despues del almuerzo
Un niño que después del ALMUERZO tenia que llevar a alguien de paseo, le iba a decir a su padre que no quería llevarlo de paseo, pero finalmente obedeció. El empezó a vestirse, con el único consuelo de que iba a estrenar zapatos amarillos, cuando salió eran las dos. Tía Encarnación le dio un beso y le dio dinero para que se comprara algo. Lo encontró y lo agarro lo mejor que pudo y salió por el patio hasta la puerta. por la mañana había llovido, el niño hacia lo posible por no mojarse los zapatos nuevos pero a él le gustaba meterse a el agua .el niño estaba acostumbrado a andar por las calles con las manos en los bolsillos del pantalón, silbando o masticando chicle pero ahora no podía, el niño rogó que se pudieran sentar en el mismo asiento ,poniéndolo a él del lado de la ventanilla para que molestara menos , pero el tren vía estaba lleno, y no había asientos dobles desocupados .el guardia se paro del lado del asiento donde lo había instalado, tuvo que hacerle señas para que le viniera a cobrar, pero mejor se levanto y le pago los boletos, primero el guardia corto un boleto y después el otro. Iba cuidándolo ya que no estaba sentado junto a él, pero cuando presintió que una señora se iba a bajar, fue al asiento, incluso empujo a una señora que también iba a bajar, y si llego a tiempo para sacarlo y permitirle a la señora que bajara en la esquina. Se bajaron en san Martin por la parte de enfrente, de pronto se sintió mareado por casi una hora de viaje, por todos los inconvenientes que tuvo que pasar primero el guardia de los boletos, después la señora que iba a bajar y por último el inspector. Fueron y se sentaron en una banca, de pronto le vino una idea dejarlo solo e irse a divertir, en una de esas se hizo el que le daba de comer a las palomas y se fue, después de remordimiento por dejarlo, le dolió el estomago, de regreso en el camión que iba vació, pensó: ¿porque lo deje solo?
viaje al fin de la noche:
Provocadora. Insultante. Nauseabunda. Cruel. Inmoral. Misántropa. Todos estos adjetivos son perfectamente aplicables a Viaje al fin de la noche, novela capital para comprender buena parte de la literatura del siglo XX, especialmente la producción francesa.
Él es, sin duda, el padre de estos nuevos pesimistas, Michel Houellebecq y Fréderic Beigdeber; y su primera novela, Viaje al fin de la noche, es su obra más representativa: jamás logró superarla.
El narrador de nuestra historia es Ferdinand Bardamu, un antihéroe al uso excepto en que éste no logra ser educado ni siquiera con el propio lector: una de las señas de identidad de la literatura de Céline es su lenguaje, directo por lo transgresor o transgresor por lo directo, que penetra en la mente del lector como una puñalada: no nos encontramos ante un elegante pero desafortunado Quijote, sino ante un colgado.
Bardamu se alista en el ejército por una especie de broma (memorable su discurso sobre el nacionalismo: «Hatajo de granujas, ¡es la guerra! -nos dicen-. Vamos a abordarlos, a esos cabrones de la patria nº2, ¡y les vamos a reventar la sesera! ¡Venga! ¡Venga! ¡A bordo hay todo lo necesario! ¡Todos a coro! Pero antes quiero veros gritar bien: «Viva la patria nº1!»».) Acaba sufriendo la estupidez de los oficiales sumergido en una soldadesca mayoritariamente cobarde. Así, es herido y vuelve a París donde, entre otras muchas peripecias, acaba compitiendo con otros para contar la aventura más absurdamente heroica y lograr así la atención del público femenino. Posteriormente, nuestro héroe viaja a las colonias francesas en África, que describe como un infierno de calor, shit, comida repugnante y más shit. Los avatares del destino le llevan a los Estados Unidos, donde persigue su particular american dream. Así el autor nos describe el trabajo industrial, con toda su magnitud de ruido y monotonía; eso sí, nos deja claras las virtudes de las americanas. De regreso a Francia, trabaja de médico aprovechando esta vez para explicarnos la mezquindad de los más desfavorecidos -como podemos ver, Céline es un narrador sin pelos en la lengua-; destaca entre estas últimas hazañas la que protagoniza su intermitentemente inseparable León Robinson, actuando de asesino a sueldo teniendo como víctima a una vieja para que su hijo y su nuera puedan alquilar la casita que ocupa.
