Canto I.
Martín Fierro vuelve a agarrar la guitarra ya que dice que le quedaron muchas cosas por contar: experiencias buenas y malas.
Habla de cómo se lo ve al gaucho desde el punto de vista de un habitante del pueblo. Al gaucho se lo ve como una persona ignorante, un ser que no tiene voz ni opinión.
Canto II.
Martín Fierro y Cruz siguieron con su viaje por el desierto y, de repente, se topan con unos indios en plena invasión.
Los indios toman presos a Cruz y a Fierro. Un cacique decide que no lo maten pero que los mantengas cautivos. Los tenían atados, rodeados y apuntados con lanzas durante todo el día.
Canto III.
Caracteriza al indio como un ser salvaje, vago, ignorante, audaz y vengativo.
Martín Fierro cuenta que estuvieron sin poder hablar entre ellos durante dos años; a los dos años lo dejaron vivir juntos.
Cuenta también que escaseaba la comida.
Canto IV.
Este canto completo describe la vida del indio en la tribu.
Dicen que viven para las invasiones y que todos tienen un caballo propio al que domestican a la perfección.
Habla del indio como un ser sin sentimientos, cruel, que odia la civilización y se niega a colonizarse; los trata de vagos, sucios, pobres y maltratadores de las mujeres ya que eran estas a quienes se les delegaba el trabajo.
Canto V.Este canto habla por completo de las invasiones.
Los indios varones robaban ganado y las mujeres debían cargar los cueros. Una vez que todos los de la tribu terminaban su labor, las riquezas eran repartidas por igual.
En las tribus, las mujeres hacían todo el trabajo y eran maltratadas por el hombre. Acá notablemente vemos una carácterística del Romanticismo: idealización de la mujer.
Canto VI.
El indio que hizo que no los mataran, les regaló caballos para que pudieran transportarse y cazar animales para comer.
Habla de los remedios de los indios que, aparte de ser terribles y dolorosos, no daban resultado.
Hubo una peste de viruela. Culparon a un gringo de traerla a la tribu, por esa razón, lo condenaron a muerte.
El indio que los había ayudado se enferma con esta peste y muere.
Cruz, al igual que el indio, enfermó y nunca se recuperó.
Lo último que le pidió Cruz a Fierro antes de morir fue que busque a su hijo y le diga que su padre ha muerto.
Canto VII.
Fierro se lamenta en la tumba de Cruz. Llora de soledad y de angustia.
De repente, escucha llantos y lamentos de una cautiva ensangrentada.
Canto VIII.
Fierro averiguó la historia de la cautiva:
Era viuda y tenía un hijo. Los indios habían matado a su marido.
La mujer era obligada a trabajar con su hijo atado de mano y pies, sentado a su lado llorando. Las indias que la controlaban mientras trabajaba no permitían que amamante a su bebé hasta no haber terminado con el trabajo del día.
En una situación, culpan a la cautiva de hacer brujería por la muerte de un indio y, como castigo, le quitaron a su hijo, la torturaron y luego degollaron a su hijito delante de sus pies. Como si eso fuera poco, ataron a la madre con las tripas de su bebé.
Canto IX.
El indio que vigilaba a la mujer mientras lamentaba, vio a Martín Fierro observando a su cautiva, lo que le molestó mucho y provocó que fuera a matarlo.
Ambos comenzaron a pelear. En un momento, Martín Fierro se tropieza y el indio se le tiró encima para terminar al fin con la función. Antes de que esto sucediera, la cautiva quita al indio de encima de Fierro y Fierro logra vencerlo.
Canto X.
Fierro le ofrece el caballo a la cautiva y él se queda con el caballo del indio difunto.
Luego de enterrarlo, escapan juntos.
Cabalgaron sin parar hasta llegar a las sierras, lugar donde ya no hay más indios. Allí, Fierro y la cautiva se despiden.
Canto XI.
Martín Fierro se acercó a unas estancias donde se enteró, después de 10 años cautivo, que la situación del país seguía igual; que el Juez que lo había mandado a la frontera había muerto y que ya nadie lo buscaba por la muerte de aquel moreno.
