Campos de Castilla, de Antonio Machado
En 1907 se produce un hecho decisivo en la vida de Antonio Machado: el poeta obtiene una plaza como catedrático de francés y elige Soria como destino. Al llegar, se aloja en una pensión donde conoce a una joven, Leonor Izquierdo, que dos años después se convierte en su mujer. El descubrimiento del paisaje castellano y el amor de Leonor provocan en Machado profundos cambios y un sentimiento de felicidad que, desgraciadamente, no dura mucho. En el verano de 1911, Leonor sufre una grave enfermedad que le causará la muerte un año más tarde, a la edad de dieciocho años. Incapaz de continuar en Soria, Machado pide el traslado a Baeza (Jaén), donde vivirá varios años sumido en la tristeza del recuerdo de su periodo soriano. Este es el marco biográfico en el que se encuadra la composición de los poemas que forman la obra cumbre del poeta: Campos de Castilla.
Estructura de la obra
La primera edición de la obra es de 1912, con Leonor aún viva. Pero en 1917, en la edición de sus Poesías completas, Machado incluye numerosos poemas nuevos de la etapa andaluza. El resultado es un libro en el que pueden señalarse los siguientes grupos de poemas:
- El ciclo soriano. A él pertenecen los poemas en los que Machado expresa su emoción ante el paisaje castellano (Orillas del Duero y la serie Campos de Soria, por ejemplo), y en los que se refleja la decadencia castellana y la violencia de los campesinos (Un criminal y, sobre todo, el largo romance La tierra de Alvargonzález).
- El ciclo de Leonor. Incluye los poemas más emotivos y tristes escritos en recuerdo de su esposa muerta (Señor, ya me arrancaste lo que más quería; Allá, en las tierras altas y, especialmente, A José María Palacio).
- El ciclo de Baeza. Machado centra su mirada en el paisaje andaluz (Los olivos), en las costumbres populares (La saeta), en el atraso del país (Del pasado efímero; El mañana efímero) y en los personajes decadentes (Llanto de las virtudes y coplas por la muerte de don Guido).
- Proverbios y canciones. Bajo ese epígrafe, Machado incluye numerosas composiciones breves que combinan el juego lírico, la reflexión filosófica y existencial, la ironía y el humor. Son un adelanto de lo que constituirá su tercer libro de poemas: Nuevas canciones.
- Elogios. En esta sección del libro se reúnen poemas compuestos en alabanza de amigos del poeta (Azorín, Unamuno, Valle-Inclán), elegías (A don Francisco Giner de los Ríos, A la muerte de Rubén Darío) y poemas en los que muestra su esperanza en una España nueva (Una España joven).
Los temas
El propio Machado precisó sobre estas poesías que «a una preocupación patriótica responden muchas de ellas; otras, al simple amor de la Naturaleza, que en mí supera infinitamente al del Arte. Por último, algunas rimas revelan las muchas horas de mi vida gastadas en meditar los enigmas del hombre y del mundo». De este modo, los poemas de Campos de Castilla se pueden agrupar en estos temas:
- El paisaje. El encuentro con el paisaje soriano y la emoción que provoca en el poeta producen un notable cambio en su manera de mirar la realidad. Los paisajes difuminados y llenos de ensoñación de Soledades dan paso a una descripción más objetiva y realista. Sin embargo, la visión subjetiva del paisaje persiste y Machado selecciona los aspectos más acordes con sus sentimientos: la sobriedad, la aridez y la desolación de los campos sorianos. Esa visión personal del paisaje continúa también al enfrentarse Machado con el paisaje andaluz tras su marcha de Soria.
- La visión crítica de Castilla y España. La «preocupación patriótica» se esparce en el libro en varias composiciones. El contraste entre el pasado glorioso de Castilla y su ruina presente, el alma violenta y fratricida de sus gentes y los retratos de personajes marginales configuran una imagen de la realidad intrahistórica del pueblo castellano. En otros poemas, su preocupación se centra en el tema de «las dos Españas»: la España que representa el pasado estéril e injusto (señoritos ociosos, grandes propietarios y gentes conservadoras) frente a la España que representa la esperanza en una regeneración espiritual y social. En este punto Machado coincide con las preocupaciones ideológicas de los autores de la Generación del 98.
- El tiempo y la muerte. La fugacidad de la vida, el poder destructor del tiempo y la certeza de la muerte aparecen continuamente en sus poesías y en sus reflexiones. En este libro la angustia se agudiza por la muerte de Leonor, por el sentimiento de desolación y de desesperación que le causa y por la soledad a la que le condena.
Las formas poéticas
En el libro se pueden apreciar varias tendencias métricas. Por un lado, el gusto de Machado por las coplas y las composiciones de carácter popular (seguidillas, quintillas, etc.), así como su intento de revitalización del romance; por otro, su preferencia por la silva con rima de romance, que es empleada en sus poemas más importantes. No faltan tampoco muestras de otras formas más cultas, como sonetos, en la sección de elogios a amigos y escritores. El lenguaje se caracteriza por su sencillez y su sobriedad. Machado rechaza la complejidad retórica y busca comunicar de modo directo y claro sus emociones. En la descripción paisajística hay una preferencia por las construcciones nominales, la adjetivación especificativa llena de matices connotativos y el empleo de un léxico preciso: alcores, breñales, roquedas, jarales.