Claves de la Literatura Española del Siglo XX: Unamuno, Buero Vallejo, Sanchis Sinisterra y la Novela de Posguerra

Valoración Crítica de San Manuel Bueno, mártir

Obra escrita por Miguel de Unamuno, integrante de la llamada Generación del 98 y publicada en 1931. Es una novela en la que se reflejan los problemas existenciales que asediaban a su autor, marcados por un deseo infinito de ser creyente y, a la vez, la imposibilidad de serlo, generándose lo que él mismo llamó “un hambre de Dios”. Por tanto, el protagonista de la obra, Don Manuel, un cura que ha perdido la fe pero que lo disimula por el bien de su pueblo (Valverde de Lucerna), por lo que se le retrata como “nuestro santo”, sería el reflejo del propio Unamuno.

Los otros dos personajes principales son Ángela, la narradora-testigo, y Lázaro, su hermano. Ambos serían la encarnación y el producto del contexto histórico en el que nace la obra. Los integrantes de la Generación del 98 estaban muy preocupados por la situación de España: depauperada, atrasada tecnológicamente y con unos índices de analfabetismo dramáticos.

Así, Ángela y el resto de habitantes de Valverde de Lucerna representarían a esa España tradicional. No juzgan ni se plantean inquietudes, tan solo siguen a pies juntillas los dictados que les han sido dados. Lázaro, en cambio, sería la mente progresista que llega con aires renovadores del extranjero y con ganas de luchar por el cambio del país. Por eso, lo primero que hace es mandar a Ángela al colegio, aunque a su pesar fuese católico, ya que la educación sería el motor del cambio nacional. En la España de ese momento, bajo la dictadura de Primo de Rivera, la educación, casi en su totalidad, era de carácter religioso, mientras que los intelectuales vinculados al Regeneracionismo apostaban por una educación de tipo krausista, que en España se materializó en la Institución Libre de Enseñanza y en la persona de Francisco Giner de los Ríos.

Lázaro intenta que su madre y su hermana se trasladen a la ciudad, ya que él mismo dice: “En la aldea se entontece, se embrutece y se empobrece uno”, “Civilización es lo contrario de ruralización”, “(…) ¡Y luego el campo! ¡el campo! Este campo feudal”. Sin embargo, en ellas pervive el alma anquilosada de la tradición del “viejo mundo”.

De esta manera, se puede concluir que San Manuel Bueno, mártir, además de una bellísima y delicada novela filosófica cargada de simbolismo, es un retrato de la España decadente y en proceso de desintegración, fusionado con el agónico y desesperanzado sentimiento de su autor.


La Novela Española de 1939 a 1975

La novela española de este periodo refleja las consecuencias de la Guerra Civil y la dictadura franquista, evolucionando en paralelo a los cambios sociales, políticos y económicos. Se suele dividir en cuatro etapas principales:

  • Años 40: Posguerra y existencialismo.
  • Años 50: Novela social y objetivismo.
  • Años 60: Experimentalismo narrativo.
  • Años 70: Radicalización experimental.

Años 40: La Posguerra y el Existencialismo

Contexto marcado por el aislamiento internacional, la represión política y la pobreza. Destacan dos perspectivas narrativas:

  • Novelas ideológicas: Defienden el régimen franquista. Ejemplo: Javier Mariño (Gonzalo Torrente Ballester).
  • Novelas existencialistas: Ofrecen una visión crítica desde la perspectiva de los vencidos, abordando temas como el desarraigo y la angustia. Obras clave: Nada (Carmen Laforet) y La sombra del ciprés es alargada (Miguel Delibes).

Exilio

Autores en el exilio como Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español) exploran el trauma bélico y el destierro.

Tremendismo

Iniciado con La familia de Pascual Duarte (Camilo José Cela, 1942). Sus características principales son:

  • Realismo crudo y explícito.
  • Presencia de violencia.
  • Personajes marginales y desarraigados.
  • Narración frecuente en primera persona.
  • Influencia del determinismo naturalista.
  • Estilo heredero de la picaresca.

Años 50: Novela Social y Objetivismo

Contexto de apertura económica moderada y surgimiento de la Generación del medio siglo, enfocada en denunciar injusticias sociales.

Características del Objetivismo:

  • Narrador impersonal y distante (técnica behaviorista).
  • Predominio de diálogos coloquiales.
  • Protagonismo colectivo (ej.: clases obreras, grupos sociales).
  • Espacios reducidos y concretos.
  • Temas centrales: pobreza, alienación, monotonía y desigualdades sociales.

Obras Clave:

  • La Colmena (Cela): Presenta una estructura fragmentaria, multiplicidad de personajes y ausencia de final definido.
  • El camino (Delibes): Retrato del mundo rural con un estilo sobrio y lenguaje preciso.
  • El Jarama (Rafael Sánchez Ferlosio): Máximo exponente de la técnica behaviorista, reproduciendo objetivamente diálogos y acciones durante un día.

