Literatura Española del Siglo XVIII: Neoclasicismo y Prerromanticismo
Juan Meléndez Valdés (1754-1817)
Su obra sintetiza las corrientes poéticas del momento: la neoclásica anacreóntica, sensual, fácil y juguetona, y la prerromántica, que recoge las preocupaciones humanitarias. Compuso anacreónticas, odas, idilios y églogas de un suave sensualismo, y también elegías y epístolas dedicadas a sus amigos y a personajes conocidos. En su segunda etapa, que recoge la influencia de Jovellanos, evoluciona hacia el prerromanticismo y escribe romances legendarios y una poesía de tema social y de tono humanitarista y sentimental. En prosa, escribió la comedia Las bodas de Camacho y el Rico y Discursos forenses, en las que expone sus ideas ilustradas.
La siguiente composición pertenece a la primera etapa de Meléndez Valdés. Ésta recoge el espíritu anacreóntico o rococó por su sensualidad, bucolismo y cierto tono de frivolidad. Las composiciones de la primera etapa suelen tratar temas menores, como el galanteo amoroso, el placer, la amistad, el vino o la mitología, lo que le da un aire pagano.
La Prosa del Siglo XVIII
En la prosa del siglo XVIII se dan las tendencias posbarroca, neoclásica y prerromántica. Pero lo más significativo es el desarrollo del ensayo, con Feijoo y Jovellanos, que emplean un nuevo lenguaje natural, preciso y funcional. En la narrativa, el novelista más representativo es Cadalso.
El ensayo es el género que alcanza un mayor desarrollo en el siglo XVIII, con autores como el eclesiástico Feijoo y el político y jurista Jovellanos. Su obra contribuyó a renovar y difundir un lenguaje más moderno y sencillo, labor que también realizaron los periódicos y revistas de divulgación, muy numerosos en la época. Por el contrario, la novela fue poco cultivada, a excepción del padre Isla y Cadalso. Como en los otros géneros, en la prosa del siglo XVIII se distinguen tres estilos:
- Prosa posbarroca: representada por Diego Torres Villarroel, con sus escritos satíricos.
- Prosa neoclásica ilustrada: logra una gran calidad en el ensayo y en la crítica de Feijoo.
- Prosa prerromántica: aparece a finales de siglo en autores que habían iniciado su obra en la estética neoclásica, como Cadalso y Jovellanos.
Fray Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764)
Es autor de numerosos ensayos didácticos, de tipo enciclopédico, que le convierten en el intelectual más importante de su tiempo. Sus obras divulgan conocimientos muy variados con el objetivo de modernizar la sociedad de su época.
José Cadalso (1742-1782)
Gran conocedor de los neoclásicos y prerrománticos, es autor de la obra narrativa más representativa de la Ilustración, Cartas marruecas. En ella, Cadalso realiza una sátira social siguiendo el planteamiento de las Cartas persas. En esas cartas, repasa y critica las costumbres, las ideas y la organización social hispánica.
Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)
Escritor y político, vivió intensamente los acontecimientos de la segunda mitad del siglo XVIII, como recogen sus Cartas y Diarios. Participó en la política reformista de Carlos III y Carlos IV como ministro. Como escritor, es un destacado representante del ensayo, género en el que trata temas muy variados. Desde su perspectiva de ilustrado, se propuso modernizar el país mediante obras como Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos. Jovellanos también escribió sátiras, epístolas y teatro en prosa. Como dramaturgo, defiende una justicia comprensiva y benévola. Su obra se acerca al prerromanticismo tanto por su tono emotivo como por su forma, pues no sigue las mismas reglas clásicas.
El Teatro en el Siglo XVIII
El teatro vivió una época convulsa en el siglo XVIII, ya que se produjeron virulentas polémicas entre los partidarios del teatro barroco y los defensores del teatro ilustrado. El dramaturgo más representativo del neoclasicismo es Leandro Fernández de Moratín. Las polémicas sobre el teatro fueron constantes durante buena parte del siglo XVIII: los ilustrados defendían un teatro didáctico y verosímil, mientras que el público aplaudía enfervorizado las obras barrocas y posbarrocas. Los ilustrados y neoclásicos rechazaban el teatro barroco de Lope y Calderón, pero sobre todo el de sus imitadores. Como en los otros géneros, en el teatro del siglo XVIII se distinguen varias corrientes:
- Teatro posbarroco: La comedia posbarroca triunfa durante la primera mitad del siglo en los escenarios y en las imprentas. Se imita sobre todo la comedia de capa y espada, así como las comedias de magia, que alcanzan una sorprendente escenografía, con encantamientos, monstruos, etc. También triunfaron los autos sacramentales y los sainetes, herencia del teatro popular barroco.
- Teatro neoclásico: A pesar de que algunos dramaturgos intentaron crear un teatro neoclásico, no tuvieron éxito. Dentro de este panorama, constituye la excepción la tragedia Raquel.
- Teatro prerromántico: En las últimas décadas del siglo XVIII, el sentimentalismo prerromántico aparece en autores que se habían iniciado en el neoclasicismo. Ejemplo de ello es Jovellanos.
Leandro Fernández de Moratín (1760-1828)
El dramaturgo más sobresaliente del teatro neoclásico es Leandro Fernández de Moratín, creador de una comedia de forma clásica y finalidad didáctica, que plantea una suave crítica de las costumbres de la época.
Destaca como autor de teatro, aunque también escribió poesía y prosa. Moratín, gran conocedor de la tradición teatral, se propuso escribir una comedia que respondiera al espíritu de su época, y consiguió llegar a un público bastante amplio siguiendo las normas más clásicas. La comedia de Moratín pretende educar a los espectadores; son obras de costumbres y comportamientos como los matrimonios de conveniencia. A través de una suave sátira, su crítica alcanza la actitud de las familias que actúan sólo por interés.