Desigualdad de Género en la Educación y el Lenguaje: Un Análisis Crítico

El Papel de la Escuela y el Entorno en la Desigualdad de Género

Muchas veces no se valora el trabajo de un profesor. Mucha gente piensa que es un trabajo fácil y que muchos lo escogen por las vacaciones. En realidad, no se dan cuenta de que los profesores tienen un gran papel en la sociedad: son responsables del proceso de aprendizaje de los niños. Pero, ¿tiene la escuela o los profesores algo que ver con la diferencia de género?

Respondiendo a la pregunta anterior, puedo decir, por mi propia experiencia, que la escuela puede influir mínimamente, aunque, en general, la mayor parte de la «culpa» la tiene el ambiente que rodea al niño.

Evolución Histórica de la Educación y el Género

Hace una década, solamente unos pocos afortunados iban a la escuela y casi todos eran hombres. Mientras los varones aprendían en la escuela, las mujeres, en cambio, aprendían en casa a hacer cosas como tejer o limpiar la ropa. Poco a poco, esto ha ido cambiando, aunque a un ritmo muy lento. A pesar de que las mujeres empezaron a ir a la escuela, no iban a la misma que los hombres; es decir, las niñas por un lado y los niños por otro.

Hoy en día, no nos imaginamos una escuela separada, aunque todavía queda alguna. Las escuelas hacen un gran esfuerzo para que haya una igualdad entre hombres y mujeres, y esto suele tratarse desde que los niños empiezan a asistir a ella. Sin embargo, no creo que sea suficiente que la escuela solo trabaje en ello.

Factores que Influyen en la Construcción de Identidades

Porque la construcción de identidades, masculinas y femeninas, es consecuencia de la influencia de una serie de factores, aparte de la educación. Estos pueden ser la familia, la economía, la ideología, etc. Como he dicho anteriormente, somos mujeres y hombres no solo por el sexo, sino también porque nuestro entorno social nos trata de forma distinta.

Por eso, yo creo que en la familia se suele empezar a construir la primera identidad. Por muchas razones; una de ellas, por ejemplo, puede ser la forma en que vestimos a las niñas y a los niños: unas de rosa y otros de azul. A esto se le unen los juguetes, porque a los niños se les relaciona con los coches o balones, y a las niñas con muñecas o cocinitas. A pesar de que muchos padres digan que educan de igual manera a sus hijos, día a día son muchos los docentes que trabajan el tema de la igualdad en las escuelas de primaria. En cambio, cuando estos alumnos llegan a casa, parece que lo aprendido en clase se queda en el aula. En muchas familias, todavía hoy se degrada a la mujer. Incluso en las puertas de los centros oímos: «¿Qué has hecho de comer, mamá?». Desde ese mismo instante, nuestros esfuerzos en clase se han perdido en el camino.

El Rol del Docente en la Promoción de la Igualdad

Como he dicho al principio, los docentes tienen un gran papel y hoy en día hacen un gran esfuerzo para reforzar la igualdad de género. Por ejemplo, utilizando un lenguaje, habilidades y actividades adecuadas para el aprendizaje, con lo cual evitamos estos prejuicios.

Aquí algunos ejemplos de actitudes que deben tener los profesores:

  • Escoger materiales y libros de clase que no favorezcan la discriminación de género ni de cualquier otra clase.
  • Tratar por igual a chicos y chicas.
  • Evitar el lenguaje sexista, ya que cuando nos dirigimos a la clase en general decimos «chicos», de tal manera que estamos favoreciendo la persistencia del liderazgo de los chicos por el mero hecho de ser chicos.

La Sociedad como Creadora de Diferencias de Género

Por lo tanto, podemos observar que las diferencias de género no son, en sí mismas, ni buenas ni malas, sino algo creado por la sociedad, con el objetivo de que los hombres queden por encima de las mujeres. Es la sociedad en la que vivimos la que nos empuja a ello. De esta misma manera, podemos rechazarlas y establecer estructuras familiares, escolares, sociales… que nos faciliten el cambio y hablar no de mujeres y hombres, sino de personas con múltiples posibilidades.

