“El Hombre que Calculaba”
Capitulo I
Un señor regresaba de una excursión de Samarra con su camello, cuando de repente vio a otra persona sentado en una piedra pensativo y aparentemente fatigado de algún viaje, se acerco y el sujeto sentado se levantó y exclamó con voz fuerte “Un millón cuatrocientos veintitrés mil, setecientos cuarenta y cinco, y así varias veces se levantaba y exclamaba grandes números, hasta el momento que se levantó el hombre que calculaba y esta vez lo miró y le dijo que entendía su curiosidad y le procedió a contar lo siguiente.
Capitulo II
Le contó que él era Beremis Samir, nació en Persia, él contaba de niño la ovejas, así, contándolas llegó a tener una gran habilidad para calcular, calculaba desde hormigas, hasta la s abejas de un enjambre, enterado de esto su patrón lo puso a trabajar en sus negocios y luego el patrón satisfecho y muy contento por los resultados, le dio unos cuantos meses para que viajara y descansara. Él Bagdalí, que lo escuchaba, estaba sorprendido, y para estarlo aun más, el hombre que calculaba le contó con una sola mirada las ramas y hojas de un frondoso árbol, Bagdalí, asombrado le dijo que así podía hace mucho dinero y que se fuera con él hacia Bagdad y así fue, se montaron el único camello que tenían y se fueron; en el camino, Bagdalí se esforzaba por no perturbarlo en los momentos que el calculista se ponía a hacer sus extraordinarios cálculos.
Capitulo III
Ya en camino de Bagdad, ambos no pudieron evitar inmiscuirse en un problema de tres hermanos que discutían con respecto a la herencia de su padre, porque tenían 35 camellos, al mayor le tocaba la mitad, al segundo le tocaba un tercio de los camellos y al menor le tocaba un noveno y como las divisiones no eran exactas, sucedía la pelea, el hombre que calculaba rápidamente propuso una solución, el pondría el camello de su amigo y como serían ya 36 camellos sean más fácil, al mayor le tocaba la mitad, o sea 17 y medio, pero come eran ya 36 camellos, recibiría 18 camellos, como él salía ganando, no podía quejarse, al segundo le tocaba un tercio, o sea 11 camellos y pico, y como eran 36 camellos recibiría 12 camellos, como él salía ganando, no podía quejarse, y al tercero le tocaba un noveno, o sea 3 camellos, pero ahora recibiría 4 camellos, como él salía ganando, no podía quejarse, pero como 17 + 11 + 4 es 34 sobraba un camello, que tomaría el por derecho de haber solucionado el problema y también tomaría el camello que le prestó su amigo Bagdalí (Esta contradicción matemática proviene de la suma de 1/2 + 1/3 +1/9 = 17/18, o sea que sobraba 1/18 que vendría ser un camello más, más el que le prestó su amigo completaban los 36). Los hermanos asombrados admitieron la solución y el Bagdalí también estaba asombrado, y así podrían continuar su viaje cada uno en su camello.
Capitulo IV
Tras días después de el viaje, se encontraron con una persona tirada y casi moribunda, resultó que él era un negociante rico de Bagdad, se llamaba Salem y los persas habían saqueado su caravana y él era el único sobreviviente, él pregunto si de casualidad tenían algo de comer, Beremís tenia 5 panes, mientras que el Bagdalí tenía 3, Salem propuso compartir los ocho panes y que llegados a Bagdad le daría ocho monedas de oro, llegaron y cuando estaba Salem por pagarle 5 monedas al calculista y 3 al Bagdalí, El calculista le dijo que para él debían ser siete monedas y para el Bagdalí sólo una, luego procedió a la explicación y era porque según él, cuando estaban en camino de Bagdad, los panes que sacaban los partían en tres, o sea que él tenia quince trozos de pan, de los cuales comió ocho, y su compañero, tenia nueve trozos, de los cuales comió ocho, o sea que el Bagdalí le dio sólo un pan y el calculista le dio siete panes, Salem estaba impresionado e incluso le hizo la propuesta de ser el secretario del Visir, El calculista tomó la ocho monedas y le dio cuatro al Bagdalí porque ese cálculo era matemáticamente exacto pero no para los ojos de Dios.
Capitulo V
Luego nuestros amigos llegaron a una posada y se toparon con otro problema que podría requerir la ayuda de nuestro calculista, el problema era que un comerciante de joyas, acordó con el dueño de la posada que si vendía sus joyas a 100 dracmas, pagaría de hospedaje 20 dracmas, si las vendía a 200, pagaría 35 dracmas, y el comerciante había vendido 140 dracmas, el mercader decía que debía pagar 24 dracmas y medio, y el dueño de la posada decía que debía pagar 28 dracmas, entonces el calculista intervino y calculando dijo que se debía pagar 26 dracmas, y la explicación fue la siguiente:, de 200 dracmas a 100 dracmas, hay 100 dracmas de diferencia, y de 35 dracmas a 20 dracmas hay 15 dracmas, lo que le corresponde a 40 dracmas es 6 dracmas, así que por 140 dracmas debe pagar 26 dracmas, ya incluso el comerciante admirado le regaló un anillo.
Capitulo VI
Luego de entrar el calculista y el Bagdalí en la impresionante morada del visir, se encontraron con el visir y su compañero, un poeta llamado Lezid, quienes le pusieron una prueba al calculista, lo hicieron acercar a una ventana y que contase los camellos que eran una gran cantidad, y que eran el regalo del visir para el padre de su novia, el calculista contó 257 camellos, y el resultado era correcto, todos se preguntaron como lo hizo y el dijo que contó las patas y la orejas de los camellos llegando a un total de 1541 y al dividirlo entre 6 da 257, el calculista preguntó la edad de la novia y como ella tenía 16 años, tal vez lo mejor sería regalarle 256 camellos solamente, porque 256 era el cuadrado de 16 y sería mejor así, al visir le gustó la idea y se felicitó así mismo por haberlo contratado para ser su secretario.