El mundo es un lugar repugnante, parece decirnos Céline. Sin embargo, debo admitir que el feeling que parece querer transmitirnos, creo que un lector del siglo XXI lo alcanzará más fácilmente leyendo Las partículas elementales de Michel Houellebecq. Sin embargo, si tratara de evaluar algo tan abstracto como la calidad literaria debería poner por delante a nuestro antisemita protagonista de hoy.
Así, es herido y vuelve a París donde, entre otras muchas peripecias, acaba compitiendo con otros para contar la aventura más absurdamente heroica y lograr así la atención del público femenino. Posteriormente, nuestro héroe viaja a las colonias francesas en África, que describe como un infierno de calor, shit, comida repugnante y más shit. Los avatares del destino le llevan a los Estados Unidos, donde persigue su particular american dream. Así el autor nos describe el trabajo industrial, con toda su magnitud de ruido y monotonía; eso sí, nos deja claras las virtudes de las americanas. De regreso a Francia, trabaja de médico aprovechando esta vez para explicarnos la mezquindad de los más desfavorecidos -como podemos ver, Céline es un narrador sin pelos en la lengua-; destaca entre estas últimas hazañas la que protagoniza su intermitentemente inseparable León Robinson, actuando de asesino a sueldo teniendo como víctima a una vieja para que su hijo y su nuera puedan alquilar la casita que ocupa.
El mundo es un lugar repugnante, parece decirnos Céline. Sin embargo, debo admitir que el feeling que parece querer transmitirnos, creo que un lector del siglo XXI lo alcanzará más fácilmente leyendo Las partículas elementales de Michel Houellebecq. Sin embargo, si tratara de evaluar algo tan abstracto como la calidad literaria debería poner por delante a nuestro antisemita protagonista de hoy.
viaje a la noche 2
El protagonista, es un héroe de nuestro tiempo: herido en la primera guerra mundial, enamorado de una prostituta sin futuro, sobreviviendo en las colonias francesas en África, persiguiendo su particular sueño americano… Una historia capaz de llegar a lo más hondo del corazón humano.
Con Viaje al fin de la noche, Céline se situó en una posición de privilegio en las letras francesas, de la que ninguna consideración extraliteraria lograría desbancarlo. La prosa amarga y quebradiza de Céline, su característico ritmo acelerado, el lirismo descarnado con que construyó a sus personajes o la altiva mueca con que contempló la existencia son claves indispensables para comprender la literatura europea y latinoamericana actual.
muerte a credito Fue Escrita en 1936, esta obra en parte autobiográfica narra la educación de un joven difícil e inclasificable en un París que se aproxima a la Primera Guerra Mundial. Ni la estancia en Londres ni los posteriores intentos de los padres amortiguarán la tormenta de ideas y sentimientos de un protagonista que refleja un mundo disparatado y miserable.
Después de la magnífica acogida de Viaje al fin de la noche (1932), una obra renovadora de la estructura e intención de la novela que abriría las puertas a escritores como Jean-Paul Sartre, Henry Miller o Bukowski, Céline continuó desarrollando su deslumbrante y avasallador estilo en Muerte a crédito (1936), buceo fascinante y sobrecogedor, no exento de humor ácido, en los abismos del ser humano. La transposición literaria de la vida del autor en una especie de seudo autobiografía que había sorprendido a críticos y contemporáneos en su primera novela, continúa en ésta con una evocación de los años de formación del protagonista en un ambiente familiar asfixiante, sobre el fondo de un mundo disparatado, hecho de miseria y fealdad.