El Panorama Teatral Español Anterior a 1936
El Teatro Comercial: Géneros Predominantes
Los géneros que gozaban del favor del público y que, por tanto, triunfaban en las salas comerciales eran principalmente tres:
- Teatro poético: Defensor de los ideales nobiliarios, en la línea del más puro tradicionalismo.
- Teatro cómico: De signo costumbrista, heredero del popular «género chico» del siglo XIX.
- Comedia burguesa: Portadora de una amable crítica de costumbres, pero, en el fondo, identificada con los usos sociales y valores de la burguesía.
Teatro Poético
En la primera década del siglo XX resurge, en oposición al teatro realista y naturalista, un teatro poético en verso vinculado, en un primer momento, a la estética modernista y, posteriormente, al drama romántico del siglo anterior, aunque despojado del patetismo y los alardes retóricos de este. Si ante el problema nacional el movimiento ideológico de la Generación del 98 había adoptado una actitud crítica, este teatro se refugia en nuestro pasado histórico con el propósito de ensalzar las gestas de heroicos personajes de la España medieval e imperial, rescatando así las virtudes que aquellos encarnaban y que constituían, según estos dramaturgos, los valores supremos de la «raza española». El resultado fue un teatro de evasión y apologético, formalmente brillante, pero superficial y vacío, por la falta de compromiso crítico ante la compleja realidad social, política y económica de aquellos años.
Autores destacados:
- Eduardo Marquina (1879-1946): Autor de dramas históricos como Las hijas del Cid, Las flores de Aragón o El Gran Capitán.
- Francisco Villaespesa (1877-1936): También cultivó este género, aunque con menor fortuna. El alcázar de las perlas, El rey Galaor y Doña María de Padilla son algunos de sus títulos.
Teatro Cómico
Dentro del teatro cómico de la época, destacan varias vertientes:
- El sainete de Carlos Arniches y los hermanos Álvarez Quintero.
- La tragicomedia grotesca del propio Arniches (línea que seguirán Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura en el teatro de posguerra).
- El astracán de Pedro Muñoz Seca.
Sainete
Cultivado por los Hermanos Álvarez Quintero (Serafín, 1871-1938 y Joaquín, 1873-1944). El sainete, continuador del «género chico» de las últimas décadas del siglo XIX, es una pieza breve que nos ofrece una visión amable, simpática y estereotipada de la sociedad y, por tanto, superficial, ajena a toda intención crítica. Tres elementos lo conforman:
- Los personajes son esquemáticos.
- La acción, salpicada de escenas costumbristas, no plantea conflictos profundos.
- Los diálogos, plagados de chistes y juegos de palabras con propósito humorístico, reproducen el lenguaje castizo de determinadas regiones (Madrid y Andalucía, principalmente).
Obras representativas: El patio, El genio alegre.
Tragicomedia Grotesca
Desarrollada por Carlos Arniches (1866-1943). En la tragicomedia grotesca, la comicidad no surge del lenguaje, como en el sainete, sino de unas situaciones dramáticas y unos personajes ridículos que producen risa y lástima a la vez. Todo ello conlleva una denuncia de las lacras de la sociedad (el señoritismo ocioso, el caciquismo, la hipocresía, la ausencia de valores morales y la atonía espiritual de la juventud) que encierra, en el fondo, una actitud moralizadora.
Obras representativas: Es mi hombre, ¡Que viene mi marido!.
Astracán
Creado por Pedro Muñoz Seca (1879-1936). Alcanzó notable éxito en los escenarios madrileños. Se trata de obras cómicas descabelladas cuyo único fin es provocar la carcajada, recurriendo al chiste fácil y a continuos retruécanos, entre otros juegos de palabras.
Obras representativas: La venganza de don Mendo, Los extremeños se tocan.
