Elegía a Ramón Sijé
Este poema pertenece a Miguel Hernández, poeta humilde y autodidacta de Orihuela (Alicante). El texto puede encuadrar-se en su etapa de plenitud y pertenece al libro el rayo que no cesa, comenzado en 1934 y que se publicó en 1936. En este libro se consolidó el gran tríptico temático del poeta: la vida, el amor y la muerte.
El libro se compone sobretodo de sonetos y junto a ellos esta impresionante elegía que ha sido considerada como uno de los más altos poemas de amistad escritos entre nosotros. Miguel Hernández es un poeta de transición por lo que ha sido incluido tanto en la generación del 27, como en la generación del 36. El texto tiene como núcleo temático la alabanza del amigo muerto y el dolor por esa muerte. Aparecen subtemas como el entorno natural, el dolor y la rebeldía del poeta, la fraternidad o el posible retorno del amigo convertido en naturaleza. En un primer momento el poeta desea resucitar el cuerpo muerto del amigo; El dolor y el desconcierto por la inesperada muerte de Ramón Sijé Provocan una actitud de ira y rebeldía para finalizar con la esperanza por el posible retorno del amigo. El texto consta de 49 versos divididos en 16 estrofas, las 15 primeras son tercetos encadenados, versos endecasílabos y rima consonante. La última estrofa es un serventesio formado por 4 versos endecasílabos. Temáticamente podemos estructurar el poema en 3 partes, la primera parte comprende estrofas 1-7 en las que se expresa el dolor ante la temprana muerte de amigo. La segunda va de las estrofas 8-11 donde se nos habla se la rabia y rebeldía del poeta hacia la muerte asesina que aparece personificada. La tercera parte comprende las estrofas 12-16 donde se habla de la esperanza ante el retorno del amigo convertido en naturaleza. El poema empieza con una imagen del hortelano que alimenta la tierra con los restos del amigo muerto. Esta imagen comprende las tres primeras estrofas. Además la composición se inicia con el pronombre personal «yo» que anticipa tanto el contenido subjetivo e intimista del texto como el protagonismo dentro del poema del propio Miguel Hernández, protagonismo que comparte con su amigo Ramón Sijé. También el poema
empieza con una acumulación de formas verbales («quiero ser llorando») que de mantendrá a lo largo del poema adoptando pues un estilo verbal y esencial. La imagen se cierra con una hipérbole que magnifica el dolor del poeta («tanto dolor… Me duele hasta el aliento»). Las imágenes enumeradas en la 4ta estrofa nos habla también de la temprana muerte del amigo, una muerte brutal e imprevisible («un manotazo duro, un golpe helado…»). El campo léxico-semántico del entorno natural presente en todo el poema de hace aún más fúnebre en la 6ta estrofa («ando sobre rastrojos de difuntos»), dónde los rastrojos nos hablan de esos residuos, de esos despojos en los que se ha convertido su amigo muerto. La soledad y el desamparo del poeta. En este desamparo del poeta hay un desvalimiento físico («sin calor») y psíquico («sin consuelo»). En la 7a estrofa con la anáfora y la aliteración (temprano, muerte, madrugó, madrugada) se resalta de nuevo la temprana muerte del amigo. En el 8o terceto se inicia un proceso de rebeldía y se potencia la emotividad mediante la anáfora y el paralelismo (» no perdono…»). La idea de la muerte enamorada que se lleva al enamorado es un motivo típico del romancero. Esta muerte se contrapone a la vida «desatenta» ya que no ha conseguido mantener con vida a Ramón Sijé. Los siguientes 3 tercetos suponen la continuación de esta rebeldía que adquiere rasgos de locura y violencia y que convierte la naturaleza en un escenario de terror. Se inicia con la imagen de las manos del poeta levantando una tormenta de «piedras, rayos y hachas». La adjetivación (» estridentes», «hambrientas») se amolda al paroxismo del poeta. A partir del verso 28 el poeta se transforma en un animal alocado que escarba la tierra con los dientes hasta conseguir encontrar el cadáver del amigo. La idea de profundización llega a su máxima escenificación gracias al empleo del infinitivo «minar» cuando el poeta encuentra el amigo, cambia el tono que pasa a ser afectivo («besarte la noble calavera») y la progresión emotiva, la rebeldía y las connotaciones de violencia cesan a partir del verso 34. El eje temático de las 5 últimas estrofas es la esperanza por parte del poeta del posible retorno a la vida del amigo. Esto justifica el uso del futuro verbal («volverás, alegrarás…»). El verso 36 se inicia con un neologismo («pajareará») término que tiene claras connotaciones del movimiento y de la libertad del alma del amigo el cual regresa transformado en naturaleza tal como de expresa en diferentes imágenes: «arroyo de las rejas», «disputando tu novia y las abejas», «campo de almendras espumosas». La última estrofa es un requerimiento a Ramón Sijé consecuente con el deseo del regreso que manifiesta el poeta. Aparece de nuevo la naturaleza poetizada, con el mantenimiento del blanco que simboliza la vida y alguna imagen vanguardista como la del » almendro de nata». La epanadiplosis destaca el compañerismo y el amor hacia el amigo