“El árbol de la ciencia” Ramón del Valle-Inclán

Se conoce con el nombre de Generación del 98 a un grupo de escritores que comenzaron a publicar a finales del XIX y principios del XX y que cultivaron sobre todo la novela y el ensayo si bien se suele incluir tradicionalmente en este grupo el teatro de Valle-Inclán y la segunda etapa de Antonio Machado. Son, fundamentalmente, Unamuno, Baroja yAzorín. Coinciden cronológicamente y en muchos otros aspectos con los modernistas aunque suele decirse que los escritores del 98 son consecuencia de la crisis profunda de la España de finales del XIX, puesta de manifiesto con la pérdida de las últimas colonias en 1898 y que provocó en ellos una tendencia a reflexionar sobre los problemas de España desde un punto de vista muy subjetivo e individualista (y muy variado según los autores, aunque siempre buscando las esencias nacionales, interpretadas a su modo) además de incidir en asuntos existenciales como el sentido de la vida y de la muerte, el papel de la religión y los conflictos morales que estaban en el ambiente filosófico del momento (Nietzsche, Schopenhauer). Esta renovación temática va acompañada de cambios en la forma y el estilo con los que intentan reaccionar contra el Realismo dominante de la época.

            Toda esta renovación se deja notar sobre todo en la novela. Los autores del 98 tendieron a expresar de manera personal y subjetiva sus preocupaciones individuales más que a reflejar objetivamente la realidad exterior como quería el Realismo. Por eso mismo el autor-narrador está muy presente en estos relatos y manifiesta continuamente sus opiniones. Y las obras suelen centrarse en un personaje central más que una colectividad, personaje que suele ser hipersensible, enfermizo, desorientado y reflexivo. Abundan los relatos autobiográficos y las novelas cortas y se suele utilizar un léxico valorativo y descripciones subjetivas así como una tendencia al estilo sobrio y desnudo donde son muy frecuentes los diálogos.  Todos estos rasgos, sin embargo, se matizan bastante en cada uno de los escritores.

            Unamuno reflejó sus preocupaciones personales y sus contradicciones íntimas en la mayoría de sus novelas con un estilo lleno de paradojas y metáforas que aluden a sus inquietudes filosóficas. Su primera novela, Paz en la guerra, centrada en la última guerra carlista ya anticipa buena parte de estos rasgos aunque será a partir de Niebla cuando se desarrolla una narrativa basada en el estudio de la angustia existencial del personaje (y del autor), patente en el conflicto entre creador y personajes, una narrativa que presenta una acción mínima y que se centra en las reflexiones filosóficas e intelectuales. A este tipo de relato le llamó Unamuno nivola y con él consiguió sus mejores obras, sobre todo en novelas cortas como en San Manuel Bueno, mártir.

            El novelista más característico del 98 será con todo Pío Baroja, aunque también es el más próximo a los planteamientos realistas. Su abundante producción se suele agrupar en trilogías (como las conocidas La lucha por la vida y La raza) y da una gran importancia al argumento más que a la caracterización de los personajes, frecuentemente esquemática. Sus novelas, muchas ellas de aventuras como Zalacaín el aventurero, suelen encerrar una visión pesimista de la vida y una protesta contra la sociedad ambiente, como se ve en su obra maestra, El árbol de la ciencia, y su estilo es muy natural y a veces descuidado.

            Muy distinto es el caso de Valle-Inclán cuya narrativa comienza con los relatos modernistas y evasivos y de un estilo muy cuidado y sensorial de las Sonatas para pasar, en la línea de su teatro esperpéntico, a cultivar una novela ferozmente crítica basada en la deformación grotesca y de gran dificultad estilística como se ve en Tirano Banderas y en la trilogía incompleta de El Ruedo ibérico.

            Menor interés tiene la narrativa de Azorín, representada sobre todo por La voluntady centrada en las descripciones minuciosas y en el análisis de las impresiones más que en la acción por lo que se acerca frecuentemente al ensayo.


            Los escritores del 98 cultivaron abundantemente también el ensayo. Además de los ensayos de Azorín, centrados en el tema del tiempo y en la recreación de los paisajes y de las obras literarias españolas (Castilla), el ensayista más destacado es seguramente Unamuno, prolífico autor de ensayos cortos periodísticos y de densos libros donde vuelve a reflejar sus obsesiones personales (El sentimiento trágico de la vida) y su preocupación por España (En torno al casticismo). Como ocurre en sus novelas, sus ensayos están llenos de paradojas y metáforas y de una tensión lingüística que remite en último término a sus problemas íntimos.

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