Argumento
Esta obra nos permite reflexionar y entender cómo era la mentalidad de la gente durante la posguerra y la difícil situación en la que se encontraba. Nos encontramos ante una novela en la que Carmen Sotillo, nuestra protagonista, acaba de perder a su marido, Mario. Éste, sin embargo, no parece que esté muerto, algo que enorgullece a Carmen.
La novela comienza con el velatorio familiar, donde tienen lugar visitas de familiares y amigos, quienes exageran sus sentimientos. Esto se observa sobre todo en Encarna, la cuñada de Mario, quien hizo un escándalo. Carmen estaba convencida de que la razón de dicho escándalo era que Encarna fue la amante de Mario, aunque tampoco podía asegurarlo, debido a la falta de comunicación que había existido entre ambos esposos.
Después del velatorio, el relato se centra en Carmen, quien, con la intención de pasar las últimas horas con Mario, frente al cadáver, recuerda su pasado juntos. Aquí empieza un desordenado monólogo, cargado de emotividad, lamentos y reproches, en el que Carmen va recuperando recuerdos, contando hechos y vivencias con Mario, y se da cuenta de los errores que ha cometido y de la frustración que le ha supuesto el matrimonio, ya que Mario jamás la tenía en cuenta, destacando el espíritu contradictorio de su marido. A Carmen le hubiera gustado que Mario hubiera tenido más detalles con ella, porque no le daba importancia a cosas que para ella suponían una felicidad, como por ejemplo, un coche.
Carmen relata momentos de su vida y, paralelamente, lee párrafos subrayados por su marido, exigiendo la atención de Mario, ya muerto. La historia no sigue ningún orden lógico, ya que Carmen va hablando sin un orden, sacando un tema detrás de otro y mezclándolos. Se pueden destacar algunos hechos que Carmen repite a lo largo del libro:
- La noche de bodas: Carmen sintió una profunda humillación, ya que Mario no quiso mantener relaciones.
- La supuesta infidelidad de Mario con Encarna: Carmen estaba convencida de que Encarna iba detrás de Mario, desde que su marido, Elviro, murió.
- La desconfianza de Mario y la falta de detalles: Carmen se quejaba de la desconfianza de su marido y de que nunca le compró un coche.
- El encuentro con Paco: Carmen se encuentra con un antiguo conocido, Paco, quien le ofrece llevarla en su coche, lo que la sorprende.
- La importancia de la familia: Carmen valora mucho a su familia, al contrario que Mario.
A lo largo de la historia, Carmen se da cuenta del tipo de vida que ha llevado, lo cual la lleva a arrepentirse. De hecho, menciona varias veces que sus hijos no la oirán decir una sola palabra de Mario.
Finalmente, acaba la noche y comienza un nuevo día, donde, temprano, uno de los hijos de Carmen, Mario, va a buscarla. Éste es el capítulo final, donde narra el instante previo al funeral, cuando los empleados llegan a la casa a recoger el cadáver. Es la última despedida de Carmen y Mario.
Espacio y tiempo
La obra empieza de día, el mismo día en que se encuentra a Mario muerto en la cama. Va transcurriendo este día lleno de visitas de familiares y amigos, hasta que llega la noche en que comienza el monólogo. El tiempo que Carmen pasa velando a Mario es un tiempo lineal, en el que el tiempo evocado es el pasado de sus 23 años juntos, y el tiempo real son las cinco horas de reflexión de Carmen. Los capítulos son aproximadamente de la misma extensión, de modo que los versículos que abren cada capítulo sirven para marcar intervalos más o menos uniformes. Esto proporciona al lector, que lee con Carmen (tan desordenadamente como ella lo hace, debido a la libre asociación de ideas), la impresión de que el tiempo de la enunciación coincide con el tiempo en que transcurre la realidad y así se logra dar continuidad a la novela.
El espacio en el cual transcurre la acción es la casa de ambos. El núcleo es la habitación que fue el despacho de Mario, donde tiene lugar el monólogo, que ocupa la mayor parte de la novela.
Lenguaje
El lenguaje utilizado en la obra es sencillo y coloquial, pero al estar escrita hace unos años, hay palabras que pueden resultar desconocidas para algunos lectores. Predomina la primera persona, debido a los monólogos que hace Carmen, pero también está presente la segunda persona cuando se dirige a Mario.