Otros autores relevantes: Ignacio Aldecoa (El fulgor y la sangre), Luis Goytisolo (Las afueras), Ana María Matute.

Años 60: Experimentalismo Narrativo

Contexto de desarrollo económico (industrialización, turismo) y cierta relajación de la censura, lo que permite la llegada de influencias extranjeras (ej.: Faulkner, Joyce, Proust, Kafka).

Innovaciones Técnicas:

  • Multiperspectivismo: La realidad se presenta desde varios puntos de vista.
  • Ruptura cronológica: Alteración del orden temporal (flashbacks, flashforwards).
  • Monólogo interior: Exploración de la conciencia de los personajes.
  • Uso de collages textuales, mezcla de estilos y registros.
  • Protagonistas complejos y conflictivos.
  • Menor interés por la trama argumental tradicional.

Obras Clave:

  • Tiempo de silencio (Luis Martín Santos): Obra fundamental que marca el inicio de esta etapa, con fuerte carga simbólica y crítica social.
  • Cinco horas con Mario (Delibes): Extenso monólogo interior de una viuda frente al cadáver de su marido.
  • Señas de identidad (Juan Goytisolo): Reflexión sobre la identidad española y personal a través de técnicas experimentales.
  • San Camilo, 1936 (Cela) y Volverás a Región (Juan Benet): Ejemplos de experimentación formal más acusada.

Años 70: Radicalización Experimental

Contexto de agotamiento del modelo experimental anterior, que deriva en obras a menudo herméticas y minoritarias.

Características:

  • Desestructuración total de la narración.
  • Juegos metaliterarios (la novela reflexiona sobre sí misma).
  • Uso de la parodia y la fragmentación extrema.
  • Pérdida de conexión con el público general en algunos casos.

Obras Clave:

  • Si te dicen que caí (Juan Marsé): Mezcla compleja de realidad y ficción, memoria e invención.
  • La saga/fuga de J.B. (Torrente Ballester): Combina experimentalismo moderado con humor e imaginación.

Valoración Crítica de la Obra ¡Ay, Carmela!

¡Ay, Carmela! es una obra teatral escrita por José Sanchis Sinisterra en 1986. Nos ofrece la historia de la última actuación de la compañía “Carmela y Paulino, variedades a lo fino”, cuyos integrantes se ven obligados a representar su espectáculo, en condiciones denigrantes, ante el bando nacional durante la Guerra Civil Española. El espectáculo incluye una parodia burlesca contra la República, un número ideado para humillar a los prisioneros republicanos que asisten forzosamente, y que acabará desencadenando la tragedia. Carmela es fusilada por su acto de rebeldía digna, y Paulino queda solo, sin más consuelo que emborracharse y recibir las visitas del espíritu de Carmela.

Esta obra es un producto del período histórico en el que se ambienta, ya desde su título, tomado del estribillo de una famosa y popular canción del ejército republicano, El paso del Ebro, alusiva a aquella terrible batalla (con cuyo estribillo abre la obra Paulino: “Pero nada pueden las bombas, rumba, la rumba, la rumba va…”). Al igual que le pasó a miles de ciudadanos españoles, los protagonistas se ven abocados a un destino fatal por unas circunstancias políticas que les son ajenas. Carmela no muere por ideología política directa, sino reclamando su propia dignidad y la de los prisioneros. Paulino es la representación de la supervivencia a través de la humillación, ya que se somete a las exigencias del poder y a las sogas con las que el miedo inmoviliza (Carmela le reprocha: “Afónico, sí… eso es lo que te pasa: que te quedas afónico en cuanto hay que pelear por algo”). No podemos olvidar que Franco recibió en aquellos momentos la ayuda decisiva del nazismo alemán de Hitler y del fascismo italiano de Mussolini; precisamente, un teniente italiano fascista será el que obligue a llevar a cabo la representación a Paulino y Carmela.

A pesar de los años transcurridos desde el conflicto bélico, pese a haberse conseguido instaurar la democracia en el país y estar atravesando el período de la Transición, la memoria histórica sigue presente, y la idea de las “dos Españas” continúa perturbando los pensamientos de los artistas. No parece casual que la obra se organice en torno a dualidades que tocan todos los aspectos:

  • La estructura: dividida en dos actos y un epílogo.
  • El argumento: la supervivencia frente a la dignidad y la humillación.
  • El tiempo: se juega con el presente de Paulino y el pasado a través de la técnica del flashback, a partir de los recuerdos de Paulino y la presencia fantasmal y metafórica de la Carmela muerta.
  • El espacio: donde se confunde lo vivo y lo muerto, el escenario real y el escenario de la memoria.
  • Los personajes: Carmela (dignidad, impulso vital) y Paulino (miedo, supervivencia), y hasta el propio público dentro de la obra (nacionales y republicanos).

