Contexto social del Modernismo

1.1.    Contexto histórico

De la centuria anterior, España arrastra la llamada «crisis de fin de siglo«, que se puede concretar en los graves problemas de convivencia entre españoles, divididos en ideologías encontradas, y la decadencia del país que culmina con la pérdida de nuestras últimas colonias ultramarinas, el año del desastre 1898.

Desde 1902 a 1923 dura el reinado de Alfonso XIII. Hay que destacar en este periodo el desarrollo industrial, el nacimiento y consolidación del proletariado, los enfrentamientos sociales y las continuas crisis ministeriales.

La situación anterior conduce a la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1931), que intenta desde la concentración del poder, resolver la crisis de la nacíón. Con ciertos logros en algunos campos, al final la dictadura también fracasó.

La miseria muy generalizada, la organización y politización de la clase obrera y, sobre todo, la uníón de las izquierdas, trajo consigo la proclamación de la Segunda República (1931-1939). El periodo republicano comenzó con un deseo de profundas reformas y buenas intenciones, pero se manifestó impotente ante los problemas endémicos del país: los enfrentamientos ideológicos y sociales y la crisis económica. Los acontecimientos se precipitaron: huelgas y disturbios, triunfo de la derecha en 1933, huelga y revolución en Asturias en 1934, uníón de izquierdas en el Frente popular que gana las elecciones en 1936.

Ese mismo año, en Julio, el general Franco se sublevó contra el gobierno de la República. Estalla la Guerra Civil (1936-1939), confrontación fratricida con la que culmina el enfrentamiento de las dos Españas. 

1.2

Contexto social

Entre 1885 y 1914, se produjo una «crisis universal de las letras y del espíritu» que configuró la mentalidad del ser humano del nuevo siglo. Entre los rasgos más carácterísticos podemos destacar:

·        Pérdida de la confianza en el progreso: a pesar de los progresos de la técnica seguía habiendo malas condiciones de vida, problemas sociales, etc.

·        Crítica del positivismo y desconfianza en la razón para entender el mundo. Se trata de entender afrontar la vida con la voluntad, el sentimiento y la intuición más que con la razón. A ello contribuyeron la obra de pensadores como Schopenhauer y Kierkegaard (la existencia humana es dolor y angustia), Nietzsche (exaltación de los impulsos vitales sobre la razón), Bergson (reivindicación de la intuición para penetrar en lo real) y Freud (los verdaderos instintos –el amor y la muerte- se hallan reprimidos en el interior del ser humano)

·        Crisis religiosa: la sociedad se hace cada vez más laica.

1.3

Contexto literario

En torno a 1910 dos movimientos literarios han alcanzado ya su máximo desarrollo: Modernismo y Generación del 98. Ambos movimientos surgen como reacción contra la cultura y las Letras del Siglo XIX y revelan —cada uno a su modo- la insatisfacción del escritor ante el mundo. Modernismo y G98 son en palabras de Federico de Onís: «formas hispánicas de la crisis universal de las letras y del espíritu que se manifiesta en todos los aspectos de la vida». Eran «gente nueva» con una nueva estética que rompía con la del Siglo XIX; todos abogaban por una profunda renovación lingüística que traería nuevas posibilidades expresivas y adoptaron también una postura crítica ante las normas sociales y la situación política.

Entre ambos movimientos podría inferirse un denominador común: la época y dos talantes diferenciados: un talante más estético, centrado en la forma (el Modernismo) y el otro con un talante político ideológico, más preocupado por el contenido (la Generación del 98). 

Sin embargo, a pesar de las diferencias entre modernistas y noventayochistas, la separación no es tan clara. En primer lugar, algunos integrantes de la Generación del 98 -como Antº Machado y Valle-Inclán- se podrían incluir, por algunas de sus obras, dentro del Modernismo; y en segundo lugar, porque unos y otros vivieron un ambiente y atmósfera que les unía. Significa, por tanto, que modernistas y noventayochistas coinciden en el tiempo, y muchos de los escritores de la época participan de ambas tendencias como Antonio Machado o el propio Valle Inclán.

El joven Valle-Inclán de finales del Siglo XIX cultivó una literatura modernista, de carácter evasivo. Pero los acontecimientos históricos y políticos que vivíó la España de principios de siglo, marcarán la trayectoria ideológica de Valle Inclán. Durante los años de la 1ª Guerra Mundial, la economía española vivíó una recuperación, debida a los productos vendidos a los combatientes. Sin embargo, la falta de previsión hizo que los felices años 20, no lo fueran tanto para España, salvo para las clases dominantes. Entonces Valle-Inclán asumíó una actitud comprometida con las clases desposeídas, el proletariado y los desheredados. El cuadro político español se debatía entre los partidos de corte tradicional o capitalista y los partidos de la ola obrera, marxista. El auge de los segundos condujo a la proclamación de la Segunda República, por la que Valle-Inclán tomó abiertamente partido.

A Valle-Inclán le correspondíó vivir una de las épocas más conflictivas de la historia de España. Sobrevivíó a varias guerras carlistas, a las experiencias republicanas, al abandono del poder de los Borbones, a la Dictadura de Primo de Rivera. Etc. Su ideología y su actitud política nos muestran a un Valle-Inclán comprometido con las causas populares, que supuso un cambio en la postura estética de Valle-Inclán, acercándose a las preocupaciones y críticas propias de la generación del 98. No obstante, es importante mencionar la postura formal que adoptó Valle-Inclán en estos cambios, puesto que no llegó a revelarse como un artista noventayochista del todo, sino que absorbíó las críticas y las preocupaciones de este grupo y las barajó en su estilo propio e inimitable.

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