La obra posee como tema principal “la insatisfacción de la poetisa consigo misma”. Dicho tema lo ubicamos a lo largo de todo el poemario debido a la frustración que siente la autora en relación con su esterilidad, puesto que siente que no se ha desarrollado como mujer. Josefina de la Torre busca un sentido a la vida, sintiéndose perdida y rodeada de oscuridad. Asimismo, se interroga constantemente y no encuentra la respuesta que ansía. Esto la lleva por un camino de desolación, tristeza, inseguridad, desaliento y rebeldía, como se justifica por la constante presencia del “no”.
Como ella misma dice en el poema, esta desazón que siente le lleva a preguntarle constantemente a su yo más íntimo para intentar encontrar respuesta a su situación personal que le atormenta.
En cuanto a la estructura externa, el poema consta de trece versos que se combinan en versos alejandrinos y heptasílabos, situados estos últimos, en el primer y quinto verso.
En ellos, pone de manifiesto la búsqueda personal que no logra su objetivo “Me busco y no me encuentro” y “No me encuentro a mí misma”. Estos dos versos cautivan la atención del lector tanto métricamente como desde el punto de vista semántico. La rima es consonante en los versos dos y cinco y asonante en el resto, excepto los que no tienen rima ( 7a, 14B, 14-, 14-, 7b, 14-, 14B, 14B, 14A, 14-, 14B, 14B, 14-).
Por otro lado, se trata de una composición estrófica que se ajusta para unos a una lira y para otros a una silva, pero lo que no cabe duda es que está influenciada de las vanguardias. Además presenta una rima variable, puesto que encontramos tanto rima consonante en los versos segundo, quinto y duodécimo; como rima asonante en los versos primero, séptimo, octavo, noveno y undécimo o como versos sueltos en los restantes.
Analizando, aún más la obra vemos que en cuanto a la estructura interna, está dividida en dos bloques bien diferenciados. Podemos tener constancia de esta división, pues del primer al quinto verso, la autora expone el tema anteriormente dicho de manera íntima, ese intimismo recuerda a Béquer y a Rosalía de Castro. El segundo bloque se encuentra desde el sexto al penúltimo verso donde la autora expresa sus frustración por no poder ser una mujer creadora de vida. A continuación en los dos últimos versos del poema retoma la idea inicial, es decir, la búsqueda de sí misma pero ahora con un ligero optimismo que pudiera ser solo un espejismo, un milagro imposible de cumplir, “ y rondo por las sordas paredes de mí misma// esperando el momento de descubrir mi sombra”, dando a entender una estructura circular.
Al tratarse de un texto literario, concretamente del género lírico, se caracteriza por tener una serie de rasgos como son entre otros, su función poética, el carácter connotativo, el valor polisémico y el interés estético. Aunque también predomina la función emotiva, pues se transmiten sentimientos de una alta carga de emotividad.
En cuanto a los aspectos morfosintácticos, ésta se caracteriza por tener una perspectica subjetiva, de forma que el poema gira en torno al “yo” poético, por lo que la autora deja claro su intensión de describir su tormento interior. Josefina se detiene en el estado en que se encuentra su alma, su persona. Se siente perdida, intranquila, intenta descifrar quién es su “yo” realmente pero no consigue conocerlo.
Por otro lado, llama la atención la utilización de un vocabulario sencillo pero de alto valor connotativo con lo que expresa sus sentimientos profundos salidos de un mundo en el que solo hay pesadumbre y dolor. Para ello, la autora utiliza una serie d sustantivos abstractos como “incertidumbre”, “esencia” o “armónía” que potencian el desasosiego que siente en su mundo interior. También encontramos dos campos semánticos en los que podemos agrupar los sustantivos del poema. El que hace referencia a la noche que metafóricamente compara consigo misma como “tinieblas”, “sombras”, “oscuridad”, “silencio”, “ vacío2 y otro campo semántico que hace referencia a la creación y la vida como “universo”, “tierra”, “fruto”, etc.
