El Amor y la Muerte en el Tiempo del Cólera: Un Análisis Literario

El Amor y la Muerte en el Tiempo del Cólera

Un análisis de la obra de Gabriel García Márquez

Esta novela, un tratado sobre el paso del tiempo, la vida, la muerte y el amor en todas sus variantes, coloca la fuerza del amor, tan terco como el de Florentino Ariza, por encima del tiempo y su destrucción. Hablamos de un amor intenso que sobrepasa los límites del tiempo y que persiste incluso después de la muerte. Por otra parte, encontramos la peripecia del amor domesticado, convencional, que habita en la mansión de la costumbre, como el de los esposos, un amor práctico y resignado que dura 50 años. El amor de Florentino, en contraste, está lleno de lirismo y pasión.

El Amor Auténtico y la Muerte

El narrador asocia el amor auténtico con la idea de la muerte, intransigente y severa. Sin embargo, cualquier recuerdo se instala en el alma del enamorado, sobrepasando la muerte. Florentino, el día del entierro de Juvenal, esposo de Fermina, se da cuenta de que “había dormido mucho sin morir, sollozando en el sueño, y que mientras dormía sollozando pensaba más en Florentino Ariza que en el esposo muerto”. El temor a la muerte inconclusa se apodera de Florentino al ver tropezar a Fermina, pero el amor de este telegrafista, embelesado cincuenta años atrás por aquella muchacha, prevalece: “…esa mirada casual fue el origen de un cataclismo de amor que medio siglo después aún no había terminado”.

El Amor y la Muerte como Temas Centrales

El amor y la muerte son los temas centrales. No hay amor sin muerte; incluso la muerte mitifica el amor, aunque este no fuera tan intenso en vida: “Sólo Dios sabe cuánto te quise”, fueron las últimas palabras de Juvenal. El relato inicia con el suicidio de Jeremiah de Saint-Amour “…se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro de oro”, y cierra con la noticia del suicidio de América Vicuña, amante de Florentino. La obra narra un amor al que sólo la muerte puede poner fin. La muerte inicial es programada, Jeremiah previendo los estragos de la vejez afirma “Nunca seré viejo”, contrastando con la muerte absurda de Juvenal Urbino. Esta última cumple el deseo de Florentino, reanudando sus estrategias amorosas. Florentino esperó, demostrando que el amor es más fuerte que la muerte, y al final, logró su propósito.

El Amor Joven y el Viaje del Olvido

El amor joven entre Florentino y Fermina es fervoroso y misterioso, pero la atracción se trunca con el “viaje del olvido”. Fermina, intrigada por Florentino, extraño y silencioso, se enamora. Pero la realidad la lleva a reflexionar y terminar la relación: “Es como si no fuera una persona sino una sombra”. “No, por favor- le dijo-. Olvídelo”. Florentino, perturbado, vive con el recuerdo, la constancia y la fidelidad, convencido de que Fermina será suya. Fermina, en cambio, se casa con Juvenal Urbino. El amor cede ante la realidad. El amor de Florentino provoca la idealización de la amada, baja autoestima, la constante esperanza de recuperarla, un quijotismo reflejado en sus desvaríos y cartas, y la expresión de su amor a través de la música y la poesía.

La Lealtad y la Espera

Florentino muestra una lealtad proverbial hacia Fermina y sus sentimientos. Escribe cartas de amor gratuitas: “le sobraba tanto amor por dentro, que no sabía qué hacer con él”. Su sentimiento llega a la extravagancia, como al comprar el espejo donde vio reflejada a Fermina.

La Recompensa Final

Florentino revive una carta de Fermina, viuda: “…era la carta que había esperado, sin un instante de sosiego, durante más de medio siglo”. Consigue el amor tras medio siglo: “… el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte”.

El Amor sin Amor

Florentino experimenta el “amor sin amor” en un prostíbulo, iniciando amores furtivos. Tras la decisión de Fermina, busca consuelo en aventuras amorosas, suplantando el amor lírico por el carnal. Ama sin amor, buscando “algo que fuera como el amor, pero sin los problemas del amor”, “un alivio para el dolor de Fermina Daza”. Siente ternura por Olimpia Zuleta: “Fue la única vez en que se sintió atravesado por una lanza de amor”, no por amor propio, sino por la necesidad de ser amado. Siempre con un amor “hasta donde no interfiriera su determinación de conservarse libre para Fermina Daza”.

El Amor Convencional

El matrimonio de Fermina y Juvenal representa el amor convencional, una vida conyugal escasa de emociones. Juvenal “le gustaba decir que aquel amor había sido el fruto de un equivocación clínica”. El soltero codiciado elige a una mujer cuya única experiencia fue conocer a un hombre extravagante. Viven un amor domesticado, rutinario, con crisis, pero con una felicidad resignada. Fermina opta por la seguridad y el sosiego. Se casa sin pensar “de caridad para Florentino Ariza”, aparentando un matrimonio ejemplar.

El Tiempo y la Vejez

Florentino espera la oportunidad de reconquistar a Fermina. Su rival muere, pero el tiempo ha transformado a los protagonistas en viejos irreparables. Florentino no teme a la vejez, convencido de que su amor se concretaría y que Fermina no moriría. Tras un casi accidente fatal, piensa que no moriría como Juvenal: “Tuvo razón”. La muerte es crucial, dividiendo la novela en dos partes: antes y después de la viudedad de Fermina.

Las Muertes Contrastantes

Las muertes de Jeremiah y Juvenal contrastan: el drama del médico frente a la muerte programada del otro. La grandeza de los pensamientos se ve desautorizada por la realidad: “la muerte era una realidad inmediata”. La muerte de América Vicuña cierra el círculo del relato. El amor definitivo se presenta como exclusivo, sin amores compartidos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *