El Encantamiento de Dulcinea
Estaban Sancho y Don Quijote en camino a la aldea de Dulcinea, el Toboso. Iban con el objetivo de obtener la bendición de Dulcinea en sus aventuras. Sancho dijo que no sabía si podría verla, pero que al menos podría recibir su bendición desde la tapia del corral desde el cual él la vio. Don Quijote dijo que no podían ser tapias, sino galerías del palacio. Sancho dice que no vio la belleza de Dulcinea, ya que la nube que levantaba cuando cribaba trigo no le dejó ver la cara. Don Quijote dijo que no era posible, porque cribar trigo no era tarea de una princesa.
Por fin, al tercer día llegaron al Toboso, aunque Don Quijote decidió no entrar hasta la noche. El pueblo estaba en silencio. Don Quijote pidió a Sancho que lo llevase al palacio de Dulcinea, a lo que Sancho respondió que él vio una casa, no un palacio. Don Quijote vio un edificio que le pareció el palacio y Sancho le siguió. Pero ese edificio era la iglesia. Sancho le dijo que guiase él, que debía de haber visto la casa un montón de veces, pero Don Quijote no lo había hecho ni una sola. Sancho confesó que solo la conocía de oídas.
Don Quijote preguntó a un hombre que resultó ser forastero y, por tanto, de poca ayuda, aunque dijo no conocer ninguna princesa en este pueblo y también les señaló dónde estaba la casa del cura, quien les podía ayudar. Sancho no quería que Don Quijote descubriese que nunca había visto a Dulcinea y le dijo que sería mejor que él volviese de día a buscarla. Don Quijote aceptó. Sancho decidió hacer creer a Don Quijote que la primera labradora que pasase era Dulcinea.
A la tarde, Sancho volvió con su amo y le dijo que no tenía más que ir a ver a Dulcinea con dos doncellas. Llegaron y Don Quijote dijo que eran labradoras, pero Sancho insistió en que eran hermosas. Sancho y Don Quijote las trataron bien y ellas, extrañadas de verlos así, decidieron irse. Don Quijote sacó de todo esto que un encantador le perseguía y había transformado a su amada en una labradora.
Don Quijote y Sancho llegaron a un castillo donde unos duques les dieron hogar y, después de la comida, volvieron al bosque para pasar el resto del día en los puestos de caza. Al anochecer se comenzó a oír cornetas sonar y pasó un correo en traje de demonio. Dijo ser el diablo y que venía a buscar a Don Quijote. Le dijo que le enviaba el francés Montesinos para decirle que esperara allí a Dulcinea del Toboso para desencantarla.
Se cerró más la noche y se comenzó a escuchar el chirrido de las ruedas de un carro, disparos de escopeta, gritos de combatientes y algarabía de moros. Don Quijote aguantó, pero Sancho cayó desmayado a las faldas de la duquesa. Tiraban del carro cuatro bueyes y sobre el carro venía sentado un anciano vestido de negro con barba blanca y larga. Guiaban el carro dos demonios. El anciano dijo ser Lirgandeo. Llegó otro carro y ese anciano dijo ser Alquife. Otro carro traía un hombre robusto llamado Arcalaus, enemigo de Amadís de Gaula. El último era un gran carro tirado por seis mulas, sobre cada una venía un disciplinante. Y sobre el carro venía una figura vestida de negro y sentada en un trono: era Dulcinea.
La figura vestida de negro era la muerte y dijo: «Yo soy Merlín«. Y añadió que para desencantar a Dulcinea era necesario que Sancho se azotara 3000 veces. Sancho no quería, pero al final lo convencieron, con la condición de que se los daría él cuando quisiese, sin plazo de días y sin hacerse sangre.
Dos Encuentros con el Bachiller
Vio Don Quijote una carreta con unos personajes muy extraños: un demonio, la muerte, un ángel y un emperador. Dijeron ser una compañía de actores llamada Angulo el Malo. Uno de los actores hizo que Rocinante saliese disparado. Salió a ayudar a Don Quijote, Sancho. Mientras hacía esto, ese actor se montó sobre su rucio y se lo robó. Don Quijote intentó atacarlo, pero todos los actores se armaron con piedras y decidió no meterse. Durmieron esa noche bajo dos árboles. Pero poco tiempo después les despertó un ruido, se levantó de sobresalto y vio a dos hombres que se tumbaban en la hierba. Eran un caballero, llamado el Caballero de los Espejos, y su escudero. Sancho y el otro escudero se separaron de los caballeros.
El Caballero de los Espejos dijo que había vencido a Don Quijote y que él había confesado que su amada era la más hermosa. Don Quijote quería defender la verdad con las armas. Y quedaron en combatir a la mañana siguiente. Don Quijote venció y, al descubrir la cara del caballero, vio al bachiller Sansón Carrasco. Don Quijote le obligó a confesar que Dulcinea del Toboso era la más hermosa y él lo hizo.
El Caballero de la Blanca Luna
Una mañana estaba Don Quijote paseando por la playa cuando un caballero, llamado el Caballero de la Blanca Luna, fue hacia él para hacerle decir que su amada era la más hermosa y dijo que, si no lo hacía, lucharían por ello y que, si él vencía, Don Quijote dejaría la caballería andante. Don Quijote aceptó el desafío y allí mismo batallaron. Pero el Caballero de la Blanca Luna venció y Don Quijote tuvo que aceptar volver a su pueblo y dejar su profesión durante un año.
El virrey, que estaba presenciando la batalla, ordenó a Antonio Moreno que siguiese a ese Caballero de la Blanca Luna para descubrir quién era. Eso hizo y lo siguió hasta un mesón. Allí, el Caballero de la Blanca Luna le dijo que él era el bachiller Sansón Carrasco y que hacía tres meses él había partido para vencer a Don Quijote y devolverlo a su pueblo para ver si se curaba de su locura, pero aquella vez lo venció. Don Quijote y Sancho vuelven a su pueblo.