La Generación del 98
Características de la Generación Literaria
Los integrantes del 98 pueden ser considerados una generación literaria porque presentan los siguientes rasgos:
- Son coetáneos: Entre el más joven (Antonio Machado) y el mayor (Miguel de Unamuno) solo hay una diferencia de once años. Los demás autores que conforman esta generación son: Ángel Ganivet, Pío Baroja, José Martínez Ruiz “Azorín”, Ramiro de Maeztu y Ramón del Valle-Inclán.
- Formación intelectual semejante: Todos son fruto de las mismas influencias y tenían preocupaciones comunes; además, realizaron publicaciones conjuntas, como el conocido Manifiesto de los tres (elaborado por Azorín, Baroja y Maeztu), en el que denuncian la desorientación de la población española, sobre todo, de la juventud.
- El hecho generacional que los une es el Desastre del 98.
- Lenguaje y estilo comunes y opuestos a los de la generación anterior: Los del 98 se rebelan contra la prosa grandilocuente de finales del XIX y responden con unas obras claras, estructuradas en párrafos cortos, que utilizan mucho la oración simple, de modo que se facilite la comprensión del mensaje.
- La existencia de un jefe o guía espiritual: Unamuno.
Temática de las Obras
- La decadencia de España (el problema de España), que culmina con el Desastre del 98, va a ser analizada por estos autores: sus causas, posibles soluciones… Los autores buscan el conocimiento de España viajando por ella y describiendo lo que encuentran: pueblos, ciudades, monumentos… para intentar recrear literariamente la historia del país. Castilla será el eje del paisaje. Aunque todos los autores provienen de la periferia, coinciden en Madrid y desde aquí descubren los pueblos castellanos, los paisajes y la historia del país. Su amor y preocupación por España lo manifiestan a través de tres temas fundamentales:
- El paisaje, sobre todo, el de Castilla, símbolo de España para los de la Generación del 98.
- La historia: no les interesa la historia de los grandes hombres o acontecimientos, sino la historia del pueblo, de las personas que trabajan a diario, de “los millones de hombres sin historia”. A esto Unamuno lo denomina intrahistoria.
- La literatura: Se interesan por los autores y obras clásicos: el Poema de Mio Cid, Gonzalo de Berceo, el Arcipreste de Hita, Jorge Manrique, Fray Luis de León, Cervantes, Góngora… Entre los autores del 98 predomina la prosa para expresarse, siendo la mayoría de sus obras novelas o ensayos. No obstante, destacan tres poetas: Machado, Valle-Inclán y Unamuno.
Además de los temas anteriores, muy relacionados con la regeneración del país y el problema de España, encontramos también otros temas en sus obras:
- La vida y la muerte, el sentido de la vida y el paso del tiempo: Estas preocupaciones las encontramos, sobre todo, en Unamuno, aunque también aparecen en los otros autores.
- La religión: En este tema, los autores muestran posturas muy diferentes, desde un catolicismo tradicional (Azorín y Maeztu), hasta posturas agnósticas (Baroja) o quienes se mantienen siempre en la duda (Unamuno).
Estilo
- Como los modernistas, los hombres de la Generación del 98 sienten la necesidad de renovar el lenguaje retórico y ampuloso del siglo XIX, buscando un lenguaje sobrio y directo. Lo que importa es el contenido e intentan que este llegue al lector del modo más claro y preciso posible.
- Tienen clara voluntad de estilo: generalmente, sencillo y ágil, con preferencia por la frase corta, la coordinación y el párrafo breve.
- Utilizan un léxico rico y preciso, rescatando palabras que están en desuso (las ven como muestra de un pasado que hay que recuperar).
- Dan una visión subjetiva de la realidad, asociando el paisaje al estado de ánimo. Así, ven en Castilla el símbolo de la decadencia castellana.
- Renuevan la técnica novelística: el narrador deja de ser omnisciente, el argumento se fragmenta o se reduce (escasa acción y mucha reflexión), lo que importa no es la realidad externa, sino la repercusión que esta tiene en los personajes, marcados por la falta de voluntad y los conflictos existenciales; las descripciones de lugares y paisaje tienden a ser impresionistas, a veces con carácter simbólico, de un gran lirismo, en ocasiones; los diálogos manifiestan el desarrollo de las ideas de los personajes.
- El inicio de toda esta renovación aparece ya en 1902, año en que se publican las novelas La voluntad (Azorín), Camino de perfección (Baroja), Amor y pedagogía (Unamuno) y Sonata de otoño (Valle-Inclán).