“Un día
habrá una isla” es como comienza el poema perteneciente a “La isla en la que
vivo” (1971), obra que se caracteriza por ser una de las más importantes y
representativas del poeta canario Pedro
García Cabrera. Este articulista, ensayista y contador de historias, además de escritor, nace en La Gomera en el año 1905, aunque decide vivir finalmente en Santa Cruz de Tenerife, donde estudia Magisterio, y, años después, comienza su actividad literaria con artículos en revistas y diarios locales. Pertenece a la Generación del 27, cuya trayectoria literaria, al igual que sus vivencias personales, se ve influenciada por dos grandes etapas y por una intensa actividad política relacionada con la historia de España, una historia marcada por persecuciones fruto de su espíritu revolucionario del lado de los más desfavorecidos y en contra de la falta de libertad.
Durante la primera etapa, concretamente la década de los años 20, se publican sus primeros poemas en el diario “Gaceta de Tenerife” de corte nacional-católico. Desde 1926 hasta 1928, publica en la revista “Hespéridas” su primera obra de relevancia, “Líquenes” (1928), en la que conviven la huella del ultraísmo con el predominio de los metros tradicionales de la lírica española.Después de publicar su primera obra, en los años 30 despliega una importante actividad política como militante del PSOE y participa en las elecciones municipales de abril de ese año. Cabe destacar que en 1934 publica el poemario “Transparencias fugadas”, que ahonda en la visión vanguardista ya apuntada anteriormente, y “La rodilla en el agua” entre 1934 y 1935. Precisamente en 1935, la revista “Gaceta de Arte» cuyo fundador es Pedro García Cabrera, edita el segundo número y primero en España (el primero fue en Francia con André Bretón y Benjamín Péret) del Boletín Internacional del surrealismo donde expresa su compromiso con este movimiento, de manera que llega a publicar en 1936 la obra “Dársenas con despertadores”.De la década de los 40, podemos destacar varias de sus obras que no llegaron a ser publicadas por diferentes motivos políticos, como “Romancero cautivo” (1936-1940), “Hombros de ausencia” (1942-1944) y “Viaje al interior de tu voz” (1946).La segunda etapa de su producción literaria, situada entre 1950-1881, se caracteriza por ser una poesía social, de rehumanización, en la que está presente la visión del paisaje y la búsqueda de una identidad, y donde el poeta se considera portavoz de la gente de la calle. Con un tono reivindicativo y con un lenguaje claro y directo sin sutilezas estéticas, se basa en temas como la solidaridad, la represión política y la lucha por la libertad, es decir, que en general prevalece en ella la preocupación por España.En “un día habrá una isla”, Pedro García Cabrera busca con ansias la libertad, la esperanza. Desea y afirma, al mismo tiempo, que un día llegará la libertad y no solo sino para compartirlo con los demás, que la encontrará con la ayuda de todos. Por tanto, en el poema podemos ver también el tema de la solidaridad, que es compartida, y la soledad, la búsqueda de su propia identidad, la lucha consigo mismo: “solo no estoy”. Todo ello está representado a través de un tema recurrente: el mar. El mar sirve como elemento de comunicación entre los pueblos, ya que aparece como personificación de la total libertad, de la satisfacción de las necesidades elementales asociadas a ella y como símbolo de la solidaridad y de la falta de libertad. En Pedro García Cabrera, sobre todo, el mar cobra el sentido del dolor y sufrimiento que provoca lejanía, es el símbolo de la angustia humana.El autor, mediante el “sea”, comienza afirmando que se conseguirá la libertad con el esfuerzo de todos, si todos tomamos la decisión de esforzarnos y luchar por alcanzarla. Se varía el deseo con la certidumbre, por lo que podríamos considerar que ese día llegará pero que él no lo conocerá, y que el poeta junto con los de su generación deben de preparar el terreno, preparar las bases para las futuras