Comedia Burguesa
Representa un nuevo teatro realista, alejado del decimonónico, en el que lo esencial es la exposición de los comportamientos y costumbres de la burguesía. Se caracteriza por personajes exquisitamente refinados y cultos que dialogan incesantemente con soltura, agudeza y elegancia. El dramaturgo, convertido en cronista social, censura, aunque sin excesiva acritud, los vicios de la clase dominante: la dictadura de las apariencias y el «qué dirán», los prejuicios y convencionalismos sociales, la hipocresía y falsedad, el inmovilismo y la mojigatería, el materialismo y el egoísmo. Sin embargo, el tono crítico no rebasa los límites de lo razonable, limitándose al ejercicio de la fina ironía y la mordacidad, y sin cuestionar nunca los cimientos ideológicos y morales del sistema. De ese modo, los remedios para esas leves afecciones, que no males profundos, serán el espíritu de sacrificio y el amor.
Autor destacado:
- Jacinto Benavente (1866-1954): Premio Nobel de Literatura en 1922. En sus comienzos, participa de la renovación modernista al superar el tono declamatorio y grandilocuente de la tradición melodramática del siglo XIX con un lenguaje culto e ingenioso; muestra de ello es El nido ajeno. La pieza no fue bien acogida por el público y, en adelante, Benavente cede a las exigencias de aquel, atemperando el acento de sus críticas. A un nuevo tono de mesura y buen gusto en el manejo del idioma responden sus creaciones posteriores. En Los intereses creados, una farsa considerada su obra maestra, se sirve de personajes extraídos de la commedia dell’arte italiana (Colombina, Arlequín, Polichinela), así como de la pareja formada por el amo idealista (Leandro) y el criado pícaro y gracioso (Crispín) de nuestro teatro clásico, para mostrarnos cómo el funcionamiento de la sociedad se asienta sobre una tupida red de intereses materiales. Al género del drama rural pertenecen Señora Ama y La Malquerida, ambientadas en un mundo campesino anclado en arcaicas formas de vida y sometido a irrefrenables pasiones.
Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936): Innovación Teatral
Valle-Inclán, genial innovador del teatro español, rechaza el realismo burgués y propone una total renovación de la escena española en todos sus aspectos, experimentando diversos métodos. El crítico Francisco Ruiz Ramón divide su extensa producción en tres ciclos principales:
Ciclo Mítico
Las Comedias bárbaras (Águila de blasón, Romance de lobos y Cara de plata) se sitúan en una Galicia intemporal, arcaica y supersticiosa, con personajes faltos de moral, sacrílegos y feroces. Divinas palabras es una tragicomedia rural: su protagonista es un enano hidrocéfalo que es mostrado por sus allegados en ferias y caminos para sacar dinero. De nuevo, las pasiones se mezclan en un mundo de miseria y crueldad. El embrujado reproduce el ambiente de las obras anteriores.
Ciclo de la Farsa
Constituido por Farsa infantil de la cabeza del dragón, La marquesa Rosalinda, Farsa italiana de la enamorada del rey y Farsa y licencia de la reina. En esta etapa, Valle-Inclán contrapone lo sentimental y lo grotesco para afrontar de otra manera la realidad y desmitificar la sociedad tradicional con un lenguaje cada vez más cercano al esperpento.
Ciclo del Esperpento
El esperpento nace de una determinada situación histórica y sigue la tradición española representada por Quevedo o Goya; intenta, además, una deformación sistemática de la realidad para ofrecer su imagen más grotesca. El esperpento es una nueva estética, una nueva visión del mundo desde una posición crítica que coincide con un movimiento estético de protesta contra la sociedad burguesa, al tiempo que comporta una intención renovadora de las formas literarias y del lenguaje. El prodigio permanente del esperpento es la deformación idiomática: se mezcla la forma discreta, refinada y hasta pedante, con las expresiones más vulgares o la jerga más oscura y castiza. Asimismo, es magistral el uso de la ironía y el sarcasmo para revelar lo absurdo de una sociedad grotesca y para desenmascarar la corrupción en todos los estamentos sociales y, en definitiva, en la forma de vida de un pueblo. El ciclo del esperpento se inicia con Luces de bohemia y se consolida con obras como las incluidas en Martes de carnaval.