Estando en la estancia, se enteró que había una carrera a la que asistíó.
En una pulpería situada donde se encontraba la carrera, encontró a sus dos hijos, quienes le cuentas que su madre había fallecido enferma.
Canto XII – La vida del hijo mayor de Martín Fierro.
El hijo mayor de Martín Fierro padecíó tristemente no haber tenido a sus padres y haber quedado pobre y sin su hermano.
De grande, trabajó como peón en una estancia.
Un día, a un vecino del estanciero le mataron un empleado y lo culparon a él y a dos más por el asesinato. Los condenaron a ir a la cárcel.
El caso iba muy lento. Describe la penitenciaría como un infierno, muy silencioso, donde se marchitaba cualquier corazón y se sufría la soledad extrema en una tristeza contante.
Canto XIII al XIX – La vida del hijo menor de Martín Fierro.
Al 2do hijo le fue mejor que al 1ero.
Lo adoptó una tía que le brindaba todo: comida, techo, etc lo que provocaba que no trabajara y haraganeara.
Cuando la tía muere, él cobraría toda la herencia pero el Juez decidíó apropiársela a causa de que Fierro hijo era menor de edad.
Fierro quedó pobre, sin herencia y, después de un tiempo, le asignan un tutor: Don Viscacha.
Viscacha era un viejo hipócrita, ladrón, perrero, comerciante, haragán, viudo y solitario.
Lo único que tenía Viscacha que no era robado, era una carreta media desecha y un edificio sin techo que usaba para dormir.
Se decía que Viscacha era tan cruel que había matado a la esposa. Era tan cruel que hacía dormir a Fierro afuera.
Un día, borracho, comenzó a darle consejos inolvidables al joven a partir de experiencias propias hasta que se quedó dormido entre sus perros.
Viscacha se enfermó y comenzó a empeorar hasta morir.
El Alcalde y algunos vecinos fueron a encargarse del cuerpo. Una vez ahí, comenzaron a hablar sobre Viscacha intentando rescatar de él alguna virtud, pero no pudieron, sólo encontraban defectos (por ejemplo, tenía la costumbre de escupir asado para muchas personas)
Luego de revisar todas las pertenencias del viejo difunto, el Alcalde decide entregárselas al Juez, incluida la estancia que le tocaba heredar a Fierro.
Lo enterraron con una mano afuera, mano que se la comieron los perros luego de pasado un tiempo.
Fierro hijo lloraba de soledad.
Decidíó irse del rancho.
Había quedado pobre, sólo y huérfano otra vez.
Al andar a la deriva, sin rumbo, se enamoró de una viuda con la que sufríó un mal de amores.
Cuando él peor estaba con la cuestión amorosa, consultó con un adivino, quien le dijo que la viuda la había embrujado. Al practicar algunas curas que no tuvieron resultado, el adivino le aconseja alejarse de ella; por eso, decide ir a Santa Fe, donde lo reclutan para ir a la frontera.
Canto XX.
Martín Fierro e hijos siguieron celebrando aquel encuentro. De repente, entra a la pulpería un gaucho forastero quien pide unirse a la payada.
Este gaucho agarró la guitarra y comenzó a contar su historia.
Cantos XXI al XXVIII – Picardía
Era un gaucho forastero, sencillo, despilchado, huérfano y pobre. Perdíó a su madre de pequeño y a su padre nunca conocíó.
La madre se llamaba Inoscencia y por eso a él le decían Picardía.
A Picardía lo adoptó un hombre para que cuidara las ovejas pero como no lo manténía, decidíó mudarse a Santa Fe.
En Santa Fe, estaba en lo de un señor que le enseñaba a bailar. Se sentía muy a gusto allí, pero un día el señor se burló de él y se fue del lugar.
Lo adoptaron unas tías viejas que tenían como costumbre rezar día, tarde y noche sin parar. Esto no le molestaba a Picardía en un principio, pero luego de un tiempo, se hartó de la monotonía y se mudó.
Volvíó al pueblo empobrecido. Allí aprendíó a jugar a las cartas y, gracias al fraude, comenzó a ganar dinero ejerciendo este vicio.