generaciones, que son las que tendrán la oportunidad de disfrutar de ese día. En definitiva, en el poema se ve claramente ese deseo compartido, existencia de un corazón generoso y solidario como el del poeta, cuyo deseo, al final de su vida, se hace realidad. Gracias a él y a los de su generación, podemos disfrutar a día de hoy de todas las libertades que conceden dignidad al ser humano.Se trata de un texto lírico ya que el poeta crea una voz poética, el “yo lírico”, y expresa el mundo subjetivo – sentimientos, emociones, sensaciones- y sus preocupaciones: las islas y sus gentes, en el día a día, con su trabajo o falta de trabajo, con su sufrimiento.. y el paisaje. Es, además, breve, puesto que se da en él una condensación de las ideas, mediante palabras o conceptos generales y abstractos más que concretos. La función del lenguaje predominante es la poética puesto que el texto también se caracteriza por una mayor libertad expresiva con abundantes elementos retóricos y desvíos del normal uso del lenguaje, con una finalidad artística.El poema es una estrofa, concretamente una silva, en la que se combinan 18 versos de 7 y 11 sílabas, heptasílabos y endecasílabos, de rima asonante, lo que ayuda al poeta a expresar mejor su sentimiento hacia su tierra y sus gentes.En el texto se manifiesta la subjetividad de la que está cargado el “yo poético”, mediante el uso de las primeras personas, como por ejemplo “que me entierren”, de adjetivos valorativos: “solo”, “amordazado”, “carne viva”; o de verbos que se relacionan con lo subjetivo, como “mis palabras se liberen”. Y tiempos verbales que expresan deseo o posibilidad del sueño o ilusión, como el presente del subjuntivo: “se liberen” o “partan”; o el uso del futuro: “habrá una isla…”.También se manifiesta la emotividad del poema, mediante el uso de oraciones afirmativas remarcadas con un “que” enfático, reforzado, además, por la elipsis: (verso
3), o la antítesis: (verso 15) y (verso 12).. sentimientos contrarios que provocan la rabia e impotencia de una realidad injusta y en desequilibrio.Podemos ver la presencia de elementos sensoriales, en gradación ascendente, que ayudan a expresar dichos sentimientos o emociones: “silencio”, “rumores”; elementos de la naturaleza, como “isla”, símbolo de lo que perdura, de lo que motiva y duele; y elementos rítmicos, que también contribuyen al ritmo y musicalidad, mediante la repetición de palabras: anáforas y estructuras sintácticas paralelísticas, como (verso 8)/(verso 10) y la repetición de versos como el del principio y final del poema: (verso 2).Con respecto a las figuras retóricas, que nos hablan del tema, podemos ver numerosas metáforas que expresan el sufrimiento y el dolor, como “herida”, “tormenta”, “carne viva”, expresión del padecimiento tanto físico como del alma. También hay otra metáfora: “partan su pan”, con la que se hace referencia a la humildad, sencillez y escasez, a todos aquellos que se ganan la vida con el esfuerzo diario, a toda la gente trabajadora. Se emplean las metonimias, como “isla” en lugar de sus habitantes, y “manos de esperanza”, refiriéndose a la esperanza de un futuro mejor. La enumeración también es un recurso que usa el poeta para especificar o concretar a ese grupo o “todos”, como podemos ver en el verso 5: (exponer verso) (catáfora), o (verso 8 y 9); de manera que denuncia las injusticias e intenta transformar la sociedad. Asimismo se debe mencionar el hipérbaton, como por ejemplo (verso 16), que remarca ese deseo y voluntad colectiva de Pedro García Cabrera; y el encabalgamiento entre los versos: 1-2; 4-5; y 17-18; que atenúa el sentimiento de rabia con la esperanza de un futuro mejor, más conciliador, más humano.Puesto que la isla es la esperanza del autor, y éste cree necesaria la solidaridad, la participación de todos para terminar con la injusticia-falta de libertad- que afecta a “todos”, hace uso de un gran y único campo semántico, compuesto por palabras como “libertad”, “esperanza”, “horizonte”, “isla”, “orillas” o “rumbo”.
