El amor en los tiempos del cólera: un análisis profundo

El amor en los tiempos del cólera

Personajes

La novela plasma con rotunda efectividad la dimensión humana de los personajes. Su objetivo es recrear la historia de amor de los padres de Gabriel García Márquez, Gabriel Eligio y Luisa Santiaga, quienes tuvieron que enfrentarse a unos padres de clase social acomodada que no querían que su hija se relacionara con un telegrafista, enviándola a un pueblo aislado para que se olvidara de él.

Un acierto en el libro es cómo elabora a todos los personajes: Florentino, un poco convencional; el matrimonio Urbino, una pareja aparentemente tradicional; y todos los personajes secundarios. Se utiliza la etopeya (descripción psicológica de los personajes) y la prosopografía (descripción física).

Florentino Ariza

Florentino, Fermina y Juvenal son los tres personajes principales. El gran cariño del narrador por Florentino hace que la novela se convierta desde el principio en su propia historia, ya que el libro arranca el mismo día de la muerte de Juvenal, momento esperado por Florentino durante más de 50 años. El lector se siente profundamente conmovido por este personaje, un pertinaz guerrero en lucha constante con la muerte: romántico, soñador, débil, enfermizo, de voluntad inquebrantable, con gusto por la escritura, la lectura de cartas y poemas, obsesivo, apasionado, voluble. Se enamora de Fermina a primera vista y espera más de medio siglo a que su marido muera para poder reafirmar su amor por ella.

«He esperado esta ocasión más de medio siglo para repetirle una vez más el juramento de mi fidelidad eterna y mi amor para siempre.»

Aunque lo vemos ejerciendo de conquistador y refugiándose en numerosas amantes para aliviar la enfermedad de amor por Fermina, está convencido de que nunca podrá amar a otra mujer como ella. Usa el sexo como único medio por el cual es capaz de olvidar todo dolor y el deseo de Fermina. Es leal, aunque no fiel, a su amada.

Sus innumerables romances son gracias no tanto a sus atributos masculinos tradicionales, como a su obvia y afligida necesidad de ser amado, de despertar compasión.

«Él es desagradable y triste (Hildebranda) pero todo amor.»

Su enfermedad de amor por Fermina se equipara al cólera, ya que es literalmente contagiado de su pasión por ella. Está loco de amor.

Juvenal Urbino

Juvenal representa valores opuestos a Florentino. Hay una lucha indirecta entre la burguesía naciente, moderna y cosmopolita de Juvenal y el personaje romántico de raigambre popular colombiana, Florentino. En la consideración del amor está la diferencia: Florentino convierte el hecho de amar en un acto religioso, considera a su amada como una diosa coronada. Juvenal se ubica en las antípodas de ese espíritu romántico. En Juvenal existe plena fe en la razón, en Florentino la inclinación por actuar bajo el influjo del sentimiento dirige sus formas de comportamiento. El primero asume una forma de vivir sin mayores contratiempos pasionales, al segundo no le importan las formas de comportamiento extremas. Observamos la cara positiva y negativa de ambos personajes.

Juvenal es un hombre de clase social alta, doctor eminente, con formación europea, preocupado por la ciudad. Es su figura pública más estimada. A veces parece que no tiene sentimientos, quizá se deba a su educación aristocrática. Desapasionado, obtiene placer con el ajedrez, los libros y la medicina. Siente culpa por su relación con Bárbara Lynch y agradece que su esposa lo descubra. En su vejez es un hombre respetable, más bien digno de lástima. Su esposa lo trata como a un niño.

«Solo Dios sabe cuánto te quise.»

Llama la atención que en un hombre tan distinguido, la muerte llegue a ser ridícula, lo que hace que la figura de Florentino se engrandezca.

Fermina Daza

Fermina es la conexión entre estos dos mundos. Muchacha rebelde y orgullosa, su romance con Florentino emociona porque es prohibido y ella está decidida a desobedecer a su padre dominante. Tras el rechazo a Florentino y su boda con el doctor, se va de la ciudad y regresa como una mujer serena y sofisticada. Al principio de la novela, cuando es anciana, bajo su fachada orgullosa y firme, aparece una mujer cariñosa, que mima a su marido hasta su vejez como a un bebé indefenso. También cuida animales y flores. Es testaruda, hermosa, indecisa, con un desarrollado sentido del olfato, así descubre la infidelidad de su marido.

«Olor a negra.»

Hay momentos en que todo lo que nos llega de ella es a través de la imagen idealizada de Florentino, hasta que llegamos a los capítulos finales. Es una mujer obstinada, orgullosa, altiva (la disputa por el jabón; las disculpas que debe al doctor por orden de su padre). Esa altivez se debilita al aceptar al doctor Urbino como esposo, lo que implica resignarse a las reglas del futuro que su progenitor ha construido para ella y sacrificar su orgullo. Existe la conciencia de que la relación con el doctor le permitirá ascender socialmente. Siempre mantiene su rebeldía ante la autoridad religiosa (es expulsada del colegio), ante la autoridad paterna, ante los usos y costumbres sociales a las que no se quiere someter. Es una mujer insegura, incapaz de soportar el sentimiento de culpa, impulsiva cuando decide romper con Florentino o casarse con Juvenal sin amarlo. Siempre interpone una barrera de rabia para que no se le note el miedo (cuando su marido le dice que cree que va a morirse, ella dice que sería mejor para todos).

«¿Por qué te empeñas en hablar de lo que no existe?»

Personajes secundarios

Las mujeres de esta historia son más fuertes y más ajustadas a la realidad que los hombres. Cuando Florentino se vuelve loco de amor desarrollando síntomas de cólera, es su tierna madre, Tránsito Ariza, quien le ayuda a salir adelante. Leona Cassiani (la verdadera mujer de su vida), Rosalba (quien lo inicia furtivamente en las aventuras amorosas), la viuda de Nazaret, Ausencia Santander, Sara Noriega, Olimpia Zuleta, América Vicuña (la jovencita última amante del protagonista), todas ellas aportarán a la historia distintas formas de enfrentarse al amor, al sexo y a la muerte. Las viudas son símbolos de la mujer liberada sexualmente, subrayando que la muerte del esposo no debe significar el fin de su vida como mujer con deseos sexuales.

Lorenzo Daza es un personaje visceral que se nos antoja cruel con su hermana, tía Escolástica:

«Contéstale que sí —le dijo—. Aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no.»

También es cruel con su propia hija, aunque él mismo sea el personaje menos honorable de la familia.

Su prima Hildebranda, quien también sufre por amor, siente gran simpatía por Florentino. Lotario Thugut inicia al protagonista en la pérdida de la inocencia. La suegra de Fermina, doña Blanca, la obliga a tocar el arpa y comer berenjenas. El tío de Fermina, don León XII Loayza, es presidente de la Compañía Fluvial del Caribe y tiene la costumbre de cantar en los funerales. Jeremiah de Saint-Amour, fotógrafo de niños, cuyo suicidio comienza la novela porque se niega a envejecer.

Los hijos: el doctor Urbino Daza, comprensivo con su madre, y Ofelia Urbino, a quien Fermina echa de casa cuando se queja de la relación de su madre con Florentino:

«El amor es ridículo a nuestra edad, pero a la de ellos es una cochinada. ¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? Toda la vida.»

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