Hacia un Lenguaje Inclusivo

Este tipo de visión social es lo que nos lleva a plantearnos un cambio urgente en nuestra manera de actuación, y podríamos empezar por:

  • Dirigirnos a las personas como «personas» o «seres humanos» y no como «hombres», o hacer mención implícita de ambos sexos: niños y niñas, padres y madres, amigos y amigas, alumnos y alumnas…

No cuesta trabajo alguno cuando nos habituamos a ello y, en cambio, podemos corregir parte de la discriminación que aún padecemos. Es mayor el beneficio que el sacrificio, sacrificio en pro de una sociedad más justa.

Masculino = masculino + femenino, femenino = 0

Reflexiones sobre el Lenguaje No Sexista

Ante el interés suscitado por el tema del lenguaje no sexista entre los compañeros de esta clase, en las próximas líneas opinaré sobre este tema. En nuestra avanzada sociedad, aún tenemos problemas con el uso del idioma. ¿Cómo es posible que, en una lengua que no es sexista, nosotros la hagamos sexista? ¿Por qué la hacemos sexista?

La lengua en sí no es sexista; nosotros somos los que la hacemos sexista con nuestro mal uso. Por ejemplo, para decir que una cosa es mala, la feminizamos («esto es un coñazo»); en cambio, para decir que una cosa es buena, la vinculamos con el masculino («esto es la polla»). Es fácil imaginar que la situación de desigualdad de mujeres y hombres en las sociedades haya dejado huellas en las lenguas.

Lo que sostiene la filóloga Pilar Careaga, «El lenguaje está creado por el hombre, para el hombre y tiene como objeto el lenguaje del hombre», no me parece la verdad, ya que usa el término «hombre» solo para referirse al masculino. Como aparece en el texto «Lenguas y géneros en el castellano», el castellano tiene las categorías gramaticales masculina y femenina para todos los sustantivos. No es culpa del lenguaje; la culpa está en nosotros, ya que nosotros somos los que, de manera inconsciente (por manía o porque, de usarlo y oírlo así durante toda la vida, se nos ha quedado), usamos el masculino como genérico.

Un Cambio Necesario y Colectivo

Para acabar con esto, quiero decir que no es fácil de cambiar; no va a cambiar de un día para otro. Para poder usar el castellano de una forma no sexista, tenemos que poner todos de nuestra parte y no usar el masculino genérico, porque, siguiendo la regla de m = m + f, f es 0, o dicho de otra manera, masculino = masculino + femenino, femenino igual a 0. En mi opinión, no hay que atribuirle toda la culpa a la lengua, porque la culpa es nuestra, de los hablantes de la misma.

Conclusión: Lenguaje como Reflejo y Modelo Social

Es posible sensibilizar a la población acerca del uso del lenguaje sexista, incluso aun cuando somos conscientes de que esta sensibilización influye más a las mujeres que a los hombres. Sin embargo, la sensibilización con respecto al sexismo en el lenguaje es una tarea ardua, puesto que, de forma generalizada, la población (sin entrar en diferencias de sexos) muestra mucha igualdad de opinión: aproximadamente la mitad de la población reconoce que existe el sexismo en el lenguaje y la otra mitad no lo reconoce y lo atribuye a la institucionalización y tradicionalismo del lenguaje, algo instaurado desde siglos. Si bien es cierto que puede cambiar a lo largo de los años con el tiempo, como es el caso de la utilización de la «@» para denominar a poblaciones de ambos sexos, no es algo que se pueda llevar a cabo a corto plazo y que siempre irá a remolque de la sociedad, modificándose primero ésta y después el lenguaje que la denomina.

En conclusión, y teniendo en cuenta todo lo anterior, podemos deducir que el lenguaje, como instrumento de clasificación e interpretación de la realidad, actúa como reflejo y como modelo. Por un lado, constituye una fiel representación de la sociedad y de la mentalidad de la misma, evolucionando según las necesidades de ésta y adaptándose a sus menesteres. Por otro, ejerce de patrón para generaciones posteriores, las cuales asentarán su formación sobre dichas bases. Es en este aspecto donde radica la importancia de un lenguaje no sexista y es por ello que debemos fomentar su incorporación en la sociedad a fin de lograr, por fin, la tan anhelada igualdad entre sexos.

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