García Cabrera. Este articulista, ensayista y contador de historias, además de escritor, nace en La Gomera en el año 1905, aunque decide vivir finalmente en Santa Cruz de Tenerife, donde estudia Magisterio, y, años después, comienza su actividad literaria con artículos en revistas y diarios locales. Pertenece a la Generación del 27, cuya trayectoria literaria, al igual que sus vivencias personales, se ve influenciada por dos grandes etapas y por una intensa actividad política relacionada con la historia de España, una historia marcada por persecuciones fruto de su espíritu revolucionario del lado de los más desfavorecidos y en contra de la falta de libertad.
Durante la primera etapa, concretamente la década de los años 20, se publican sus primeros poemas en el diario “Gaceta de Tenerife” de corte nacional-católico. Desde 1926 hasta 1928, publica en la revista “Hespéridas” su primera obra de relevancia, “Líquenes” (1928), en la que conviven la huella del ultraísmo con el predominio de los metros tradicionales de la lírica española.Después de publicar su primera obra, en los años 30 despliega una importante actividad política como militante del PSOE y participa en las elecciones municipales de abril de ese año. Cabe destacar que en 1934 publica el poemario “Transparencias fugadas”, que ahonda en la visión vanguardista ya apuntada anteriormente, y “La rodilla en el agua” entre 1934 y 1935. Precisamente en 1935, la revista “Gaceta de Arte» cuyo fundador es Pedro García Cabrera, edita el segundo número y primero en España (el primero fue en Francia con André Bretón y Benjamín Péret) del Boletín Internacional del surrealismo donde expresa su compromiso con este movimiento, de manera que llega a publicar en 1936 la obra “Dársenas con despertadores”.De la década de los 40, podemos destacar varias de sus obras que no llegaron a ser publicadas por diferentes motivos políticos, como “Romancero cautivo” (1936-1940), “Hombros de ausencia” (1942-1944) y “Viaje al interior de tu voz” (1946).La segunda etapa de su producción literaria, situada entre 1950-1881, se caracteriza por ser una poesía social, de rehumanización, en la que está presente la visión del paisaje y la búsqueda de una identidad, y donde el poeta se considera portavoz de la gente de la calle. Con un tono reivindicativo y con un lenguaje claro y directo sin sutilezas estéticas, se basa en temas como la solidaridad, la represión política y la lucha por la libertad, es decir, que en general prevalece en ella la preocupación por España.En “un día habrá una isla”, Pedro García Cabrera busca con ansias la libertad, la esperanza. Desea y afirma, al mismo tiempo, que un día llegará la libertad y no solo sino para compartirlo con los demás, que la encontrará con la ayuda de todos. Por tanto, en el poema podemos ver también el tema de la solidaridad, que es compartida, y la soledad, la búsqueda de su propia identidad, la lucha consigo mismo: “solo no estoy”. Todo ello está representado a través de un tema recurrente: el mar. El mar sirve como elemento de comunicación entre los pueblos, ya que aparece como personificación de la total libertad, de la satisfacción de las necesidades elementales asociadas a ella y como símbolo de la solidaridad y de la falta de libertad. En Pedro García Cabrera, sobre todo, el mar cobra el sentido del dolor y sufrimiento que provoca lejanía, es el símbolo de la angustia humana.El autor, mediante el “sea”, comienza afirmando que se conseguirá la libertad con el esfuerzo de todos, si todos tomamos la decisión de esforzarnos y luchar por alcanzarla. Se varía el deseo con la certidumbre, por lo que podríamos considerar que ese día llegará pero que él no lo conocerá, y que el poeta junto con los de su generación deben de preparar el terreno, preparar las bases para las futuras generaciones, que son las que tendrán la oportunidad de disfrutar de ese día. En definitiva, en el poema