El Legado Literario de la Generación del 27

Generación del 27

Formada por un grupo de escritores que publicaron sus obras más representativas entre 1920 y 1935. Procedentes de la alta burguesía, tenían edades similares y la mayoría se encontraron en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Surge a raíz de la celebración del III centenario de la muerte de Góngora, poeta que revalorizaron con sus estudios y del que valoraron su actitud de artista transformador de la realidad y su habilidad en el manejo de la imagen.

Características

El Grupo del 27 es un grupo básicamente poético y teatral, pero también se dedicó a las tareas de erudición, en las que sobresalieron Dámaso Alonso y Salinas.

Rasgos comunes:

  1. Síntesis de influencias: tradición y modernidad. Un rasgo que destaca dentro de la poética de este grupo es la atención que prestan a todas las innovaciones aportadas por las vanguardias artísticas, así como la atención preferente a la historia de nuestra literatura. La pasión por la literatura clásica se percibe en la influencia del Romancero (en Lorca), de la poesía de cancionero (Alberti) o de Garcilaso en Cernuda (Égloga, elegía y oda). Por otro lado, el influjo de la poesía pura de Juan Ramón Jiménez y de las vanguardias se aprecia en la admiración por la técnica y lo moderno, la disposición tipográfica de algunos poemas y en la desaparición de la métrica clásica, que será sustituida por el versículo.
  2. Variedad temática. Los autores del 27 desarrollan una poesía humanizada, más preocupada por el dolor, la alegría o los recuerdos. La Guerra Civil acentúa esta visión humanizada de la poesía, hasta el punto de que muchos autores se decantan por los temas comprometidos: las preocupaciones sociales y existenciales.
  3. Cultivo intenso de la metáfora: el rasgo más notable de la poesía del 27 es el uso de la imagen y la metáfora como recursos literarios. Las del 27 son imágenes y metáforas que apelan al intelecto.
  4. Vocabulario poético brillante y sugerente que separa la realidad cotidiana de la literaria. Piensan que la poesía es un don, un impulso cercano a lo religioso, que ha de ser engrandecido por medio de la técnica; el poeta debe esforzarse en crear imágenes alejadas del lenguaje corriente. Salinas podría ser el ejemplo más notable de esta depuración en busca de la sencillez expresiva.
  5. Libertad métrica: utilizaron estrofas clásicas como el soneto, el romance o la décima, pero también innovaron con la utilización de versos blancos, versos libres y versículos.

Etapas de la Generación

La clasificación más aceptada es la de Lázaro Carreter, que aúna lo cronológico con lo estético, distingue tres etapas:

  1. Primera etapa (década de los 20). Bajo la influencia de las vanguardias y de la poesía pura de Juan Ramón Jiménez, su poesía se caracteriza por la obsesión estética, la depuración del lenguaje y la falta de sentimentalismo. El futurismo influye en Salinas (Seguro azar) y el creacionismo en Gerardo Diego (Imagen). El principal seguidor de la poesía pura es Jorge Guillén (Cántico).
  2. Segunda etapa (1928-1936). Las circunstancias históricas de España llevan a la mayoría de los autores a interesarse por la política, colaborando con iniciativas culturales de izquierda. Se produce un proceso de rehumanización que intensifica el compromiso social y que les aleja de la poesía hermética de Juan Ramón Jiménez y les acerca a la lírica de Machado. La influencia directa de Pablo Neruda fue también relevante en el cambio de actitud del Grupo. El Surrealismo español tuvo una personalidad propia: rehumanizó la poesía y enriqueció la lengua poética gracias al empleo de sorprendentes imágenes (imágenes visionarias).
  3. Tercera etapa (desde 1939). La guerra puede ser considerada el elemento disgregador del grupo. Lorca murió asesinado; Salinas, Guillén, Cernuda y Alberti tuvieron que exiliarse, en sus obras reflejaron la nostalgia de una tierra perdida, como en Cernuda; Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego permanecieron en España, tutelando a las nuevas generaciones de poetas y evolucionando a lo que se llamará poesía desarraigada (Hijos de la ira de Dámaso Alonso; Sombra del paraíso, Aleixandre). Cada autor siguió un camino personal y estético, aunque todos coincidieron en retomar los temas humanos, agudizados por el sufrimiento de la guerra.

