es social o políticamente dominado, humillado
D. Viento
El viento es el símbolo por excelencia de la poesía épica de Miguel Hernández, quien se define como “viento del pueblo” una vez iniciado el conflicto bélico. En esta época es símbolo el compromiso social y político de la solidaridad con los demás desahuciados.
En el primer período, el viento es utilizado denotativamente por su valor natural.
El contexto de la poesía de la naturaleza alterna con la poesía religiosa. El aire se transforma en viento místico y purificador.
En el segundo período, al ocupar la amada el centro del interés y referencia sobre el que gira el mundo del poeta, el viento se identifica con la imagen de la mujer deseada.
En el tercer período, el de la poesía épica, especialmente la poesía en tiempos de guerra, el viento pasa a concebirse como la fuerza del pueblo.
En el cuarto período, el carcelario, se produce una inversión del símbolo del viento. Ahora se ha transformado en viento del odio.
E. Tierra
La tierra es símbolo, por metonimia, de la propia naturaleza. La tierra se concibe como madre
Esencialmente, la tierra representa la naturaleza, pero también la agricultura y el mundo del trabajo, en general.
En el contexto amoroso, la tierra se relaciona con el amor, probablemente por imitación de P. Neruda. Indica la vitalidad del amor.
En el contexto de la Historia destruida, en poemillas relacionados con el hijo, la tierra simboliza la germinación.
F. Luz/ sombra
En la última poesía hernandeña, se impone una dialéctica en la que se entran en liza los símbolos de la luz y la sombra, que vale tanto como decir de la vida y la muerte, de la esperanza y de la frustración.
La sombra se va apoderando de los espacios vitales y del mundo poético de Hernández conforme avanza la guerra tras la muerte de su primer hijo y en el período carcelario.
Hernández cierra su peripecia vital y poética con unos versos de reafirmación de la victoria de la luz sobre la sombra.
5. TEMAS POÉTICOS DE MIGUEL HERNÁNDEZ
Si tuviéramos que reducir o sintetizar la poesía hernandiana, tendríamos que calificarla de poesía amorosa. Más ese amor adoptará formulaciones distintas:
A. El despertar sexual y la pugna religiosa
El sentido natural del amor relaciona al amor con el sexo. La castidad de la naturaleza reina en los próximos versos de Hernández:
En su adolescencia poética Hernández no soslaya menciones referidas a la lujuria, aunque sitúa la acción en ambientes mitológicos. Influido por el pensamiento reinante en su ciudad natal, por los amigos oriolanos y por las lecturas de momento, Hernández monta toda una gran campaña ascética dirigida a reprimir todo cuanto a la sexualidad se refiera.
El manantial platónico de la belleza y del amor supremo se resuelve en amor a lo divino que colma al primer Miguel Hernández.
Unas veces, culpa a la ciudad, donde se liberan los controles morales, en otras, se debate interior y personalmente ante la tentación del gol sexual.
B. El amor-lamento y el amor-ilusión de tradición literaria
El amor incipiente hacia una mujer, probablemente real, es expresado en primera instancia dentro de la tradición literaria que conoce bien por sus lecturas.
Indeciso aún, librado de la mordaza religiosa, el enamorado Hernández necesitaba depurar su lenguaje y buscar un nuevo instrumento expresivo.
El amor herida
La metáfora de la herida, perteneciente al lenguaje del amor pasión de los
Cancioneros medievales y de la mística, se convierte en Miguel Hernández en
Símbolo de la existencia
D. El amor-alegría. El amor-fraternidad
Miguel Hernández y J. Manresa se casan en Marzo de 1973, busca el nuevo brote amoroso en su mujer y en la descendencia.
En los instantes en que, con el poeta ya en definitiva prisión, parece vencer el odio y el resentimiento, desde la cárcel de Torrijos nos llegan las “(Nanas de la cebolla)
” en las que ternura y violencia se conjugan y presentan contradictoriamente el guiño y el mimo amoroso del padre al hijo y el amargo desencanto de la experiencia personal en tiempos de guerra y en prisión.
