Comunicación Científica: Normas y Estructura de Textos Académicos

La Comunicación Científica

La ciencia se caracteriza por un tipo de conocimiento que se preocupa conscientemente por ser riguroso, sistemático, receptivo ante la crítica y deseoso de objetividad.

Habrá que tener particular cuidado con otro elemento, característico de toda comunicación científica: la estructura de cada trabajo tendrá que ser bien pensada para que resulte lógica, orientada hacia la mejor comprensión de lo que se pretende transmitir; cada una de sus partes componentes deberá tener unidad y enlazarse con las restantes; cada parágrafo, sección o frase deberá poseer un sentido, una función definida dentro del discurso general.

En primer lugar, conviene recalcar que un trabajo científico se propone siempre comunicar algo concreto, algunos determinados conocimientos, y no estados de ánimo, opiniones o sensaciones subjetivas. En todo escrito habrá de expresarse la subjetividad del autor, el modo personal en que este concibe las ideas que formula. No se trata de llevar las cosas hasta el extremo, de pretender una objetividad absoluta que tampoco posee el quehacer de la ciencia. Se trata de reconocer que un trabajo científico posee unos fines específicos que obligan a realizar un esfuerzo tenaz de depuración para que en él las ideas se expresen con la mayor rigurosidad y objetividad posibles.

En segundo lugar, la estructura expositiva tendrá que sujetarse a una lógica lo más clara posible, que estará en función de los objetivos del trabajo. Es fundamental que el autor conozca con bastante precisión qué desea comunicar, para luego poder buscar la forma más adecuada a los fines que persigue. Ello significa que habrá que pensar en un modelo o esquema expositivo básico antes de comenzar a redactar, porque no se trata de dejarse arrastrar por algo parecido a la inspiración, sino de construir una obra que pueda ser comprendida del modo más directo posible.

Un tercer elemento se refiere al estilo a emplear y a las consideraciones de forma en cuanto a la presentación final del trabajo.

Para ello es preciso entonces:

  • Construir las oraciones de tal modo que las mismas resulten unívocas en su sentido y relativamente sencillas, sin exageradas complicaciones.
  • Utilizar las palabras con rigor, teniendo en cuenta su significado aceptado y conocido, buscando en cada caso el vocablo preciso para expresar lo que pensamos. Esto implica que debemos conocer con claridad lo que deseamos decir, lo cual no siempre ocurre.

Por eso es preciso lograr un equilibrio entre la sencillez de la expresión y la exactitud de lo que se dice, oponiéndose por igual a la oscuridad conceptual, las formulaciones excesivas y el uso efectista del lenguaje.

Todo esto servirá para que nuestro mensaje se comprenda en su justo valor, para que sea recibido, estudiado, criticado e incorporado al acervo de conocimientos existente en una especialidad.

Normativa para la Presentación de Textos Académicos

Todo escrito científico es una exposición ordenada de un trabajo previo de investigación. En muchos casos, el escrito no es simplemente un informe sobre resultados: es una reelaboración de conocimientos ya existentes, obtenidos o no por el autor, que se organiza para fines expositivos específicos.

Si no existiese ningún tipo de investigación, no podríamos hablar de un trabajo científico; estaríamos frente a un ensayo, artículo de opinión o resumen.

Tipos de Trabajos Científicos

  • Informe de investigación
  • Monografía
  • Ponencia
  • Tesina
  • Tesis
  • Trabajo o tesis de grado

El Informe

Es una denominación genérica que sirve simplemente para indicar que lo escrito es la exposición de una indagación científica ya realizada. Puede ser un simple documento de trabajo, donde aparecen los resultados obtenidos en determinada fase de alguna investigación, el informe final acerca de la misma o el producto de un equipo parcial de trabajo. Puede servir a propósitos meramente informativos o ser base para la posterior toma de decisiones de cualquier campo de actividad.

Monografía

Es un trabajo que tiene la particularidad de versar sobre un tema único, bien delimitado y preciso. En general, resulta un escrito breve en el que se prefiere sacrificar la extensión de los asuntos a tratar en beneficio de la profundidad. La monografía es producto de una investigación bibliográfica, aunque debemos advertir que nada hay en el concepto que lleve a aceptar esta restricción. Las monografías son presentaciones formales donde se valora claramente la buena organización y el uso de un aparato crítico bien estructurado.

Estructura de los Trabajos Científicos

La estructura de un trabajo científico se compone de tres elementos: introducción, desarrollo y conclusión.

Lo que llamamos sección inicial consta de los elementos o partes que podemos calificar como introductorios: portada, prólogo o prefacio, dedicatorias, nota de agradecimientos o reconocimiento, introducción y el índice general de la obra. Tiene por objeto satisfacer la necesidad de ubicar con precisión al lector con respecto al material que se dispone a examinar, porque la lectura de un trabajo científico debe ser acotada por los objetivos, preocupaciones y limitaciones que rodean al mismo.

Luego pasamos al desarrollo de los contenidos sustantivos del trabajo, que quedarán enmarcados y no presentados en el vacío. Estos contenidos deben ser organizados en un conjunto de secciones y subsecciones, para lograr su más sistemática exposición y su mejor comprensión.

En la sección final, junto con las conclusiones y eventuales recomendaciones, el autor deberá indicar la bibliografía utilizada e incluir los índices que permiten manejarla con mayor facilidad, como todo otro material suplementario que pueda resultar de interés para el lector: anexos documentales, gráficos o estadísticas, glosarios, etc.

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