El Teatro Anterior a 1936

Se diferencian dos vertientes dramáticas: la comercial, con el único objetivo de entretener al público, y la renovadora, que contaba con muchos menos seguidores y permaneció apartada de la escena.

Teatro Comercial

Estaba destinado a satisfacer la demanda de entretenimiento por parte del público burgués. Se trata de un teatro que evita los conflictos ideológicos y continúa con la tendencia dramática tradicional, en la que abundan ambientes cuidados y puestas en escena realistas. Pueden distinguirse tres corrientes:

  1. Alta Comedia: Su autor más representativo es Jacinto Benavente. La mayoría de sus obras se ambientan en escenarios de la alta sociedad, de la que se critican sus vicios y costumbres, pero de una forma sutil y amable. Predominan los diálogos sobre la acción, con personajes de escasa profundidad psicológica. Las obras más importantes son: Los intereses creados, donde se expone la lucha entre los intereses particulares e ideales de Crispín y Leandro en una trama de amores y farsas; La malquerida, un drama rural donde el amor entre padre e hijastra desencadena una profunda tragedia. Jacinto Benavente modernizó el drama burgués. Buena construcción dramática y un lenguaje cuidado, de gran espontaneidad, que incorpora giros y recursos característicos del habla conversacional. Según la crítica, su teatro resulta conservador y escapista, nada implicado en los conflictos que plantea.
  2. Teatro poético en verso: Adquiere una inclinación musical y su temática es de carácter histórico o fantástico. Se trata de un teatro tradicional que responde exaltando los valores nobiliarios y los mitos nacionales. Es un teatro muy tradicional en cuanto a ideas y concepción escénica, recuperando ideas y personajes nobles del pasado histórico nacional. Los principales autores son Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa.
  3. Teatro humorístico: Aborda temas superficiales con una trama fácil que se resuelve favorablemente. Presenta personajes populares y castizos que resultan divertidos por su lenguaje. Se basa en la presentación de costumbres y tipos populares. Destacan: Carlos Arniches, que escribe sainetes y zarzuelas de tema madrileño, pero destaca en la tragedia grotesca, donde mezcla lo trágico y lo cómico, como en La señorita de Trévelez; los hermanos Álvarez Quintero, que centran sus obras en un costumbrismo andaluz gracioso y espontáneo; y Pedro Muñoz Seca, creador del astracán, género cómico de humor basado en el chiste fácil y en la presencia de situaciones descabelladas. Su obra más destacada es La venganza de don Mendo.

Teatro Renovador

Varios intentos de renovación teatral, los primeros llevados a cabo por Unamuno, Azorín y, sobre todo, Valle-Inclán.

  1. Ramón María del Valle-Inclán: Es uno de los autores que más contribuyó a esta renovación. Se pueden diferenciar varias etapas en la evolución de su obra dramática:
    1. Fase modernista: Influencia directa de Rubén Darío, la obra más representativa es El yermo de las almas.
    2. Etapa de transición: Ciclo mítico. El autor adopta un juicio más crítico y agresivo y un lenguaje que se vuelve más duro. Predominan la lujuria, la crueldad, el despotismo, la superstición y la magia. Obra más importante: trilogía Comedias bárbaras.
    3. El esperpento: A partir de 1920, en el que publica Luces de bohemia, se inicia la estética del esperpento. Estética que resalta lo grotesco y supone una superación del dolor y de la risa. Realiza una crítica de la época y de sus instituciones, para lo cual utiliza: deformación caricaturesca de la realidad y personajes que son tratados como marionetas a través de procedimientos de animalización y cosificación; creación de situaciones absurdas y exageradas; utilización de la ironía y la sátira; y uso de un lenguaje coloquial que a veces llega a lo vulgar, lleno de juegos de palabras y casticismos.
  2. Miguel de Unamuno: Se caracteriza porque la acción externa es muy escasa y queda dominada por el conflicto interior de los personajes, así como por el predominio de los diálogos densos. Su obra más significativa es Fedra.
  3. Azorín: Evita la estética naturalista y su innovación radica en el uso del simbolismo, lo onírico y lo maravilloso como aportaciones fundamentales. Muestra su obsesión por el paso del tiempo. Obra: Lo invisible.

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