COMPARACIÓN ENTRE LA POESÍA DE LOS AÑOS 40 Y 50. La poesía de los años 40 y 50 se divide en dos grupos: arraigada y desarraigada.
Mientras la primera, la arraigada, fue cultivada por los adeptos al régimen, la segunda lo fue por aquellos que no estaban de acuerdo con el franquismo. Por otro lado, la poesía arraigada se centró en temas intemporales (amor, religión, familia, paisaje, belleza …), algo que no hizo la desarraigada, que mostró la gran angustia de sus autores por la realidad que vivían y padecían (angustia ante la vida dada la consciencia de ser parte de la muerte y desolada tras los horrores vividos durante la guerra y la consecuente injusticia y humillación). No obstante, estos últimos siguen cultivando la religión como parte de su temática, no siendo esta abordada de igual manera que por los arraigados, sino que los desarraigados muestran una religión angustiada, dramática y crítica dado que consideran que Dios les ha abandonado en un mundo en el que predomina la soledad y el sufrimiento en la vida y en la muerte. Además, la poesía de los adeptos al régimen volvíó a retomar las formas clásicas y su ideología era conservadora, manifestando una visión del mundo esperanzadora y optimista (una visión coherente y ordenada del mundo, como ellos señalaban). No obstante, la poesía desarraigada adopta una temática más realista al tratar temas como las miserias sociales, la hostilidad de la existencia humana y la injusticia. Además, en la métrica de la poesía desarraigada predomina el verso libre o el versículo, aunque también cultivan el soneto y alguna otra estrofa clásica y popular. Finalmente, en cuanto a los poetas que conforman uno y otro grupo, indicar la presencia de Panero, Rosales, García Nieto y Ridruejo en el grupo de la poesía arraigada y, por otro lado, en el bando de los no adeptos al régimen destacar a Dámaso Alonso con su obra Hijos de la ira, obra que plasma una visión nihilista y un tono desgarrador. No obstante, terminar indicando que Alonso se inscribíó en la Generación del 27 en un primer momento para, posteriormente, cultivar la poesía desarraigada.
POESÍA SOCIAL DE LOS AÑOS 40 Y 50. En primer lugar, indicar que este tipo de poesía, la social, surge en España en los años 50. Así, la poesía de se caracteriza por denunciar las desigualdades sociales y la falta de libertad política existente durante el franquismo, así como la preocupación existencial ya plasmada por los autores de la poesía desarraigada. Así, estos autores consideran que la poesía es un arma capaz de transformar la realidad política y social e intentan concienciar a los lectores de la injusticia social existente en el momento. Por otro lado, indicar que el principal precursor de este tipo de poesía es Miguel Hernández, que cultiva este tipo de poesía, la social, en su etapa madura. Son obras como Viento del pueblo y El hombre acecha las que se insertan en la poesía social. Finalmente, destacan autores como los siguientes: primero Blas de Otero, que cultiva una poesía existencial y posteriormente deriva a una poesía social abordando temas como la injusticia, la miseria o la violencia (Pido la paz y Que trata de España); segundo Gabriel Celaya, cuyos libros más destacados pertenecen a la poesía social, considerando la poesía como un “arma cargada de futuro” (Las cartas boca arriba y Cantos iberos) y tercero, José Hierro, que se acerca a la temática social en un primer momento (Tierra sin nosotros y Quinta del 42), aunque posteriormente deriva a una poesía más personal, considerando la realidad como un enigma que el verso puede expresar.
COMPARACIÓN ENTRE LA POESÍA DE LOS AÑOS 40 Y 50. La poesía de los años 40 y 50 se divide en dos grupos: arraigada y desarraigada. Mientras la primera, la arraigada, fue cultivada por los adeptos al régimen, la segunda lo fue por aquellos que no estaban de acuerdo con el franquismo. Por otro lado, la poesía arraigada se centró en temas intemporales (amor, religión, familia, paisaje, belleza …), algo que no hizo la desarraigada, que mostró la gran angustia de sus autores por la realidad que vivían y padecían (angustia ante la vida dada la consciencia de ser parte de la muerte y desolada tras los horrores vividos durante la guerra y la consecuente injusticia y humillación). No obstante, estos últimos siguen cultivando la religión como parte de su temática, no siendo esta abordada de igual manera que por los arraigados, sino que los desarraigados muestran una religión angustiada, dramática y crítica dado que consideran que Dios les ha abandonado en un mundo en el que predomina la soledad y el sufrimiento en la vida y en la muerte. Además, la poesía de los adeptos al régimen volvíó a retomar las formas clásicas y su ideología era conservadora, manifestando una visión del mundo esperanzadora y optimista (una visión coherente y ordenada del mundo, como ellos señalaban). No obstante, la poesía desarraigada adopta una temática más realista al tratar temas como las miserias sociales, la hostilidad de la existencia humana y la injusticia. Además, en la métrica de la poesía desarraigada predomina el verso libre o el versículo, aunque también cultivan el soneto y alguna otra estrofa clásica y popular. Finalmente, en cuanto a los poetas que conforman uno y otro grupo, indicar la presencia de Panero, Rosales, García Nieto y Ridruejo en el grupo de la poesía arraigada y, por otro lado, en el bando de los no adeptos al régimen destacar a Dámaso Alonso con su obra Hijos de la ira, obra que plasma una visión nihilista y un tono desgarrador. No obstante, terminar indicando que Alonso se inscribíó en la Generación del 27 en un primer momento para, posteriormente, cultivar la poesía desarraigada.
POESÍA SOCIAL DE LOS AÑOS 40 Y 50. En primer lugar, indicar que este tipo de poesía, la social, surge en España en los años 50. Así, la poesía de se caracteriza por denunciar las desigualdades sociales y la falta de libertad política existente durante el franquismo, así como la preocupación existencial ya plasmada por los autores de la poesía desarraigada. Así, estos autores consideran que la poesía es un arma capaz de transformar la realidad política y social e intentan concienciar a los lectores de la injusticia social existente en el momento. Por otro lado, indicar que el principal precursor de este tipo de poesía es Miguel Hernández, que cultiva este tipo de poesía, la social, en su etapa madura. Son obras como Viento del pueblo y El hombre acecha las que se insertan en la poesía social. Finalmente, destacan autores como los siguientes: primero Blas de Otero, que cultiva una poesía existencial y posteriormente deriva a una poesía social abordando temas como la injusticia, la miseria o la violencia (Pido la paz y Que trata de España); segundo Gabriel Celaya, cuyos libros más destacados pertenecen a la poesía social, considerando la poesía como un “arma cargada de futuro” (Las cartas boca arriba y Cantos iberos) y tercero, José Hierro, que se acerca a la temática social en un primer momento (Tierra sin nosotros y Quinta del 42), aunque posteriormente deriva a una poesía más personal, considerando la realidad como un enigma que el verso puede expresar.