Caracteristicas de la poesia de los años 40

 

TEMA XI: POESÍA DE POSGUERRA

El fin de la Guerra Civil española da comienzo con la dictadura del general Franco y una dura posguerra marcada por la pobreza, la censura y el exilio.
Los poetas del momento están adscritos ideológicamente a uno u otro bando.
En la poesía de los años cuarenta coinciden autores de la Generación del 27 como Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre y jóvenes de la Generación del 36 (muy variada). Todos los autores coinciden en recuperar los temas humanos: la lucha social, la religiosidad, la muerte, la incomunicación, el amor…
En los años cincuenta las circunstancias sociales y políticas empiezan a cambiar. En este contexto sociopolítico se crea la necesidad de dar testimonio de la situación de España a través de la literatura: la literatura del compromiso y auge de la poesía social.


Miguel Hernández es la figura poética de anclaje entre la Generación del 27 (estilo gongorino, sus contactos con el grupo y su compromiso político) y la del 36 (desde el punto de vista cronológico). La temática de su poesía gira en torno a: la vida y su manifestación suprema: el amor; la muerte, siempre al acecho, y el compromiso político y la lucha por la justicia social. Su estilo poético destaca por la forma auténtica y apasionada de expresar su mundo humano y doméstico. Destacan: la originalidad de sus metáforas, la utilización del colorido, el dominio de la métrica tradicional y un vocabulario poético de gran originalidad (neologismos y palabras inusuales).
Evolución de su obra en etapas ligadas a su biografía:

1ª etapa


En esta etapa destaca el estilo gongorino. Como obras más importantes: Perito en lunas y El rayo que no cesa.

2ª etapa

Viento del pueblo: escrita con un lenguaje directo y propagandístico; combina el verso libre y la métrica tradicional.

3ª etapa

En Cancionero y romancero de ausencias destacan temas como el amor, la libertad y la difícil situación de su familia, con un lenguaje intenso y depurado.
Existen dos corrientes poéticas que implican maneras diferentes de analizar y vivir:
poesía arraigada (mediante la evasión hacia lo íntimo) y desarraigada (a través del testimonio de la angustiosa situación de pobreza y malestar). A la poesía arraigada pertenecen casi todos los autores de la Generación del 36 que permanecieron en España y que se identifican con el régimen franquista, estuvieron vinculados a las revistas Garcilaso y Escorial

Sus características principales son: una visión del mundo distanciada de la realidad cotidiana del país; una religiosidad armónica en la que Dios aporta serenidad y confianza; la utilización de una métrica clásica, sobre todo el soneto (evolucionarán al verso libre) y un estilo clasicista, excesivamente formal, a veces carente de emoción.
Los poetas arraigados más relevantes son Luis Rosales (La casa encendida), Leopoldo Panero (La estancia vacía) y Dionisio Ridruejo.
La poesía desarraigada es opuesta a la corriente anterior: cultiva una línea existencialista, que expresa la desorientación y el caos de la vida humana.


Esta tendencia se caracteriza por: Un sentimiento de angustia y desesperación ante las circunstancias: Dios es la única posibilidad de salvación del hombre, por lo que se dirigen a él increpándole y mostrándole el sufrimiento del mundo; los temas muestran más apego a la realidad del momento: la muerte, la soledad, la violencia… ; el abandono del ámbito personal para dirigirse a los demás (intento de solidarizarse con los que sufren); el estilo es violento y apasionado, reflejado en un lenguaje coloquial brusco y duro, con imágenes estremecedoras y tremendistas; en la métrica se usa el verso libre y el versículo.
En esta corriente está representada por Dámaso Alonso (que publica Hijos de la ira, un grito contra la injusticia y el sufrimiento humano) y Vicente Aleixandre (autores de la Generación del 27), y poetas como Carlos Bousoño, Gabriel Celaya y Blas de Otero que evolucionarán a la poesía social. En su etapa desarraigada, Blas de Otero utiliza lenguaje tenso y violento, con continuos encabalgamientos, sobre todo en los sonetos. Escribe Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia, ambas recogidas en Ancia
A mediados de los años cincuenta surge la poesía social, alejada de los arraigados y de los desarraigados.
El poeta se convierte en un testigo de su época y utiliza su palabra para cambiar el mundo. Así, la poesía social retomará el compromiso político que iniciaron los autores del 27 y se volcarán en lo colectivo y solidario. Las características de la poesía social son: El distanciamiento de todo esteticismo llegando a estar cerca del prosaísmo; el paso del yo al nosotros (social y colectivo) en un intento de crear una conciencia solidaria y el tema de España, tratado desde una perspectiva política.
Destaca Cantos Iberos de Gabriel Celaya (concepción de la poesía como «un arma cargada de futuro») y Pido la paz y la palabra de Blas de Otero, donde utiliza un lenguaje coloquial y sencillo, para llegar a más gente. En su última etapa retoma lo íntimo, utiliza el verso libre y algunos recursos del Surrealismo. Como obra: Hojas de Madrid.
Se debe mencionar también a José Hierro, poeta que vivió en esta época, pero que resulta imposible clasificarle. Como obras más señaladas: Quinta del 42; Libro de las alucinaciones y Cuaderno de Nueva York.
En poesía, durante esta época también hay que destacar a la poesía que se desarrolló en el exilio (Luis Cernuda con Desolación de la Quimera), el Postismo y al Grupo

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