Por otro lado, los adjetivos, son en su mayoría explicativos, “oscuras”, “torpe” que aportan sugerentes connotaciones de soledad, frustración y tristeza.
En cuanto a los tiempos verbales, destaca el uso del presente de indicativo de forma paralelística al inicio de los versos “me busco”, “rondo”, “interrogo”, “no acierto” que van aumentando en intensidad. Pero sin duda los verbos principales que nos acercan al sufrimiento de la poetisa son “busco” y “encuentro”. Llama la atención también el empleo de gerundios que insisten en remarcar la tristeza e intranquilidad que continúan y que no parecen tener fin: “ tanteando” o “esperando”.
También encontramos un pretérito perfecto simple “pude”o octavo que indica un pasado que nunca se cumplíó, en relación la maternidad frustrada.
Nos encontramos ante un fragmento de la conocida obra de Gabriel García Márquez «Crónica de una muerte anunciada» publicada en 1981. García Márquez nace en Colombia a principios del Siglo XX y muere en México en 2014. Se inició en la literatura desde temprana edad, aunque antes de ser escritor, estudió Derecho. No obstante lo abandonó, y se dedicó al periodismo, trabajando en periódicos como El Espectador, El Heraldo y su comienzo en El Universal.. Esta devoción se ve representada en cada una de sus obras, puesto que la mayoría son escritas en su etapa como redactor. Sus novelas además, se ven influenciadas por el entorno agitado en el que coexiste, puesto que se desata un movimiento revolucionario en latinoamerica durante los años sesenta que coincide con el florecimiento de nuevos autores hispanoamericanos como Mario Vargas Llosa con su famosa obra La ciudad y los perros o Julio Cortazar con Rayuela, que son publicados por editoriales españolas y que comparten carácterísticas comunes entre ellos. Márquez comienza escribiendo cuentos cortos entre los que se destacan La Hojarasca y El coronel no tiene quien le escriba y el texto a comentar Crónica de una muerte anunciada donde se ven reflejados alguno de los temas más empleados por el autor como la soledad o la melancolía. Asimismo algunos de sus escritos más destacables son El amor en tiempos de cólera y Cien años de soledad novela con la que es galardonado premio nobel de literatura en 1982. Durante el «Boom» de los sesenta se desarrollan diferentes carácterísticas comunes en la literatura hispanoamericana que se ven reflejadas en «Crónica de una muerte anunciada». Entre ellas destaca la influencia vanguardista de autores europeos, que descompone los rasgos convencionales de la literatura, como es la ruptura temporal y narrativa, el Realismo mágico donde aparecen elementos anecdóticos que conforman una simbiosis entre lo fantástico y real, el uso de diferentes narradores, tanto testigos como omniscientes, el empleo del subconsciente mediante los monólogos interiores y la presencia de la muerte y fatalidad. En cuanto a la obra se trata de una novela corta que narra la historia del asesinato de Santiago Nasar. Durante la noche de bodas, Bayardo San Román, un forastero rico y apuesto, descubre que su amada, Ángela Vicario, no es virgen y decide devolverla a la familia y marcharse del pueblo. Ante esta situación los familiares desconcertados deciden tomarse la justicia por su propia mano y los hermanos Vicario con el fin de limpiar su honor van en busca de Santiago Nasar. Desde que descubren este acontecimiento hasta que Nasar es asesinado, el rumor recorre las calles del pueblo pero nadie llega a tiempo de pararlo, y muchos opinan que son asuntos que deben ser zanjados. Tras este homicidio, se realiza una autopsia y un juicio que determina el futuro de los hermanos, quienes son encarcelados durante tres años. Diecisiete años después, Bayardo San Román y Ángela Vicario vuelven a reencontrarse en el pueblo, aunque ni ellos, ni el pueblo, permanecieron igual. La obra se divide en cinco capítulos aunque no están organizados cronológicamente, en el primero se narra la mañana de la muerte, en el segundo la trama de los novios, la boda y la devolución, el tercero abarca el recorrido que hacen los hermanos Vicario antes de cometer