Arthur Miller: Legado de un Dramaturgo Comprometido

Arthur Miller

Dramaturgo estadounidense. Autor de obras emblemáticas como La muerte de un viajante y Las brujas de Salem, Arthur Miller está considerado como uno de los mejores dramaturgos del siglo XX. Escritor comprometido, Miller supo trasladar a los escenarios el conflicto del ser humano y el espíritu crítico, arremetió contra el masificador antihumanismo estadounidense.

Inicios y Primeras Obras

Poco antes de obtener la licenciatura, escribió Todavía crece la hierba (1938), una comedia que le valdría los primeros reconocimientos. Tras finalizar sus estudios, regresó a Nueva York y se inició en la escritura de seriales radiofónicos.

Su primera obra fue El hombre que tuvo toda la suerte del mundo. Influido por Ibsen, Miller mostró su preocupación por la sociedad que le rodeaba y su problemática en Todos eran mis hijos.

La Caza de Brujas y el Compromiso Social

Arthur Miller sufrió en sus propias carnes la “caza de brujas” del senador McCarthy. Su obra Las brujas de Salem, un alegato contra la intolerancia y el puritanismo ambientado en 1692, era en realidad una denuncia contra las investigaciones que desde 1946 llevaba a cabo el denominado Comité de Actividades Antiamericanas. Las brujas de Salem se representó por vez primera en Broadway en 1953. La obra fue llevada al cine en 1996.

Vida Personal y Matrimonio con Marilyn Monroe

Miller se casó con Marilyn Monroe. La boda coincidió con el estreno de Panorama desde el puente, pieza en la que el autor reproducía el tema de la llegada de inmigrantes a Estados Unidos, y por la que obtendría el segundo Pulitzer. La relación no cuajó y tras cinco años de matrimonio se divorciaron. En esos años Miller se mantuvo alejado de los escenarios y no volvió a estrenar hasta 1964.

La estabilidad sentimental le llegó con la prestigiosa fotógrafa austríaca Inge Morath, con la que estuvo el resto de su vida.

Madurez Creativa y Últimas Obras

Arthur Miller volvió a los escenarios en 1964 con Después de la caída, un texto autobiográfico durísimo en el que narraba su relación con Marilyn. Otras obras destacadas posteriores, que sin embargo ya no le reportaron tanta popularidad, fueron entre otras Incidente en Vichy, El precio, En Rusia, La creación del mundo, En el paraíso

En 1997 escribió Una mujer normal, novela corta en la línea psicologista, que mereció excelentes críticas. Entre sus aportaciones a otros géneros sobresalen la colección de relatos Ya no te necesito, Al correr de los años. Ensayos reunidos y la novela autobiográfica Vueltas al tiempo (1987). Más tarde escribió La política y el arte de actuar, un alegato contra el poder político estadounidense, George W. Bush incluido.

El Teatro como Entidad Orgánica

El teatro para él es un ente orgánico en el que deben confluir aspectos éticos y estéticos de la experiencia humana e integrarse armónicamente. Entre otras muchas cosas, se nos dice que el teatro es un arte necesario, que la tragedia no tiene por qué ser pesimista, que del escenario brota una luz poderosa que ilumina nuestra experiencia y nos acerca al conocimiento, que la tragedia está inexorablemente ligada a conceptos tales como justicia, libertad, culpa e inocencia y que éstos habrán de ser temas obligados en el repertorio de cualquier gran dramaturgo. Si hubiera que buscar un autor correlativo en España, señalaríamos a Buero Vallejo.

Muerte de un viajante

Muchos de estos planteamientos se repetirán en La muerte de un viajante (1949), la obra cumbre de la producción milleriana. Willy Loman pretende ser el prototipo del “common man” americano que busca el éxito y el respeto de los demás a través de un único axioma, caer bien a todo el mundo. Para ello generará su propio sistema de referencias y tratará de inculcarlo en sus hijos: aspecto agradable, sonrisa pronta, chiste a tiempo, aparente seguridad en sí mismo, culto al buen nombre, actitud reverencial ante el número uno, etc. Pronto sus hijos se dan cuenta de que la fórmula no funciona. Es consciente de que su valía se mide por lo que produce y que vive en una sociedad donde cada uno vale lo que puede vender. De ahí su hipocresía, irresponsabilidad, fanfarronería y engaños que evidencian la verdadera personalidad de Willy. Su crisis de identidad, su fe ciega en la causa equivocada, su desafío al riesgo despreciando la mediocridad ganarán para él la simpatía y el respeto del público y le proporcionarán una estatura trágica indiscutible. Al final termina por suicidarse para que su familia pueda cobrar el seguro e iniciar una nueva vida.

Willy se puede comparar con Joe Keller. Sus angustiosas contradicciones no emanan sólo de su responsabilidad social (por ser americano) o de su responsabilidad familiar (por ser padre de familia), emanan más bien de su condición de ser humano. Arthur Miller no hubiera necesitado de más para convertirse en una referencia obligada en la historia del teatro del siglo XX. La creación de este personaje encantador, campechano, obvio pero a la vez ambiguo, sincero y mentiroso, contradictorio y trágico como la vida misma, hubiera bastado para hacerle un hueco de honor entre los grandes.

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