Contexto Histórico y Literario
En España, los intentos de renovación teatral a principios del siglo XX sufrieron todo tipo de obstáculos, el mayor de ellos la dificultad para estrenar. El público y los empresarios favorecieron un teatro estéticamente convencional e ideológicamente conservador, negándoselo a quienes resultaban molestos para la conciencia de los primeros y para los bolsillos de los segundos. Dentro del teatro de éxito destacan la comedia benaventina, el teatro humorístico y el teatro en verso.
Más difícil resulta establecer bloques homogéneos dentro del teatro renovador, que obedece al genio individual de sus cultivadores, pertenecientes a los tres momentos generacionales del periodo: Generación del 98 (Jacinto Grau, Benavente, Unamuno y Azorín), Generación del 14 (Gómez de la Serna) y Generación del 27 (Alberti, Lorca, Salinas, Casona).
Valle-Inclán y el Esperpento
En este contexto surge la figura de Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936), creador del esperpento. Aunque se identifica con el teatro, el esperpento es una estética que también se da en otros géneros (como en la novela Tirano Banderas o en los poemas de La pipa de kif).
La escena XII de Luces de bohemia nos ofrece las bases de la nueva estética:
- Antecedentes: Goya
- Procedimiento: Reflejar héroes clásicos en espejos cóncavos
- Finalidad: Captar el sentido trágico de la realidad española, que no es sino la degradación grotesca de la civilización europea
- Resultado: El absurdo
El esperpento es un gran logro estético caracterizado por la deformación:
- Temática: Burlándose del melodrama mediante la parodia
- Psíquica: Los hombres tienen condición de seres grotescos, animalizados, muñequizados
- Lingüística: Uso del argot callejero de Madrid, último estadio de la deformación del habla popular
- De las cosas: Estridentes y exageradas, como los cromos infantiles a modo de cuadros expresionistas
Análisis de «Luces de Bohemia»
Luces de bohemia, primer esperpento publicado (1920, 1924), cuenta la última noche de Max Estrella, poeta ciego y bohemio (inspirado en el novelista Alejandro Sawa, el mismo que inspirara el Villasús de El árbol de la ciencia de Baroja). La obra se convierte en una parábola de la asfixia nacional, a través de los escenarios que visita Max en esa última noche. Es una especie de descenso dantesco a los infiernos, que culminará en la muerte, no se sabe si de alcohol, hambre, frío o asco.
La obra está estructurada en quince escenas, por las que atraviesan políticos golfantes, policía represiva, burgueses insensibles, epígonos del Modernismo… a todos (y a todo) llega la crítica. Pero también hay visos de humanidad: el propio Max, la Lunares (muchachita prostituida), el obrero catalán muerto en la aplicación de la ley de fugas…
El diálogo es magistral y las acotaciones tienen una importancia literaria muy superior a la meramente funcional. Su complejidad escenográfica y cierto aire cinematográfico (su espacio itinerante) dificultaron su representación, que solo fue posible en la temporada 1969-1970.