Un día, un oficial corrupto descubríó que hacía trampa y se llevó todo lo que había ganado Picardía ese día.
En otra ocasión, se encontró con el oficial en una pulpería en la que se desafiaron mutuamente pero no llegaron a pelear ni nada parecido. El tema terminó de enredarse a causa del amor de una mujer.
A la hora de las elecciones, el oficial y Picardía se volvieron a encontrar.
El oficial criticó la elección de Picardía en voz alta, lo que hizo enfadarlo y armar lío. La policía mandó al cepo a Picardía por armar lío en época de elecciones.
Después de pocos días, comenzaron a reclutar gente para ir a la frontera. Cuando lo reclutaron a él, el oficial menciona a su padre como un bandido.
El padre de Picardía era Cruz. Picardía contó que el día que se enteró que él era hijo del sargento Cruz, sargento que sacrificó su vida por un valiente (Martín Fierro), decidíó dejar sus vicios a un lado y convertirse en mejor persona.
Fue a la frontera; la pasó mal por culpa del oficial con el que se había enfrentado. Luego de un tiempo, se hizo amigo del ayudante, quien lo sacó de las batallas para que compartieran el puesto. A el ayudante le decían bruja y nadie lo quería.
Cuenta cosas que pasaron en la frontera como el injusto reparto de raciones de comida y ropa, y otras situaciones de las cuales el gobierno y la militancia sacaban el mayor provecho posible (corrupción).
Canto XXX.
Todos siguieron festejando el reencuentro payando en la pulpería.
Un moreno entra a la pulpería y desafía con la mirada a Martín Fierro para hacer un contrapunto.
El moreno agarró una guitarra y, al tocarla un poco, ya se notaba el buen nivel que tenía para payar.
Martín Fierro y el moreno se enfrentan en un contrapunto. Un contrapunto en un desafío de improvisaciones de coplas.
Es el contrapunto, Fierro hace preguntas muy difíciles de contestas, todas relacionadas con cantos de la naturaleza.
Cuando el moreno hace sus preguntas, Fierro le contesta a la perfección.
El moreno proclama a Fierro vencedor cuando, luego de responderle todas las preguntas, le cuestiona al moreno cuáles eran las labores que se llevan a cabo en el campo en los meses de cosechas.
El moreno no sabe qué contestarle y, finalmente, lo proclama vencedor. Pero esta no era la única intención del moreno, él estaba allí también para encontrar al asesino de su hermano y vengar su muerte. El moreno resulta ser el hermano del moreno al que Fierro mató en «La ida».
Fierro termina el contrapunto ignorando la segunda intención del moreno y diciendo que él ya no busca pelea.
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Canto XXXI .
En este canto, el narrador cuenta que Fierro y 3 hijos (adopta afectivamente al hijo de Cruz como su hijo) van a la orilla de un río a charlar. Al oscurecer, se arman un colchón de pajas y duermen allí en la orilla los tres juntos.
Los despiertan al otro día el canto de los pájaros y la luz del Sol.
Antes de separarse para seguir cada uno con su vida, Martín Fierro aconseja a sus hijos.
Canto XXXII.
En este canto, Martín Fierro aconseja a los hijos. Aquí aparecen estrofas muy famosas tales como:
«Un padre que da consejos
más que un padre es un amigo,
ansí como tal les digo
que vivan con precaución:
naides sabe en qué rincón
se encuentra el que es su enemigo.»
«Los hermanos sean unidos,
porque esa es la ley primera;
tengan uníón verdadera
en cualquier tiempo que sea,
porque si entre ellos se pelean
los devoran los de ajuera.»
Habla de trabajar para ganarse el pan, de respetar a los ancianos, de que el hombre no debe dejarse gobernar por el miedo ni por la codicia, de que es una vergüenza ser ladrón, y demás valores.
Canto XXXIII.
Un narrador cuenta que los cuatro hicieron una promesa secreta y se cambiaron los nombres porque «aquel que su nombre muda, tiene culpas que esconder».
El narrador espera que estos problemas (la situación del país) se resuelvan.
Dice que la segunda parte tiene 33 cantos, edad de Cristo y máxima puntuación en el envido.