Todo ello se articula empleando el recurso del metateatro (teatro dentro del teatro), cuyo efecto aumenta con referencias a otros autores, por ejemplo, César Vallejo, e incluso algunos convertidos en personajes, como Federico García Lorca (P: ¿Federico García Lorca?. C: Ese mismo. P: ¡Caray! García Lorca. ¿Y ha estado allí contigo? C: Conmigo, sí, allí en la cola.”).

A modo de conclusión, diremos que, aunque desde el punto de vista del contexto bélico la obra pueda parecer lejana (demodé), en cuanto a su valor simbólico tiene perfecta vigencia. Carmela es víctima y símbolo de lo que el poder brutal ejecuta contra todo aquel que se rebela. La obra conjuga magistralmente lo vulgar y lo sublime, la ternura y el patetismo, el humor (hecho de equívocos y dobles sentidos) y una buena dosis de ironía inteligente.


Valoración Crítica de Historia de una escalera

Historia de una escalera fue la primera obra estrenada de Antonio Buero Vallejo, en 1949. Aunque influida por el ambiente de la novela y la poesía social de posguerra, la obra no pertenece estrictamente a esta corriente. Lo que el dramaturgo plantea es un teatro realista que no renuncia al simbolismo, sorteando así la censura franquista para tratar temas como las consecuencias de la Guerra Civil, la lucha de clases, la imposibilidad de ascender social y económicamente, el frustrante paso del tiempo, el amor insatisfecho y la herencia de fracasos entre generaciones. Buero busca hacer reflexionar al espectador sobre estos temas universales y trascendentes, abordándolos desde la recreación de la vida cotidiana de una comunidad de vecinos.

Argumento y Personajes

La obra se centra en una comunidad de vecinos de clase modesta, compuesta por cuatro familias, a lo largo de treinta años. Los hijos llevan el peso de la historia, especialmente cuatro: Fernando, Urbano, Carmina y Elvira.

  • Fernando, que trabaja en una papelería, cree en el esfuerzo individual para progresar, pero carece de voluntad.
  • Urbano, obrero y sindicalista, cree en la fuerza del grupo y la lucha colectiva, simbolizando la conciencia de clase obrera.

Ambos están enamorados de Carmina, pero sólo Fernando es correspondido inicialmente. Éste le confiesa su amor en una escena clave, prometiéndole un ascenso social que nunca llegará. Finalmente, Fernando se casa por interés con Elvira, cuya familia está más desahogada económicamente. Carmina, por su parte, se casa con Urbano, ante el temor de quedarse sola y sin sustento económico tras la muerte de su padre.

Estructura y Temas

Años después, la relación amorosa incipiente entre Carmina hija (de Urbano y Carmina) y Fernando hijo (de Elvira y Fernando) será el detonante para una fuerte discusión entre sus padres. En ella, certifican su fracaso vital con las amargas palabras de Urbano, quien hace notar cómo siguen amarrados a la escalera, sin poder escapar de ella. Este fracaso generacional es uno de los motivos centrales que articulan la obra, junto con el implacable paso del tiempo.

La obra, por ello, no sigue una estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace, sino una estructura cíclica o circular. Termina con la conversación entre Fernando hijo y Carmina hija, enamorados pese a la oposición de sus padres, en la que repiten casi las mismas palabras que, treinta años atrás y en el mismo lugar (el descansillo de la escalera), se dijeran Fernando padre y Carmina madre. Estos observan la conversación como si se miraran en un espejo que les devuelve una imagen dolorosa de su propia juventud frustrada. El final abierto, sin embargo, proporciona una cierta e incierta esperanza: el círculo se cierra para volverse a abrir, quizá, esta vez sí, para romperse.

Crítica Social y Simbolismo

A través de la tortuosa relación sentimental de Rosa y Pepe (amantes pero no casados), se observa la moral retrógrada de la sociedad. A pesar de ser Rosa la maltratada, es a ella a quien cuestionan por no haber conseguido que Pepe se case con ella y por haber accedido a vivir con él sin pasar por el altar.

La crítica social a las clases acomodadas e insolidarias se hace patente a través de los nuevos inquilinos que llegan al edificio al final de la obra. Estos miran con desprecio a los antiguos vecinos que no pueden afrontar reformas en el edificio (como instalar un ascensor) y les parecen un verdadero lastre para el progreso y su bienestar personal.

El espacio simbólico de la escalera (inmovilismo, paso del tiempo, microcosmos social), las referencias a la cultura popular (el cuento de la lechera como símbolo de sueños irrealizables) y la mitología griega establecen distintos planos de significado para una obra compleja. Sin embargo, no presenta dificultades de comprensión para el espectador, gracias también a un estilo y un lenguaje sencillo y realista. Buero Vallejo busca la participación activa del espectador, su reflexión y su identificación con los personajes, y desde luego, lo consigue con maestría.

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