El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte del general Franco permitíó un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó la desaparición de la censura (lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero), la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor conocimiento de la narrativa de otros países. Los dos aspectos más significativos de la novela española en los últimos años son:
Novela de la memoria y del testimonio. La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero, con Te trataré como a una reina (1981), defensa de la condición femenina, y la producción novelística de Luis Mateo Díez. Novela culturalista. En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Eso es lo que hace Juan Manuel de Prada con Las máscaras del héroe . Otras tendencias en la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura (Historias del Kronen, de José Ángel Mañas, Ray Loriga con Héroes o Lucía Etxebarría en Sexo, prozac y dudas).
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El carácter aglutinador. Acoge prácticamente todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales.2
La individualidad. Cada novelista elegirá la orientación más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su mundo personal y su particular visión de la realidad; En las últimas décadas han convivido: novelistas importantes de la posguerra (Delibes, Cela y Ballester sobre todo), novelistas de la «Generación del 50» (Goytisolo, Marsé, Carmen Martín Gaite…), novelistas de la generación del 75. En los setenta hay autores que siguen cultivando la novela experimental e intelectual que tiene su origen principal en Tiempo de silencio de Luis Martín Santos. Suelen prestar más atención a la forma que al contenido, el argumento llega a casi desaparecer. Abundan historias fragmentadas y monólogos interiores. Esta novela está dirigida a un lector inteligente y culto, con formación para comprender las dificultades sintácticas que los autores plantean. Es la llamada generación del 75 o también generación del 68: Eduardo Mendoza (publicó en 1975 La verdad sobre el caso Savolta, título que, en buena medida, puede considerarse el punto de partida de la narrativa actual. Sin renunciar al empleo de técnicas experimentales, el autor ofrece en esta novela de corte policíaco. La ciudad de los prodigios (1986) recrea la evolución histórica y social de la ciudad de Barcelona en el período comprendido entre las exposiciones universales de 1888 y 1929, tomando como hilo conductor la progresión en la escala social del protagonista). Otros autores Félix de Azúa, Millás, Vicente Molina Foix, Soledad Puértolas.. Y nuevos escritores conocidos después del franquismo: Manuel Vicent, Llamazares, Javier Marías, Luis Mateo Díez, Rosa Montero, A. Muñoz Molina, Luis Landero…; No resulta fácil discernir en la nueva narrativa corrientes o escuelas definidas; pero si identificar ciertas tendencias temáticas. Las más relevantes son estas:Novela policíaca y de intriga. Este subgénero resurge con especial fuerza. Entre sus cultivadores destacan Manuel Vázquez Montalbán, autor de una serie protagonizada por el detective privado Pepe Carvalho. A esta tendencia pertenecen también algunas novelas de Antonio Muñoz Molina: El invierno en Lisboa. Su obra, Sefarad ha sido definida por el autor como «novela de novelas» y supone la recuperación de historias de destierros y desarraigos acontecidos durante el Siglo XX. Novela histórica. Se pueden citar como ejemplos El oro de los sueños, de José María Merino; El hereje (1998), de Miguel Delibes, así como la saga protagonizada por el capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverté, ambientada en el Siglo de Oro. En los últimos años son frecuentes las novelas históricas contextualizadas en épocas cercanas, especialmente en la Guerra Civil y la posguerra, como Soldados de Salamina (2001), de Javier Cercas; La voz dormida (2002), de Dulce Chacón, El lector de Julio Verne (2012)de Almudena Grandes o los relatos breves que componen Los girasoles ciegos de Alberto Méndez. Novela de la reflexión íntima. Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia. Obras representativas de esta tendencia son Mortal y rosa (1975), de Francisco Umbral, sentida reflexión sobre la muerte escrita con brillante estilo, o El desorden de tu nombre, de Juan José Millás, que combina la introspección psicológica con la reflexión literaria. En La lluvia amarilla (1988), Julio Llamazares narra el abandono de los pueblos a través de un largo y emocionado monólogo.Novela de la memoria y del testimonio. La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero, con Te trataré como a una reina (1981), defensa de la condición femenina, y la producción novelística de Luis Mateo Díez. Novela culturalista. En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Eso es lo que hace Juan Manuel de Prada con Las máscaras del héroe . Otras tendencias en la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura (Historias del Kronen, de José Ángel Mañas, Ray Loriga con Héroes o Lucía Etxebarría en Sexo, prozac y dudas).