Una de las obras dramáticas más
representativas de la primera mitad siglo
XX en la literatura española es Luces
de bohemia, de Ramón María de
Valle-‐Inclán. Pese a cultivar todos los
géneros, el autor sobresale especialmente
en el teatro, pues se trata del
principal renovador de las técnicas
dramáticas del teatro español anterior a
1936. La trayectoria literaria de Valle-‐Inclán
evoluciona por los distintos movimientos de
principios de siglo: parte del Modernismo y
muestra una especial preocupación estética,
pero después se adhiere a los ideales
noventayochistas, dentro siempre de su estilo
personal. A partir de 1920 desarrolla
un género propio, el esperpento, del
que esta obra es el ejemplo más representativo.
El esperpento, que el autor define en
la escena duodécima de esta misma
obra, consiste en una deformación de
la realidad, mediante la acentuación de
sus carácterísticas ridículas y absurdas,
con la pretensión de hacer una
crítica de la realidad de su tiempo.
Con esta estética, Valle-‐Inclán rompe con
las formas del Realismo del siglo
XIX. Luces de Bohemia se publicó por
entregas durante 1920 en la revista
España, pero no se editó la obra
completa hasta 1924, con algunos cambios
como la introducción de nuevas escenas
hasta completar las quince que componen
la obra. El argumento de Luces de
bohemia se centra en el paseo
nocturno por las calles de Madrid de
un poeta bohemio fracasado e idealista, Max
Estrella, y su amigo don Latino de
Híspalis. Al hilo de ese deambular,
el autor realiza una crítica de la
convulsa sociedad española de principios de
siglo, satirizando a los personajes y
las situaciones que se van presentando: la
vida en la taberna, la huelga en
la calle, la intervención de la
policía, la poesía modernista y el ambiente
intelectual de los cafés y librerías,
etc. La obra termina con la trágica
muerte de Max Estrella, que representa la
derrota del idealismo y la imposibilidad
de una sociedad igualitaria y justa. A
lo largo de las diez escenas
centrales (II-‐XI), Max Estrella toma
progresivamente conciencia de la realidad
social española. En la escena XII, finaliza
la peregrinación del protagonista, que
expone la teoría del esperpento y
muere en el portal de su casa,
abandonado por don Latino. Las primeras
doce escenas tienen, a pesar de su
carácter casi episódico de cuadros
autónomos, una estructura circular: en la
I, Max Estrella sale de su casa
hablando de la muerte, y en la
XII vuelve a ella a morir. Las
escenas finales constituyen en conjunto un
epílogo en el que se realiza
Una reflexión pesimista, con la muerte
del protagonista como centro. De los cincuenta
personajes que aparecen en ella, muchos
de ellos inspirados en figuras del
panorama social, político y literario de la
época, la deformación se hace patente
especialmente en Max Estrella, poeta ciego
que vive en la miseria y al que
el propio Valle-‐Inclán define como héroe
trágico. La abundancia de personajes, que
remiten a un personaje colectivo, y la
condensación de distintos acontecimientos en
un mismo marco temporal permiten considerar
esta obra como una crónica
esperpéntica de la sociedad española de
principios de siglo. En cuanto al
lenguaje, principal preocupación de
Valle-‐Inclán, se deja ver el estilo
esperpéntico. Es en las acotaciones donde
mejor se revela el arte literario del
autor, que es capaz de evocar un
ambiente, caracterizar a un personaje o transmitir
lo grotesco de ciertas actitudes con
recursos como la comparación con animales,
la ironía o sarcasmo y la fuerza
plástica de muchas de las descripciones;
también en los diálogos, rápidos,
brillantes e ingeniosos, donde destaca la
variedad de registros utilizados, desde el
más vulgar hasta el más pedante, con
cultismos o citas literarias. Luces de
Bohemia rompe con la estética modernista
reflejando carácterísticas vanguardistas como el
expresionismo. La obra conlleva la superación
del Modernismo por el compromiso
Político y social que refleja y
Anticipa las vanguardias en la degradación de
lo real y de su estilo. Podemos
señalar, por tanto, que esta obra por
su estilo e innovación, además de por
su perspectiva crítica y repercusión, es
una de las mayores aportaciones de la
literatura española a la literatura vanguardista
y a la renovación del panorama
teatral de la primera mitad del siglo
XX.