E. El amor-odio
En el tramo final de la guerra, aún quedan atisbos combativos, sociales o políticos, pero son hoy más transcendentes los desgarrados poemas de afligido tono humano.
F. El amor-esperanza
Cuando Miguel Hernández tropieza con la historia, al estallar la guerra civil, se encuentra con una realidad desmesurada y amenazante. Hernández asume la triste realidad y la hace suya; sólo oímos su voz y su estado. He aquí la grandiosidad de su poesía última: anhelo de vida ante tanta muerte y tanta miseria lacerante.
1. A la esposa ausente
Un hondo y sincerísimo amor íntimo dirigido a la esposa ausente aún perfuma la existencia del poeta en la soledad de la cárcel.
2. El tema del hijo
El sino sangriento de Miguel Hernández no fue sólo un tema retórico para el poeta: su brevísima vida estuvo repleta de dramas, frustraciones y desgracias. A la alegría de la noticia y del nacimiento de su primogénito sucede el dolor interno producido por la fatal muerte del bebé.
Antes de concluir la guerra, 1939 saluda a Miguel Hernández con el nacimiento de su segundo hijo
6. VIDA Y MUERTE EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ
A. La muerte parte de la vida
El mundo poético de Miguel Hernández se define como el amor y la muerte, junto a la vida. Son los tres grandes temas de la poesía de Hernández.
En su obra se suceden todas las fases del crecimiento del individuo
Tras el inicial canto entusiasta a la vida, y con el paso fatalista y trágico de su destino, vida y muerte se abrazan definitivamente en los poemas últimos de Cancionero y romancero de ausencias.
La vida que retoña, la mujer que proporciona la vida es un motivo recurrente en la obra hernandiana
Eros y Thánatos -amor y muerte- aparecen unidos para que la vida del ser humano se perpetúe como especie. Se es vencedor de la muerte en cuanto engendramos.
Si para Unamuno, Dios era una necesidad del hombre para creerse inmortal, para Quevedo “vivir es un ir muriéndose a cada instante”. Miguel Hernández recoge este eco quevedesco, pero añade en su etapa épica y carcelaria que tanto la vida como la muerte prodigan vida.
B. Elegías
Más allá de los cantos de vida y muerte, el sentimiento a la amistad indujo a Miguel Hernández a escribir numerosas elegías por familiares o amigos muertos.
Más que de gusto estético por el canto fúnebre, cabe hablar de un nuevo reflejo emotivo de un ambiente en el que la muerte no era lamentablemente nada insólito.
C. Símbolos de vida y muerte
Algunos símbolos se relacionan con la dualidad vida/muerte en la poesía de Miguel Hernández
1. Huesos, símbolo de vida y amor
Aparecen menciones de huesos en las cuatro etapas de la evolución de su poesía. El significado asimismo evoluciona y se va dotando de profundidad. Los huesos nos evocan tanto a la vida como a la muerte.
El primer período creativo de Miguel Hernández, se citan huesos naturales cuando aparece la imagen de la muerte. El período amoroso, los huesos pasan a ser uno de los centros del impulso erótico. En el periodo bélico, surge la metonimia hueso-ser humano, y simboliza el impulso épico. En el periodo de las prisiones, como contexto de privación de libertad y de amor, el símbolo invierte su significado y se dirige hacia la muerte.
2. Lluvia, el mito de la muerte que florece
El primer uso de la palabra lluvia, en el periodo oriolano de la poesía de la naturaleza, como es habitual en Hernández, designa una realidad natural.
A continuación tras el elemento descriptivo de la lluvia natural se amplía a otras descripciones
En el periodo existencia-amoroso se produce una extensión del significado: es la “lluvia amorosa sobre la vida seca” del poeta.
En contextos elegíacos de la época El rayo que no cesa y poemas posteriores, la lluvia se asocia a la pena por la muerte de un ser querido, otro tipo de pena amorosa.