se ve claramente ese deseo compartido, existencia de un corazón generoso y solidario como el del poeta, cuyo deseo, al final de su vida, se hace realidad. Gracias a él y a los de su generación, podemos disfrutar a día de hoy de todas las libertades que conceden dignidad al ser humano.Se trata de un texto lírico ya que el poeta crea una voz poética, el “yo lírico”, y expresa el mundo subjetivo – sentimientos, emociones, sensaciones- y sus preocupaciones: las islas y sus gentes, en el día a día, con su trabajo o falta de trabajo, con su sufrimiento.. y el paisaje. Es, además, breve, puesto que se da en él una condensación de las ideas, mediante palabras o conceptos generales y abstractos más que concretos. La función del lenguaje predominante es la poética puesto que el texto también se caracteriza por una mayor libertad expresiva con abundantes elementos retóricos y desvíos del normal uso del lenguaje, con una finalidad artística.El poema es una estrofa, concretamente una silva, en la que se combinan 18 versos de 7 y 11 sílabas, heptasílabos y endecasílabos, de rima asonante, lo que ayuda al poeta a expresar mejor su sentimiento hacia su tierra y sus gentes.En el texto se manifiesta la subjetividad de la que está cargado el “yo poético”, mediante el uso de las primeras personas, como por ejemplo “que me entierren”, de adjetivos valorativos: “solo”, “amordazado”, “carne viva”; o de verbos que se relacionan con lo subjetivo, como “mis palabras se liberen”. Y tiempos verbales que expresan deseo o posibilidad del sueño o ilusión, como el presente del subjuntivo: “se liberen” o “partan”; o el uso del futuro: “habrá una isla…”.También se manifiesta la emotividad del poema, mediante el uso de oraciones afirmativas remarcadas con un “que” enfático, reforzado, además, por la elipsis: (verso
3), o la antítesis: (verso 15) y (verso 12).. sentimientos contrarios que provocan la rabia e impotencia de una realidad injusta y en desequilibrio.Podemos ver la presencia de elementos sensoriales, en gradación ascendente, que ayudan a expresar dichos sentimientos o emociones: “silencio”, “rumores”; elementos de la naturaleza, como “isla”, símbolo de lo que perdura, de lo que motiva y duele; y elementos rítmicos, que también contribuyen al ritmo y musicalidad, mediante la repetición de palabras: anáforas y estructuras sintácticas paralelísticas, como (verso 8)/(verso 10) y la repetición de versos como el del principio y final del poema: (verso 2).Con respecto a las figuras retóricas, que nos hablan del tema, podemos ver numerosas metáforas que expresan el sufrimiento y el dolor, como “herida”, “tormenta”, “carne viva”, expresión del padecimiento tanto físico como del alma. También hay otra metáfora: “partan su pan”, con la que se hace referencia a la humildad, sencillez y escasez, a todos aquellos que se ganan la vida con el esfuerzo diario, a toda la gente trabajadora. Se emplean las metonimias, como “isla” en lugar de sus habitantes, y “manos de esperanza”, refiriéndose a la esperanza de un futuro mejor. La enumeración también es un recurso que usa el poeta para especificar o concretar a ese grupo o “todos”, como podemos ver en el verso 5: (exponer verso) (catáfora), o (verso 8 y 9); de manera que denuncia las injusticias e intenta transformar la sociedad. Asimismo se debe mencionar el hipérbaton, como por ejemplo (verso 16), que remarca ese deseo y voluntad colectiva de Pedro García Cabrera; y el encabalgamiento entre los versos: 1-2; 4-5; y 17-18; que atenúa el sentimiento de rabia con la esperanza de un futuro mejor, más conciliador, más humano.Puesto que la isla es la esperanza del autor, y éste cree necesaria la solidaridad, la participación de todos para terminar con la injusticia-falta de libertad- que afecta a “todos”, hace uso de un gran y único campo semántico, compuesto por palabras como “libertad”, “esperanza”, “horizonte”, “isla”, “orillas” o “rumbo”.